'Cuarto Mundo', el nacimiento del poder indio
Cuarenta millones de indígenas celebrarán en julio, en Saskatchewan (Canadá), la primera asamblea mundial de pueblos autóctonos
Fueron convertidos por Hollywood en vagas sombras de guardarropía, los fantasmas malos y lejanos cuya derrota justifica al héroe de la película, medidos en la mitología del celuloide por el mismo rasero que los perdedores nazis. Quieren ser naciones dentro de los estados. Son ya poblaciones emergentes. La mayoría tienen menos de 18 años.
John Tootoosis usa sombrero tejano de fieltro, traje oscuro y gafas bifocales. Nadie que le haya visto pasear por las calles de Madrid, o asistir a una corrida de toros en la plaza de Las Ventas hubiera sospechado que se trata de un gran jefe, presidente de la Federación de Indios de Saskatchewan (Canadá) y embajador de su pueblo ante la primera asamblea mundial de naciones autóctonas, que se celebrará en sus tierras del 18 al 25 de julio.Tooteosis explica su identidad con palabras simples: "Dios me hizo indio, me dio mi idioma y quiero conservarlo. Estoy orgulloso de ser quien soy". Del Anaquod, dirigente de la misma federación y responsable del secretariado que organiza la asamblea, considera el de la resistencia a la asimilación el principal problema con que se enfrentan los indios de todas las latitudes, a los que se trata en muchos casos como simples residuos a abosorber o eliminar.
"No queremos ser diferentes a toda costa", asegura. 'No tenemos ningún inconveniente en asimilarnos a los demás, siempre que quieran ser como nosotros. Esta propuesta parecerá absurda a quien la oiga, porque cada individuo y cada pueblo quieren preservar su identidad. Nosotros también".
Desde hace vanos años, Tootoosis y Anaquod han ido recorriendo la mitad del mundo donde la colonización o la expansión del hombre blanco desplazaron a los primitivos habitantes, proponiendo una reunión de aborignes para estudiar sus intereses comunes y crear las instituciones capaces de defenderles. La idea ha suscitado esperanza y ha despertado entusiasmo.
Existen hoy 40 millones de indígenas. Algunos se consideran afortunados. Residen en países de fuerte crecimiento económico, donde ni siquiera la discriminación, la marginación y las persecuciones raciales. han podido cegar todas las posibilidades de supervivencia. Los indios de Canadá o Estados Unidos acuden a la asamblea de Saskatchewan para intercambiar experiencias, pero, sobre todo, quieren ofrecer su colaboración a las masas indígenas del centro y el sur de América, crear una corriente de solidaridad que les permita romper las condiciones de absoluta dependencia, organizarse e iniciar el camino de su propio desarrollo.
La mayonía habla castellano
El setenta por ciento de los indios habitan al sur de Río Grande, la mítica frontera americana entre el inglés y el castellano. A diferencia de sus hermanos del norte, carecen de derechos reconocidos, en cuanto comunidades específicas, y no disponen siquiera de tratados o puntos de apoyo legales para reivindicarlos. Los indígenas han sido el gran pasivo en la cuenta de la colonización española y, sobre todo, de la independencia latinoamericana, monopolizada por la burguesía críolla. En Canadá o Estados Unidos lo que define a un indio es el reconocimiento del Gobierno blanco, o la procedencia de su sangre. En Iberoamérica es indio quien pertenece a la clase más baja de la pirámide social.
La decepción de los delegados que han visitado España para presentar la primera asamblea mundial de pueblos autóctonos es, por ello, más comprensible. La mayor parte de los indios, y los más desprotegidos, hablan castellano. Sus hermanos del norte aspiran a que España se convierta en un aliado para su reconocimiento ante los foros internacionales y para detener el genocidio, que prosigue en algunos países. Sin embargo, la acogida más fría que han registrado durante una gira por cinco países europeos ha sido la que se les ha dispensado en España. Sólo consiguieron hablar con el jefe de protocolo del Ministerio de Cultura. La ministra, Soledad Becerril, prometió recibirles pero la entrevista no se confirmó, probablemente por falta de tiempo. Une, de los días en que hubiera podido celebrarse, la presidenta de la maltrecha UCD andaluza asistió, entre otros actos, a la entrega del Premio Naranja, que le había sido otorgado por su simpatía y facilidad de acceso ante los periodistas.
