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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los delfines de Breznev

LA SUCESIÓN de Breznev por los breznevianos que han ascendido al poder en el pleno del Comité Central del PCUS presenta un problema clásico: el de que cuando desaparezca Breznev puede desaparecer también la fuerza que le mantiene en el poder y la sucesión se haga por el camino contrario. Tal vez por eso ha elegido ahora como secretario del Central a un hombre como Yuri Andropov, que controla -o controlaba hasta este momento y desde 1967- una de las más fuertes instancias del poder en la URSS: la presidencia del KGB o policía política de seguridad del Estado. Importa el perfil de un hombre que ha dedicado muchos años a modelar y apuntalar los partidos comunistas de los países del Pacto de Varsovia y que ha dirigido la represión de los disidentes; pero importa sobre todo el de un hombre que conoce como nadie los secretos, las culpas, las conspiraciones, las maniobras de todos los dirigentes, y que ha dispuesto hasta ahora de un importante aparato armado. La cúpula de poder en la URSS sabe cuál es el peso en una situación política determinada de un hombre con esa fuerza; por eso, cuando murió Stalin sus sucesores -que no eran stalinianos- se apresuraron a liquidar a Beria. La duda, ahora, estaba en saber si quien ha sucedido a Andropov en el mando del KGB es un hombre suyo, o ajeno. La dificultad para identificar al nuevo, a Vitali Fedorchuk, se debe a que es un profesional desconocido en la política: un militar de carrera -coronel general- que dirigía la policía política en Ucrania. Todo hace suponer que ha sido el propio Andropov quien le ha mantenido en ese cargo y quien le ha dado el suyo ahora, y, por tanto, que cuenta con él y el KGB para cualquier eventualidad. Pero no puede descartarse la idea de que, por el contrario, haya sido elevado por otras fuerzas -quizá por los militares- para mantener el equilibrio y para inclinar la sucesión en el camino que les convenga.Andropov es ahora uno de los pocos privilegiados que forman parte al mismo tiempo del buró político -al que pertenece como suplente desde 1967 y como titular desde 1973- y al secretario del Comité Central. Se le describe como un moderado, en el sentido que pueda serlo Breznev; la dureza con que ha ejercido esa moderación no es contradictoria, sino que forma parte de una misma política de eliminar todos los obstáculos en el camino de la política de détente y para evitar que se produjesen hechos internos y externos que justificasen una intervención de los duros, pero no moderados, que discuten la política de Breznev y sus consecuencias.

El otro supuesto delfin de Breznev que ha ascendido en este pleno es Vladimir Dolguij, ingeniero y tecnócrata, especializado hasta ahora en la promoción de la industria. Miembro del Comité Central del PCUS, entra ahora como suplente en el buró político. No es más que el principio de lo que puede ser una gran carrera. Para la gerontocracia reinante en el Kremlin resulta demasiado joven: 58 años (Andropov tiene 68, que es ya una edad conveniente para dirigir el país que una vez se consideró como el más joven del mundo). Otros tres nuevos nombres en el Comité Central (Chaalev, presidente del Consejo Central de los Sindicatos; el doctor Tchazov, médico personal de Breznev y Kostin), que ascienden de suplentes a titulares, representan la entrada de la juventud: rondan los 53 años.

El buró político consta de once miembros titulares: su función es organizar la vida del partido -y del Estado, puesto que organiza el mando político, la evolución del régimen y trata y decide en los grandes problemas de política interior y exterior- entre congreso y congreso. El secretariado del Comité Central tiene nueve miembros y la capacidad de nombrar los altos funcionarios del partido y del Estado. Sólo cuatro personas, hasta ahora, pertenecían simultáneamente a los dos altos organismos de dirección: una de ellas, Breznev (los otros: Chernenko, aspirante también a la sucesión, y de la misma edad que Breznev; Kirilenko, Kirilenki y Gorbach, históricos). El hecho de que Andropov forme parte de esa minoría de las minorías le hace automáticamente figurar en la brevísima lista de los delfines. Hay también rumores contrarios: los que dicen que Andropov ha sido solamente ascendido para quitarle el mando de la seguridad del Estado. Son de una verosimilidad muy reducida: en la URSS no es frecuente (como sucede en otros países dirigidos por grupos cerrados y comprometidos entre sí) el sistema de la "destitución por arriba": el que cae, cae, y nadie se molesta en buscarle un buen lugar al sol. Unicamente queda, eso sí, la reserva enunciada más arriba: la de que cuando llegue el momento de suceder a Breznev no sean los continuistas -los designados por él mismo- los que surjan, sino los que quieran y puedan dar un nuevo aspecto interno y externo al país: los militares, principalmente.

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