El 'síndrome judío' / 1
Los enemigos de Israel y del pueblo judío están de enhorabuena. La brillante operación Paz para la Galilea les ha proporcionado el pretexto que necesitaban para volver a disparar sus ametralladoras con diatribas, insultos y fáciles tópicos antijudíos y antiisraelíes. Es el caso del artículo publicado en este periódico y firmado por Roberto Mesa. El caso de un catedrático universitario que se permite, sin el más mínimo rigor científico, y sin ruborizarse, afirmar, que en Israel "todos marchan unidos para la construcción del Gran Israel, lanzado a la conquista de un espacio vital que, como pueblo elegido y, por tanto, superior, le corresponde por designación divina". Olvida el catedrático que Israel acaba de abandonar -en aras de una hipotética paz- 60.000 kilómetros cuadrados en el Sinaí. Territorio que abastecía la mitad de las necesidades petroleras de Israel y que había sido poblado de innumerables asentamientos agrícolas. Quizá sea esto una muestra de expansionismo territorial.El Washington Post decía recientemente, en su editorial, que los israelíes tienen una debilidad, y es la de no dejarse asesinar impunemente. Esta debilidad, por lo visto, ha sido y seguirá siendo la causa de los grandes reproches que se le hacen a Israel. El pueblo judío ya no se deja exterminar al antojo de otros, ni siquiera de terroristas ilustres. Eso, por lo visto, viola las reglas del juego a las que el mundo estuvo acostumbrado durante siglos. Esta molesta característica la representaba un célebre dibujante francés en una expresiva caricatura publicada en un periódico: 'David: deja que te maten de una vez y no sigas fastidiando al mundo entero".
Memoria selectiva
Todas las argumentaciones de los defensores de un pretendido pueblo palestino sin fronteras se repiten con tanta frecuencia que existe en Israel una tendencia generalizada a encogerse de hombros colectivamente frente a todas las ridiculeces emanadas de las plumas de los guardianes selectivos de vidas humanas, que son los mismos racistas que callan ante la confrontación musulmana-cristiana, causa de decenas de miles de víctimas, o las masacres causadas por el régimen sirio en Hama, o las atrocidades de la guerra Irán-Irak, etcétera. Son los mismos que callan, en suma, que Líbano, "Estado que fue modelo multiconfesional, plurinacional y tolerante", como afirma el señor Mesa, fue debido a la instalación en su territorio de los terroristas de la OLP.
Según las versiones autorizadas de los historiadores de memoria selectiva, Israel nació en 1948 basada en la práctica del terror, y se olvidan -su memoria no da para tanto- que una invasión de siete ejércitos árabes trató de poner fin a la independencia judía desde el momento mismo de su proclamación.
Con la creación del Estado árabe judío se planteó, por primera vez en la historia, la cuestión de una patria para los palestinos. La resolución del 29 de noviembre de 1947 de las Naciones Unidas preveía el reparto del territorio del entonces mandato británico, amputado unilateralmente por los ingleses, de la orilla oriental llamada Transjordania en dos Estados, uno judío y otro palestino. A pesar de la parcialidad de la sentencia salomónica de la ONU, que claramente perjudicaba los intereses históricos y políticos del pueblo judío, éste la acató en su plenitud, procediendo a proclamar el Estado de Israel' en los territorios mutilados artificialmente por los expertos internacionalistas. Sin embargo, los árabes, que hoy tanto claman e invocan las resoluciones de la ONU cuando les conviene y donde gozan de mayorías automáticas, rechazaron aquella resolución y procedieron a la agresión en regla contra el recién reconstituido Estado de Israel. Probablemente creyeron que David había muerto miles de años antes o que tan sólo se trataba de una figura bíblica.
Población indefensa
Contra una población indefensa, sin estructura de Estado ni ejército organizado, se abalanzaron las cohortes de Egipto, Siria, Irak y la actual Jordania, amén de los guerrilleros palestinos mandados por el gran Mufti de Jerusalén, a la sazón huido como criminal de guerra que fue, en su calidad de colaborador y aliado de Hitler y del régimen nazi. Pero el catedrático Mesa ha olvidado quién es el racista en toda esta historia.
Asumimos que hay muchos hombres y mujeres de buena voluntad que saben la diferencia entre la verdad que busca la paz y la gran mentira, no importa cuán a menudo ésta se repita. La. relación de los judíos con su tierra, Israel, está determinada por 4.000 años de historia, y ha sido la de un pueblo despojado de su territorio nacional, usurpado por invasores. La relación entre este territorio y el pueblo judío motivó una persecución y discriminación, que sólo terminó con la recuperación de su soberanía.
Nunca hubo una nación tan humillada y destruida en su expresión nacional (demografía, historia, lengua y cultura) en forma tan sistemática como lo fue el pueblo judío en su propia tierra. Esto se acabó con el establecimiento de un Estado judío independiente, que tuvo un efecto traumático en el nacionalismo árabe contemporáneo -guardián de los valores del jihad (guerra santa musulmana) de sus antepasados; guerra santa que tanto se parece a la que en el siglo VIII y sucesivos llevaron a la ocupación de nuestro territorio hispano y la mitad del galo hasta Poitiers-. Bajo el dominio de los ocupantes árabes, Israel se había convertido en un desierto poblado sólo por un 10% de su población anterior. Las ciudades, tierras y zonas cultivadas de que se apropiaron pertenecían a otros, es decir, a sus actuales pobladores, que las han hecho fértiles, abiertas al mundo y a todos aquellos que deseen la paz.
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