El centenario del Museo Pedagójico
La política liberal en enseñanza iniciada por Albareda dio como primer fruto la derogación de un decreto del marqués de Orovio de febrero de 1875. La importancia de esa norma derogatoria estriba no sólo en el reconocimiento de nuevo de la libertad de cátedra, sino que a partir de ella se reincorporan a la universidad profesores como Giner, Montero Ríos, Azcárate, Moret..., que la habían abandonado tras el decreto restrictivo de Orovio.La presencia de José L. Albareda al frente del Ministerio de Fomento produjo, en 1881, un punto de inflexión en la actuación de la ILE, que, pese a seguir manteniéndose como una iniciativa de carácter privado, tal como fue creada, comienza, a través de sus hombres más destacados, su labor de colaboración con la Administración pública en temas educativos.
El Museo Pedagógico, que fue creado por decreto de 6 de mayo de 1882 (Museo de Instrucción Primaria se denomina en el decreto), es cronológiamente el primer resultado positivo de la colaboración abierta en 1881 entre los institucionistas y la Administración educativa. En palabras de M. Bartolomé Cossío, director del Museo Pedagógico, desde 1883 hasta 1929, fecha de su jubilación, el museo estaba llamado a servir a la educación de los maestros más que a la de los niños". Era necesario mejorar la formación de los maestros para elevar el nivel cultural de la escuela primaria. Como la reforma de las escuelas normales requería elementos humanos y económicos, que no era fácil improvisar, se creó el Museo Pedagógico como núcleo primero de la reforma. "Ante todo, el museo debe ayudar a la formación de educadores", afirmaba Cossío en 1884, "siendo centro y exposición permanente y viva del estado de nuestras escuelas, cumpliendo luego igual fin con respecto a las del extranjero y haciendo, por último, que el contraste entre unas y otras aparezca muy claro, excite la atención y arroje la luz que de todo contraste bien establecido resulta". En el Museo Pedagógico debía darse al alumno de la escuela normal "un conocimiento exacto y el más objetivo posible de las escuelas de su patria, del distinto carácter que tienen en cada una de sus regiones, de las leyes y principios a que estas diversidades obedecen, de los medios que, fructíferos en una localidad, podrían serlo también en otras muchas". De esta manera se pretendía salir del aislamiento antisocial en que morían algunas iniciativas y se propugnaba que en España "los esfuerzos hechos individual y socialmente en favor de la educación no queden aislados". Se produciría así una doble corriente, de la escuela al museo, en la que se aportaran experiencias concretas, iniciativas, y del museo a la escuela, en la que se enviarían elementos complementarios de la labor educativa, productos más depurados, ideas renovadoras. Punto de conjunción de ambas corrientes era el maestro, a partir del cual debían introducirse las mejoras en la educación y la enseñanza.
A tal fin, el museo organizaba cursos breves, lecciones semanales y quincenales para afrontar las cuestiones más necesitadas de atención en la formación de los maestros y normalistas: ciencias risicas, ciencias naturales, derecha, sentido artístico, actividad manual..., cuyo objetivo era elevar el nivel profesional de los maestros y hacer más ricas y racionales las relaciones entre maestros y alumnos. Recordando esta actividad pedagógica del museo, escribía Américo Castro en 1935: «Cossío, en su aula del Museo Pedagógico, trazaba, por primera vez en España, la línea metódica de una nueva pedagogía. Lo que hoy determina que un maestro y una escuela tengan aire humano y perfil de vida fecunda, eso sale, por una u otra senda, de las clases encendidas, exaltadas de fe, elocuentes, inquietantes de don M. Bartolomé Cossío".
Aspectos materiales e la escuela
Pero el Museo Pedagógico no sólo atendía a los aspectos formativos del profesorado, sino que se orientaba también a los aspectos materiales de la escuela, desde las que hacían referencia a los edificios poniendo atención a su capacidad, aislamiento, orientación, iluminación, etcétera, hasta las que iban más directamente relacionadas con la enseñanza, como el mobiliario utilizado en las escuelas o el material científico empleado, colecciones de láminas, lecciones de cosas, juegos... Junto a estos elementos se dio también una gran importancia a la Biblioteca de Instrucción Primaria, creándose un fondo que en la posguerra pasaría a la biblioteca del instituto San José de Calasanz, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
El Museo Pedagógico representó el primer eslabón de una serie de iniciativas que trataron de dignificar profe sionalm ente a los maestros, estableciendo a su vez una más adecuada formación para quienes habrían de enseñar en las escuelas normales o ser administradores del sistema educativo.
La creación de la cátedra de Pedagogía (1904), la Escuela Superior de Magisterio (1907), la Dirección General de Primera Ensefianza (1911), la reforma de las Escuelas Normales, Plan Profesional (1931), la creación de la facultad de Pedagogía (1931) son el desarrollo de ideas y proyectos que embrionariamente estaban en la iniciativa del Museo Pedagógico y que sólo fueron posibles cuando las fuerzas políticas progresistas facilitaron su desarrollo.
El Museo Pedagógico, como tantas otras instituciones beneinéritas, quedó barrido por el vendaval reaccionario que siguió a, la guerra civil. El decreto de 29 de marzo de 1941, en su artículo tercero, afirmaba: "El Museo Pedagógico queda extinguido en su organización científica y administrativa, y su biblioteca, trabajos y material de todas clases pasarán al instituto San José de Calasanz de pedagogía".
Superación del exclusivismo
En cuanto a la orientación del instituto de pedagogía San José de Calasanz, que venía a sustituir al Museo Pedagógico, sé decía en el preámbulo del decreto de creación: "Si todas las actividades de la España una han de tener en el Estado nacional un signo rotundamente definido, esta exigencia es máxima en la pedagogía, que sólo puede dar producción de raicillas superficiales si no se entronca con el árbol robusto y milenario de la tradición católica española". Y para reforzar ese sentido católico se nombró director (orden ministerial de 30 septiembre 1941) al reverendo padre Manuel Barbado Viejo.
En este centenario del Museo Pedagógico, reducidos los afanes exclusivistas en el campo educativo y pedagógico, se van produciendo iniciativas de renovación de la escuela, como el Centro Madrileño de Investigaciones Pedagógicas (CMIP), creado mediante convenio de la Diputación y del Ayuntamiento de Madrid, que trata de contribuir a la mejora y actualización de los centros educativos de Madrid y su provincia, y que tiene en el Museo Pedagógico un brillante antecedente. Esperamos que esta y otras iniciativas sean capaces de dar nuevos impulsos y revitalizar la enseñanza española.
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