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'Cumbre' atlántica en Bonn

Gibraltar, terrorismo e ingreso en el Mercado Común

"Señores jefes de Estado y de Gobierno, señor presidente, señor canciller, señor secretario general:Muchas gracias por vuestras palabras de bienvenida. Habéis recibido solemnemente a la bandera española y la habéis colocado entre las vuestras. Me habéis recibido a mí como presidente del Gobierno español y me habéis invitado a participar en vuestras reuniones.

Se hace así realidad, en los símbolos y en las personas, la incorporación de España a la Alianza Atlántica, formalmente cumplida el 30 de mayo pasado, después de haber sido aprobada por nuestros Parlamentos nacionales.

Este acto de hoy tiene para mi país una dimensión profunda. Es el final de un largo período secular de aislamiento, que arranca del cansancio histórico de España y que se alimenta de contiendas interiores.

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Pero es también, en nuestra historia más reciente, un paso decisivo en el camino de la libertad recobrada por el pueblo español, un paso decisivo en el camino de nuestra vocación europea y occidental.

Durante muchos años de régimen autoritario, Occidente y Europa han sido para los españoles sinónimos de libertad y de democracia, como está escrito en las primeras líneas del Tratado del Atlántico Norte, al que acabamos de adherirnos.

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En el día ya lejano de su constitución quedamos al margen de la alianza, en la que normalmente debiéramos haber estado, y al restituir a España sus libertades, hemos querido restituirle también la posición que no pudo alcanzar entonces, seguros de que nuestro destino está unido al de los países occidentales de nuestro entorno, segúros también de que cualquier fórmula nueva en que estos países pudieran conseguir su colaboración futura para la seguridad y para la paz surgirá dentro de la alianza y elaborada desde ella por los firmantes del Tratado de Washington.

Comunidad de pueblos libres

Porque, frente a los que no quieren ver en la alianza más que una organización militar para el enfrentamiento entre bloques de países, mi Gobierno entiende a la alianza como comunidad de pueblos libres unidos en la defensa de unos valores esenciales y amenazados, que son también los valores de la democracia española.

Nuestra vocación europea, que nos empuja al mismo tiempo hacia el Mercado Común con idéntico impulso de restitución histórica, se perfecciona y se completa con nuestra vocación iberoamericana, de la que queremos dejar constancia clara desde este momento inicial.

Porque la España que hoy viene a la alianza sabe que no necesita dejar en el umbral de esta sala ni un ápice de su identidad propia, de sus relaciones internacionales, de su personalidad. Y la alianza sabe que tampoco estaría dispuesta España a renunciar a esos valores, y sabe también que con ellos intactos viene a enriquecer el patrimonio de la alianza misma.

Dos vocaciones

Yo creo, señor presidente, que o hay contradicción entre nuestras dos vocaciones europea e iberoamericana. Y digo esto con toda convicción precisamente ahora, cuando un conflicto bélico desgarra el mundo occidental y amenaza con abrir en él una honda grieta de muy graves consecuencias políticas e históricas.

Nuestra voz en esta asamblea, sin daño para nuestra lealtad a la alianza, está y estará al servicio de una solución que evite el distanciamiento entre Iberoamérica y Europa, al servicio de una fórmula que reduzca todo lo posíble la inevitable cicatriz de la herida que han abierto ya los hechos de armas.

Si es cierto que el uso de la fuerza no es el procedimiento para dirimir las discrepancias entre las naciones, también es cierto que algunos problemas que hieren en lo más vivo la sensibilidad de los pueblos necesitan soluciones diligentes y generosas para no convertirse en focos de tensión internacional.

España llega a la alianza con voluntad de cooperación. A partir de ahora comenzarán las conversaciones que deben llevarnos a una participación efectiva en los muy distintos órganos en los que la alianza proyecta sus actividades.

Mi Gobierno está dispuesto a desempeñar con esa voluntad de cooperación el papel que nos corresponda y que libremente hayamos aceptado.

Mi Gobierno espera también la cooperación de la alianza en cuestiones centrales de nuestra política nacional, como son la solución pronta y negociada del contencioso sobre Gibraltar, la incorporación de pleno derecho a las comunidades europeas y la lucha contra el terrorismo.

Para mí el acto de hoy tiene un significado especial y me produce una legítima satisfacción. Cuando hace año y medio recibí en el Parlamento la investidura como presidente del Gobierno adquirí el compromiso de conducir a España a la Alianza Atlántica.

Y hoy veo cumplido mi compromiso en la solemnidad sencilla de este acto, en el calor de vuestra acogida y en la esperanza de vuestra colaboración.

Tened la certeza, señor presidente, de que España será un miembro leal y activo de la alianza y que aportará a ella todo el empuje de un pueblo que acaba de recobrar sus libertades y quiere mantenerlas en la paz y en la justicia del concierto internacional ".

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