Primera propuesta global de medidas para sacar de la crisis a la banca oficial
Los responsables del crédito oficial dan por agotado el modelo actual de esta financiación privilegiada. En los últimos años, sugerían sobre todo la necesidad de subir los tipos de interés para no perder el equilibrio. El Gobierno no les hizo caso. Ahora ya reconocen la crisis y han propuesto, por primera vez, medidas globales.
Van desde introducir tipos de interés variables y ajustados al precio de los recursos, hasta racionalizar y coordinar las subvenciones explícitas. Mientras, por segundo año el crecimiento de las autorizaciones de crédito (426.131 millones de pesetas para 1982) se ha desacelerado al 5%.La primera llamada de atención ha corrido a cargo del nuevo presidente e Instituto de Crédito Oficial (ICO), Miguel Martín Fernández, cuyo nombramiento coincidió hace varios meses con los cambios en la presidencia de tres bancos oficiales (Hipotecario, Industrial y Agrícola) y el anuncio de absorción del Banco de Crédito a la Construcción por el Hipotecario. El ex subsecretario de Presupuesto y Gasto Público llegó para "hacer la reforma", según medios financieros. Y acaba de exponer sus criterios ante un grupo de banqueros y bancarios, después de dejar claro que se ha agotado el modelo actual.
Sucesor de Rafael Bermejo, quien inició la profesionalización del crédito oficial, ahora continuada con dichos cambios, Miguel Martín ha ido más allá de anteriores propuestas. Tras los varios intentos de subir uno o dos puntos los tipos de interés de la mayoría de las líneas de crédito oficial -de parar el de finales de 1981 se jactó el ex presidente del Banco de Crédito Agrícola, José Luis Meilán, por el efecto que tendría entre más de un millón de agricultores-, Martín ha diagnosticado incluso la inconveniencia de los instrumentos y soluciones arbitradas mientras se incubaba la crisis para atender la demanda creciente de fondos privilegiados.
En una conferencia pronunciada ante un grupo de banqueros, dentro de las "IX Jornadas de Mercado Monetario", el presidente del ICO ha clasificado dichos instrumentos en tres clases: recurso creciente a la sustitución de créditos en numerario por avales del crédito oficial, garantizados o no por el Tesoro (para ayuntamientos, reconversiones industriales, sociedades de garantías recíprocas); la subsidiación explícita de tipos de interes (vivienda, agricultura y exportación); y los conciertos entre entidades financieras y Administración (plan de financiación de vivienda, préstamos a corporaciones locales y convenios con el IRYDA e Instituto de la Mediana y Pequeña Empresa).
Según Miguel Martín, estos nuevos instrumentos constituyen respuestas parciales y no coordinadas a problemas sectoriales singulares, los avales y subvenciones difieren en el tiempo el coste de las operaciones y comprometen futuros Presupuestos del Estado, y deben ser adaptados a las reglas de juego de un mercado financiero más libre. Algunas de estas afirmaciones contrastan con las recogidas recientemente de los titulares de Economía y Hacienda, para quienes las recientes subvenciones arbitradas al crédito a la exportación son una pauta para todo el crédito oficial.
Para el presidente del ICO, del aumento de tipos de interés del crédito oficial no depende sólo la posibilidad de seguir con la liberalización del pasivo, sino también la de procurar, que no garantizar, una cuenta de resultados equilibrada. Sus propuestas más urgentes al respecto son:
- Aplicar tipos de interés variables, en función del período o momento en que se formalice el crédito; del coste de captación del pasivo o de algún tipo de interés referencial; y del plazo, riesgo, garantía, volumen de inversión a financiar, etcétera. Con alguna excepción, ello hará inviable la actual parcelación en sectores y líneas típicas de crédito.
- Como rara vez las subvenciones alcanzan su objetivo último, racionalizar y coordinar la política de subvenciones explícitas al tipo de interés. Ello requerirá sustituir en la medida de lo posible la actual protección implícita (todo el crédito nuevo actual, cinco o seis puntos con respecto al mercado) por subvenciones presupuestarias cuyo coste sea evaluado para el futuro año a año.
- Por el lado de la captacion de recursos, y hasta que empiece a dar fruto la flexibilización propugnada, coordinar la actuación del crédito oficial con el Tesoro y desarrollar los instrumentos y mercados.
Causas de la crisis
Miguel Martín situó en el inicio de la pasada década los antecedentes de la crisis del crédito oficial, que alcanzó, el año pasado su máxima cota, al desaparecer prácticamente sus beneficios consolidados del crédito oficial, a pesar de que los anticipos de Tesoro superaron los 100.000 millones de pesetas.Muy en síntesis, recordó que, en el período 1971-1976, tras el parón por la resaca que provocó el caso Matesa en 1969, la expansión del crédito oficial fue menor que en los años sesenta. Pero crecieron mucho más los recursos a bajo coste (anticipos del Tesoro y cédulas de suscripción obligatoria para los bancos al 4,5%), al tiempo que los tipos de interés subían del 5,9% al 8,6% de promedio. La consecuencia fue el aumento de márgenes y beneficios.
La llegada de la democracia política coincidió con un fuerte crecimiento del crédito oficial, para atender mejor a las prioridades de política económica (vivienda, energía, exportación), dadas prácticamente por el resto del sistema, pues la exportación tiene mínima cobertura, las cajas de ahorro empiezan a desentenderse de su gran dedicación a vivienda y la banca hace lo propio con el crédito naval. Miguel Martín subrayó en este contexto que los Pactos de la Moncloa introdujeron una política decidida de liberalización, con mayor recurso del crédito oficial al mercado, lo que contribuyó a encarecer los recursos, frente a la inmovilidad de los tipos activos (los más altos están al 11%). El resultado fue la pérdida del equilibrio financiero, acentuado por el aumento en la remuneración de las cédulas suscribibles por las instituciones financieras, que después de superar los 900.000 millones (le pesetas acaban de alcanzar una remuneración del 7,25%, al tiempo que se refuerzan mecanismos sustitutorios.
De los datos expuestos por el presidente del ICO y de la memoria financiera del Instituto, se extrae la conclusión de que, si el crédito oficial consolidado no ha tenido ya pérdidas, es porque el porcentaje de captación de recursos de mercado se ha reducido ligeramente en los tres últimos años, después de alcanzar casi la cuarta parte en 1979 (los Pactos de la Moncloa fijaban como objetivo anual la tercera parte). La medida se ha reforzado con la desaceleración de autorizaciones de crédito.
El beneficio neto consolidado cayó el año pasado de 6.482 a 1.409 millones, aunque sólo tras compensar los 5.228 millones de pérdidas por diferencias de cambio.
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