La LOAPA : fondo y forma / y 2
Lo que se niega con la actitud de decir sí a una LOAPA, aunque "no a esta LOAPA", no es ya la ley en su necesidad de objetivos y funciones, sino tan sólo un determinado texto concreto de esta ley. Se trataría, pues, más bien de considerar si ésta es la mejor LOAPA o bien si cabe pensar en otra LOAPA que cubriera los mismos objetivos con otra expresión.Entrando en la hipótesis de si ésta es o no la mejor LOAPA, habría que recordar que el actual texto de la ley no es, ni mucho menos, el inicial, y que difiere considerablemente del proyecto originano. (Sorprende en este sentido que el profesor Leguina Villa plantee en los artículos publicados días atrás sus comentarios a la ley sobre un texto atrasado que ya no es el de la LOAPA, informe de la ponencia ni el de la Comisión Constitucional, con el consiguiente equívoco). En el actual texto aprobado en comisión se han introducido profundas modificaciones y mejoras, se han aclarado confusiones y recelos y se han suprimido expresiones que de alguna manera pudieran sentirse como agresión de cualquier tipo, etcétera. Todo ello de acuerdo con las minorías de los grupos parlamentarios de PNV y CiU.
Tampoco puede olvidarse el largo y difícil recorrido que ha supuesto la tramitación de esta ley desde un principio: en efecto, sobre el texto inicial de la LOAPA, suscrito el 31 de julio de 1981 por el Gobierno y el PSOE en los acuerdos autonómicos, producto a su vez del trabajo de la comisión de expertos en materia autonómica y de una difícil negociación prolongada a lo largo de tres meses en la cumbre autonómica con la participación de AP y PCE, se añaden posteriormente las aportaciones de partidos que, como PSC y PSE, trabajaron para su adecuación a la realidad singular de Cataluña y del País Vasco. Por su parte, los Parlamentos autónomos de estas CC AA celebraron debates específicos sobre el texto de aquella LOAPA, y la ley comienza a ser objeto de un sinnúmero de discusiones en medios de comunicación y actos públicos.
Diez meses después de su entrada en el Congreso de los Diputados comienzan los trabajos de la ponencia, previo un debate de totalidad en la Comisión Constitucional. La actividad de la ponencia dura más de un mes, y los ponentes socialistas y el Gobierno alternamos las sesiones de la ponencia con negociaciones con PNV y CiU, en las que participaron destacados miembros de los Gobiernos autonómicos. Finalmente, después de largas jornadas de trabajo y negociación, se cubre el objetivo de alcanzar textos transaccionales de acuerdo en la mayor parte de la ley y, consecuentemente, la actual redacción de la LOAPA es fruto de esa actitud constructiva y flexible que aportó grandes mejoras al texto y redujo a la mínima expresión los desacuerdos sobre el articulado.
La LOAPA, un problema artificial
Al cabo de este largo periplo (la tramitación de la LOAPA, con diez meses en el Congreso de los Diputados, empieza a competir con la Constitución, aprobada en el transcurso de un año) difícilmente puede pensarse que otra LOAPA pudiera tener mejor suerte. Después de estos meses de constantes ataques y negociaciones, de tanta descalificación con una mano y aceptación con la otra, después de enarbolar sin descanso la fantasmada de que la LOAPA modifica los Estatutos y otros espantajos semejantes, que sólo podrán despejarse con la propia aplicación de la ley, crece el escepticismo sobre la posibilidad de que otra ley fuera a alcanzar un texto de mayor acuerdo.
Por el contrario, todo parece indicar que, con él tiempo y las modificaciones introducidas, nos hemos cargado de razón. Sobre el texto actual de la ley se ha llegado a un amplio acuerdo difícilmente superable. El que, sin embargo, con todo, PNV y CiU no hayan descendido un ápice la dureza de sus ataques al texto es algo que se entiende mal. Es más: en muchas ocasiones, como han demostrado los debates de la comisión, el nuevo artículo de la LOAPA que se aprobaba era, en toda su literalidad, el suyo, pero, no importaba, seguían oponiéndose... Lo de menos era el texto, lo que funcionaba más bien era el pretexto, es decir, la LOAPA como imagen antiautonómica, como problema artificial utilizado para ocultar las propias incapacidades de gestión de sus Gobiernos autonómicos, un pretexto más para mantener la tensión y el conflicto constante con la Administración del Estado que precisan los nacionalismos particularistas.
La LOAPA responde a una política de Estado proyectada firme y rigurosamente en los acuerdos autonómicos. Un Estado que es el autonómico, único y solidario, progresista y democrático. Asegurar su firme construcción y su buen funcionamiento debe ser tarea que apoyen todos los demócratas. Es cierto que acaso pudiera levantarse también sin esta LOAPA, pero en seguida se precisaría otra LOAPA que acabaría siendo esta LOAPA.
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