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El poderoso 'mago del norte'

Rico, atractivo, seductor y con poder, así definen sus biógrafos al primer ministro canadiense Pierre Elliot Trudeau, a sus 62 años de edad y más de catorce al frente de uno de los países más poderosos del mundo.Torero nato frente a los periodistas, en sus tradicionales conferencias de Prensa semanales en Ottawa, Trudeau explicó a EL PAIS que "hay algo de simbólico en la decisión de visitar España".

Sonriente, con su eterna rosa roja en el ojal, Trudeau añadió: "Creo que España debe aportar mucho al mundo occidental y que también nosotros podemos aportar algo a España". Esquivó puntualizar qué esperaba que España aportaría a la OTAN, respondiendo con un cántico a uno de sus principales valores morales: la democracia.

Recorrió España en motocicleta

"Puede que España, lanzada sobre las vías de la democracia, pueda apoyarse también en los demás países democráticos y ser estimulada en estos caminos que nosotros creemos profundamente que son los mejores para los Gobiernos".

No es la primera vez que el definido como el mago Traudeau visita España. La recorrió en su época juvenil, en 1946, en moto Leyó a García Lorca y quedó vivamente impresionado por la belleza de Granada, ciudad que volverá a visitar en su periplo hispano. Perfecto bilingüe anglofrancófono, Trudeau habla bien español y no pierde ocasión para hacerlo.

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"Tiene un lado infantil que le mantendrá joven hasta los 85 años", dice un colega canadiense, definiendo la personalidad de Trudeau. En el poder desde 1968 -con el breve paréntesis del Gobierno conservador de Clark-, Trudeau "seduce" a los canadienses por su estilo, su personalidad y su política. Juega con la Prensa, es polémico, brillante y pasa por "tener una memoria como un ordenador".

Un aristócrata populista, de personalidad compleja

"Es un aristócrata populista", escribe el periodista del Toronto Star, Richard Gwyn, en su libro El mago del norte, dedicado a la compleja personalidad de Trudeau.

"Abrid las ventanas, este pueblo se muere de asfixia", lanzó Trudeau, en la década de los sesenta, cuando Canadá vivía adormilado frente al resto del mundo. Hijo de un millonario, viajero infatigable, refinado en el vestir y en la elección de sus acompañantes femeninas, Trudeau pasa por un liberal del siglo XIX, con ribetes de socialdemócrata, casi de "izquierdista" para el gusto dé los conservadores canadienses.

Sus políticas han dado identidad propia a Canadá, en temas sociales, relaciones internacionales y control de riquezas energéticas, despertando cierta inquietud en sus vecinos del sur norteamericano.

Después de una soltería "agradable", Trudeau se casó, a los 51 años, con Margaret, de veintidós años, en marzo de 1971. Pero la vida palaciega en la cúspide política, o el carácter solitario de Trudeau, no fraguaron un matrimonio marcado por los escándalos de Margaret.

Acordaron separarse en mayo de 1977, sin divorcio, al rechazar Trudeau tal idea, debido a sus profundas creencias católicas, adquiridas durante su formación jesuítica.

Un excelente padre de familia

Trudeau ganó la admiración de todos los canadienses por la dignidad con que aceptó sus líos matrimoniales con Margaret. "Es un excelente padre de familia", dicen los canadienses, que adoran el comportamiento de Trudeau con sus tres hijos: Justin, Sacha y Michel.

"Con las mujeres es como un romántico de la época victoriana y no puede evitar seducirlas", cuenta un íntimo del círculo de Trudeau. De "mirada magnética", definen las mujeres el efecto de los ojos azules de Trudeau.

Su tradicional rosa roja en el ojal hace escuela en Canadá. Se venden de pura seda en elegantes tiendas canadienses y las lucen presentadores de televisión. A veces Pierre Elliot Trudeau las alterna con claveles.

Esto es lo que podría ocurrir durante su estancia en España, para no dar malos presagios electorales a los miembros del Gobierno de Unión de Centro Democrático, que recibirán al desconcertante, popular y prestigioso "eterno" y "joven primer ministro de Canadá".

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