Los organizadores de la asamblea de Saskatchewan aspiran a conseguir de los Estados que no tienen una implicación directa en el problema indio comprensión y apoyo, que en el caso de España podrían ser especialmente significativos. Pretenden que de la magna concentración de julio surja un organismo representativo de todas las naciones indígenas, interlocutor válido ante los organismos internacionales, que pueden actuar para la protección de los derechos de los indios. La ONU ha reconocido ya a algunas organizaciones indígenas como entes no gubernamentales, aunque esta situación les parece a los propios interesados insuficiente y poco útil.
La situación de las poblaciones autóctonas en Canadá resulta significativa. Los indios han perdido hasta el derecho a reconocerse a sí mismos. Es el Gobierno el que determina cuántos y quiénes son. Actualmente registra sólo 350.000. Según los interesados, sin embargo, existen otros 750.000, que han perdido el reconocimiento oficial por haberse casado con blancos o ser producto de esas uniones.
Del Anaquod, uno de los dirigentes más prestigiosos de los indios canadienses, es hijo de india y mestizo. Pertenece a la mayoría de no reconocidos oficialmente. Su trayectoria es representativa del proceso de retorno y toma de conciencia que se viene produciendo en las comunidades indígenas. Anaquod, o Salteaux, como se le llama entre los suyos, fue educado, en un internado durante ocho años, lejos de su familia, para hacerle olvidar su origen. Se trasladó a Boston (EE UU) y se graduó en Ciencias de la Educación por la Universidad de Harvard. De regreso a su país, asesoró sobre asuntos indios al Gobierno canadiense. Luego se convirtió en defensor militante de los derechos de su pueblo, hasta llegar a ser uno de sus representantes más respetados.
Menos tierra que los animales
Anaquod procede de la provincia de Saskatchewan, situada en el sur del país, que constituye un modelo de desarrollo y progreso autónomo de la comunidad indígena. Sobre una superficie de 570.000 kilómetros cuadrados, superior a la de España, cuenta con menos de un millón de habitantes. Los indios representan el cinco por ciento de la población, pero sólo disponen del tres por ciento de las tierras, porcentaje diez veces inferior al que ocupan las reservas para animales.
Hasta hace doce años, los indios no podían abandonar sus reservas, eran encarcelados si vestían sus ropas tradicionales en las ciudades, no tenían derecho a ocupar un puesto de trabajo normal y carecían de posibilidades políticas, incluida la de votar, salvo si estaban dispuestos a la renuncia previa de su reconocimiento oficial como indígenas. Gran parte de los niños eran arrebatados a sus familias para educarlos en internados de cultura blanca, o para entregarlos en adopción. En 1970 había en las universidades canadienses treinta estudiantes indios. Hoy hay un millar y los indígenas disponen de tres centros de enseñanza superior propios (veintiuno en EE UU), donde han conseguido formar trescientos maestros de enseñanza primaria.
"Hemos tardado quince años en sentar las bases para ganar la batalla de la educación autóctona. El objetivo de esta década es conseguir el desarrollo económico y la autonomía política", dice Anaquod. "En este último apartado queremos ser dueños de nuestro destino político y de las reglas de nuestra identidad. Existen 8.000 funcionarios en el Departamento de Asuntos Indios, de los que sólo la cuarta parte no son blancos. Los indígenas tampoco son gente representativa. El Gobierno debe reconocernos el derecho a establecer quién es indio, de acuerdo con la realidad que impone la sangre."
