Rojas Marcos deja la direccion del PSA tras el desastre andalucista en las elecciones autonómicas
El comité nacional del Partido Socialista de Andalucía (PSA) aceptó ayer la dimisión presentada por su secretario general, Alejandro Rojas Marcos, como consecuencia del desastre electoral sufrido por los nacionalistas el pasado domingo, al obtener sólo tres de los 109 escaños en el Parlamento andaluz. Luis Uruñuela, alcalde de Sevilla, pasará con toda probabilidad a hacerse cargo de la secretaría del partido. El comité continuaba durante la tarde de ayer la reunión extraordinaria iniciada el martes y que sólo se ha interrumpido varias horas en la madrugada de ayer, en medio de una fuerte polémica que no ha trascendido hasta ahora a la opinión pública.
Ayer se hizo público un escueto comunicado dando cuenta de que Rojas Marcos, tras hacer un informe detallado sobre los resultados electorales, había presentado su dimisión y que el comité acordó proponer a Luis Uruñuela como secretario general. Uruñuela es alcalde de Sevilla y el único diputado del PSA en el Parlamento andaluz por esta provincia.El propio Alejandro Rojas Marcos, que figuraba en el puesto número dos de la lista nacionalista por Sevilla, no pudo salir elegido, lo que da una idea de la espectacular pérdida de votos del PSA en las elecciones autonómicas. El alcalde era también hasta hoy presidente del PSA, cargo para el que fue propuesto por Rojas Marcos, en lo que algunos medios políticos consideraron en su momento una maniobra de éste para quitarle influencia y capacidad de maniobra dentro del partido.
El PSA ha convocado para mediodía de hoy una conferencia de Prensa a fin de exponer su análisis de la situación política y dar cuenta de las razones de la dimisión, voluntaria u obligada, de Alejandro Rojas Marcos. Acerca de la candidatura de Luis Uruñuela, es la comisión permanente del partido, máximo órgano representativo entre congresos, la que debe adoptar la decisión final, aunque no existen muchos motivos para dudar de que el alcalde será quien sustituya al polémico líder nacionalista. Después de no conseguir ni un solo escaño en las elecciones generales de 1977, a las que concurrió en coalición con el PSP de Tierno Galván, el PSA dio la gran sorpresa en 1979, al obtener cinco escaños y grupo parlamentario propio en virtud de un pacto suscrito con el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez. Ahora la sorpresa ha sido la inversa, puesto que nadie auguraba un derrumbe tan estrepitoso como el sufrido por el PSA el 23 de mayo, en que ha quedado reducido a ser la quinta fuerza política en toda Andalucía, excepto en Cádiz, permaneciendo su representación en el Parlamento autónomo congelada a un nivel casi simbólico.
La crisis del partido
Entre estas últimas confrontaciones, el PSA vivió la más grave crisis de su historia, a raíz del arreglo entre Rojas Marcos y Martín Villa en el Congreso de los Diputados para sacar adelante el proceso autonómico andaluz, bloquedo por la falta de apoyo popular en la provincia de Almería. La llamada vía del artículo 144 de la Constitución, que para el PSA fue la que permitió el desbloqueo y la conquista de la autonomía plena, le acarreó a los nacionalistas durísimas críticas políticas de sus competidores y un deterioro notable de su imagen andalucista.
El pacto con Martín Villa hizo renacer las denuncias de presuntas connivencias PSA-UCD formuladas intermitentemente por la izquierda estatal, para la que siempre ha estado claro que en las generales de 1979 los nacionalistas andaluces contaron con la ayuda, incluso financiera, del entonces vicepresidente de Gobierno, Fernando Abril Martorell, que habría encontrado así una buena formar de frenar el ascenso socialista. Este extremo lo ha desmentido reiteradamente Rojas Marcos.
Pero a nivel interno la crisis fue aún peor. Siete dirigentes nacionales fueron expulsados a finales de 1980 por sus críticas a esta y otras posturas de Alejandro Rojas Marcos y, en general, a lo que estimaban ambigüedad ideológica y política del partido. El movimiento de solidaridad generado en torno a estos siete líderes dejó al PSA prácticamente sin organización en Granada y Huelva y con problemas en otras provincias.
Por su parte, y dentro del ámbito de las consecuencias de las elecciones andaluzas, el secretario general de UCD de Andalucía, Carlos Rosado, ha anunciado que pondrá su cargo a disposición del comité regional centrista, que se reúne el próximo martes. Rosado ha asegurado que esta decisión es más responsable y menos dramática que la dimisión y que para él está fuera de dudas la necesidad para España de UCD como partido de la moderación y la reforma. Carlos Rosado fue elegido secretario regional de UCD en el congreso que esta organización celebró en Torremolinos en 1981, en el que también fue elegida presidenta de los centristas andaluces la actual ministra de Cultura, Soledad Becerril, quien hasta el momento no ha tomado ninguna iniciativa en relación con su responsabilidad en la derrota del partido que preside
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