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Desactivado en Valladolid un quinto artefacto contra el CESID

Viene de la página primera

La ofensiva terrorista desatada estos días contra locales camuflados del Centro Superior de Información para la Defensa (CESID) no sólo se ha centrado en Madrid, donde hicieron explosión cuatro bombas en la madrugada del pasado lunes, sino que se ha extendido fuera de este área, concretamentec a Valladolid, ciudad en la que ha sido localizado un artefacto simulado colocado en el edificio de la calle de Santiago, número 13, en uno de cuyos pisos se encuentra una de las oficinas pertenecientes a este organismo del contraespionaje militar. Esta quinta bomba simulada fue hallada a primera hora de la mañana del lunes y fue explosionada inmediatamente por artificieros policiales.

Pasa a la página 18

Todas las sospechas apuntan a que detrás de los terroristas hay personas que conocen la infraestructura del CESID

Esta ofensiva, que según las primeras sospechas de la policía podría haber sido materializada por elementos de extrema derecha -probablemente guiados por hombres que han estado vinculados a los servicios de información españoles-, preocupa en altas instancias del Gobierno, que interpretan estas acciones como una supuesta advertencia a la actual dirección del CESID, encomendada, tras el fallido golpe de Estado del 23 de febrero del pasado año, al coronel Emilio Alonso Manglano, y como un intento de descubrir parte de la infraestructura secreta de los servicios de inteligencia.Además del propio CESID, que investiga por su cuenta los hechos con extremo sigilo, participan en las operaciones funcionarios de la Brigada Central de Información y de la Brigada Regional de Información de Valladolíd; efectivos de la Guardia civil, cuerpo que se encargó de las primeras diligencias y del análisis del contenido químico de las bombas, y miembros de la Brigada antigolpe, unidad esta última dedicada al seguimiento de las actividades de signo involucionistas.

Fuentes policiales de toda solvencia indicaron ayer a EL PAI S que las investigaciones están en marcha y que se comprueban estos días los pocos datos hasta ahora obtenidos, entre ellos la presencia de los dos automóviles que hasta la fecha parece que ocuparon algunos de los autores de la colocación de los cuatro explosivos de Madrid, concretamente un Seat-850. y un Toyota de rnatrícula extranjera. A media tarde de ayer no se había procedido aún a la detención de supuestos sospechosos.

Los restos de los artefactos explosivos fueron recogidos por la Guardia Civil, cuerpo que recibió el primer aviso telefónico por parte de los ciudadanos que escucharon las explosiones. La Guardia Civil no informó de esta operación, lo que creó cierta confusión en el equipo de desactivación de explosivos de la Policía Nacional, que en el informe que envió a la Brigada Regional de Información hacía constar literalmente que no habían sido encontrados restos del explosivo, por lo que se desconocía su composición. Una alta fuente policial indícó ayer a este periódico que, según se deduce de las informaciones verbales, las bombas contenían trilita.

En un principio se pensó que los datos que condujeron a los terroristas a la localización de las oficinas del CESID podrían haber sido obtenidos de los interrogatorios a los procesados por el 23-F, pero pronto se comprobó que la mayoría de estos domicilios no habían salido a relucir en el juicio, a excepción, al parecer, de uno de ellos. Esto dio lugar a pensar a los investigadores que la ofensiva, desde un principio atribuida a la extrema derecha, podría estar dirigida o al menos impulsada por personas que forzosamente deben de conocer el movimiento interno del CESID o, al menos, parte de su infraestructura.

Esta hipótesis cobró fuerza a las pocas horas al conocerse la existencia de un quinto artefacto en Valladolid, uno de los núcleos más fuertes de la extrema derecha española y ciudad en la que en los últimos tiempos han sido descubiertas ciertas maniobras involucionista, caso de las conspiraciones en la Academia de Caballería, que obligó a la Dirección de la Seguridad del Estado (DSE) a solicitar la intervención de sus teléfonos, o la detección del aparato clandestino de la Unión Militar Española (UME), organización que aún no ha sido desarticulada.

De los cinco locales del CESID objeto de acciones terroristas, sólo uno de ellos, al parecer, podría infundir sospechas desde la calle. Este es el caso del chalé situado en la calle de Cardenal Herrera Oria 334, que, según la nota oficial, se trata de "un taller de reparaciones eléctricas" del citado organismo. Este chalé está protegido por chapas metálicas, probablemente antibalas; tiene una amplia antena que se divisa desde el exterior, y un circuito cerrado de televisión, con una pantalla también visible. Generalmente se observa desde la calle la entrada y salida de automóviles que suelen utilizar policías y agentes secretos en sus servicios.

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