La batalla económica parece que presentará las mayores dificultades. "Tenemos alrededor de trescientos tratados con la corona británica, la mayoría firmados entre 1860 y 1900. La política del hombre blanco fue firmar aquellos instrumentos legales cuando su intención era exterminar a los indios. Creyeron que nos extinguiríamos y que aquello sería papel mojado. La reciente Constitución canadiense reconoce la validez de fondo de aquellos acuerdos, y determina la apertura de un plazo de tres años para que, de común acuerdo, se reactualicen y se determine la vigencia exacta de su contenido. Nuestra aspiración más elemental es el control de las compensaciones económicas que recibimos del Gobierno. Gran parte de los seiscientos millones de dólares canadienses (50.000 millones de pesetas) que recibe el Departamento de Asuntos Indios se pierden en la telaraña burocrática. Además, queremos recuperar la explotación de los recursos naturales de nuestras tierras, que están arrendadas en condiciones ridículas, o simplemente expoliadas ilegalmente. El beneficio revertiría a toda la comunidad india, a través de las federaciones en que estamos organizados. Finalmente, podremos, con el tiempo, coordinar nuestra actividad económica, en el plano nacional e internacional, y negociar hacia el exterior de forma mancomunada."
Para los indios canadienses la discriminación sigue presente, aunque de forma más sutil que en el pasado. "Recientemente el Gobierno de Alberta, una provincia vecina a la nuestra, ha subvencionado con los beneficios del petróleo y el gas de tierras indias el déficit de todas las comunidades locales, a excepción de las indígenas", recuerda el responsable de la asamblea de Saskatchewan. "Uno de los nuestros que trabaje por cuenta ajena paga la seguridad social en igualdad de condiciones con los blancos. Sin embargo, la esperanza de vida de un indio canadiense es de 46 años, frente a los 69 del hombre blanco. De hecho, el indio no hace sino financiar la jubilación del trabajador blanco, porque él, estadísticamente hablando, jamás podrá percibir la pensión".
Naciones dentro de los Estados
Controlar sus recursos económicos, poner en pie los instrumentos que permitan una evolución cultural acelerada pero libre y sin sombra de asimiliación, disponer de un poder político como naciones dentro de los estados, tales son los objetivos de la concentración de julio, que contará con la presencia de más de 6.000 delegados y unos 70.000 asistentes, llegados de veintincinco países. Para Anaquod la cuestión del poder político constituye un imperativo, si los indios quieren garantizar su supervivencia. "Hemos estado al borde de la extinción. El 60 % de los indios canadienses tienen menos de dieciséis años. Ello quiere decir que con unas condiciones sanitarias normales somos muy prolíficos, pero también que hace veinte años los indígenas vivíamos casi nuestras últimas horas. La igualdad ante la ley no basta. Como he explicado antes, el trabajador indio y el blanco disfrutan los mismos derechos legales, pero la realidad es que el segundo se beneficia del primero."
¿Por qué el cuarto mundo? "Somos pueblos históricamente expoliados hasta del territorio, que hoy permite a los africanos o a los asiáticos que padecieron la colonización -el Tercer Mundo- reivindicar su papel como estados soberanos. Pero disponemos de un importante recurso, el humano. La mayoría somos jóvenes. La población de Groenlandia, inuit en su mayoría, se dobla en veinticinco años, por ejemplo. Nuestra única posibilidad consiste en constituirnos en naciones autónomas dentro de los estados. No queremos separarnos de Canadá. Reconocemos que necesitamos su apoyo y su protección, hasta cierto punto. Pero podemos autoorganizarnos en nuestra tierras, elegir representantes de cada tribu o banda, confederarnos en un Parlamento indio que negocie con el Parlamento canadiense todo aquello que nos afecta. En el plano internacional, una organización confederal similar debería ser reconocida por la ONU, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Tribunal de La Haya como interlocutor válido para los problemas de los indios. Somos cuarenta millones. No deseamos más que ser respetados como seres humanos, sin necesidad de deformar nuestro retrato".
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