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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las contradicciones del día del ingreso

CON UN discurso mesurado y nada enfático, el presidente del Gobierno español, Leopoldo Calvo Sotelo, definió ayer la entrada oficial de nuestro país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). No es cuestión de insistir ahora respecto a la singularidad de este acto que marca el final de una larga historia de neutralismo español -no siempre fruto del aislamiento internacional- e incluye a nuestro país en la dialéctica de la política de bloques. No es tampoco ésta la ocasión de recordar la inusitada rapidez y el escaso apoyo de la opinión pública que han subrayado esta decisión del Gobierno. España es ya miembro de pleno derecho de la Alianza y la política exterior española, indefectiblemente, ha de conjugarse con esta condición. El presidente del Gobierno suscribió también ayer en Bonn, con la reserva de que nuestra modalidad de participación militar aún no está fijada, el documento -no firmado por Francia ni por Islandia, que no pertenecen a la estructura militar de la OTAN- que establece los objetivos de defensa integrada de los aliados atlánticos.Sorprende por lo mismo la cantidad de contradicciones que algún hado maligno ha querido se conciten en torno a la fecha del 10 de junio de 1982 y esta decisión histórica del Gobierno de Madrid. El mismo día que España entraba en la OTAN dos guerras de resonancia internacional asolaban el mundo. Una en las Malvinas, otra en el Cercano Oriente. En ambos conflictos la posición española difiere o debe diferir más que notablemente de la de sus nuevos aliados.

En el caso de las Malvinas las relaciones especiales con Latinoamérica de nuestro país, y sus recientes intentos de servir dé puente a Europa con el Tercer Mundo y los no alineados, se ven ensombrecidos por la realidad: gran parte de la flota británica que trata de recuperar las Malvinas partió de otro enclave colonial inglés, esta vez en suelo español: Gibraltar. El presidente del Gobierno pidió ayer a los, jefes de Estado y de los ejecutivos de los países aliados colaboración en el caso de la Roca. En tanto ésta no se produzca la verdad es que el Peñón es una base británica, operativa para la OTAN y no sometida al empeño de desnuclearización del Gobierno de Madrid.

En el caso del enfrentamiento entre Israel y Líbano, España resulta ser el único país de la OTAN que no mantiene relaciones diplomáticas con el régimen israelí, lo que la coloca ya en una situación atípica, toda vez que éste recibe apoyo y amparo internacional de Estados Unidos, que acaban de vetar en el Consejo de Seguridad una propuesta española de alto el fuego en la zona. Para mayor confusión varios barcos norteamericanos zarparon de la base española de Rota -de utilización conjunta- con destino al lugar del conflicto. El acuerdo entre España y Estados Unidos ha finiquitado no obstante, y pese a las reiteradas promesas del ministro de Asuntos Exteriores de una próxima firma, ésta no acaba de producirse. De hecho ha comenzado a correr el plazo de un año para el desmantelamiento por parte americana de sus facilidades operativas en las bases. Aunque durante este año el acuerdo siga en vigor parece por lo menos irregular que Rota pueda ser utilizada por el Gobierno de Estados Unidos cara a un conflicto como el de Líbano, siendo como es una base española. Desconocemos por lo demás si, en aplicación de los propios acuerdos ya expirados aunque transitoriamente vigentes, el Gobierno español ha dado permiso al de los Estados Unidos para utilizar las facilidades navales de Rota cara al Oriente Cercano. Si es así, una explicación mayor está siendo necesaria. Gibraltar y Rota, en la punta sur de la península, se han visto envueltas en conflagraciones bélicas que escapan al entendimiento y a la política global del propio Gobierno español, que ayer recibía la bienvenida en Bonn por parte de los aliados. Si para algunos resulta dudoso que la firma de un pacto militar sea el mejor sistema de garantizar la condición europea de nuestro país, creemos que es definitivamente desconcertante que no exista una mayor claridad y una toma de posición más decidida por el palacio de Santa Cruz en las cuestiones apuntadas.

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