Antonio Machado
También la verdad se inventa. Lo dice uno, mayormente, con palabras de don Antonio Machado, porque es que parece una verdad inventada. O sea, que el día 28 salen a subasta; en Durán, unos manuscritos de don Antonio Machado, con una cifra de salida de un millón de pesetas.Toma castaña. ¿Cuándo vio don Antonio, el poeta pobre que le contaba las sílabas a la armonía de su sagrada selva por los dedos, como la cuenta de la vieja, en el Café de las Salesas, cuándo vio un millón junto, ni de nombre, el poeta de fideo en la solapa y caspa de España en el alma? Caminante, no hay camino; se hace camino al andar.
Un millón de pesetas, por en tonces, cuando Machado recontaba sílabas en las Salesas, como una vieja rezando el rosario por los dedos, como un Verlaine español, genial y de segunda enseñanza, un millón de pesetas, digo, por entonces, sólo lo tenían don Juan March, Romanones y el Duque de Alba. O sea, así, de tenerlo a mano, de tocarlo.
El legado/Durán consta de veintiún cartas dirigidas al matrimonio de poetas, Ernestina de Champourcin (a la que todavía saludé poeta y señora, vuelta del exilio como de un luto, o a la inversa, la noche en que llegué al Café Gijón) y Juan José Domenchina, que Gerardo Diego siempre defendió como gran sonetista. Asimismo, hay entre los manuscritos dos artículos sobre el 14 de abril en Segovia y Valencia y unos,cuantos poemas en original. La guapa gente de Serrano va a pagar un kilo por cuatro letras de un poeta republicano, entre las que hay, para más grave ironía, dos artículos de salutación a la República. Entre el vivir y el soñar, hay una tercera cosa: adivínala.
Uno espera que, cuando menos, esos manuscritos los adquiera el Ministro de Cultura (la Biblioteca Nacional no tiene un clavo), salvo el muy respetable y admirable fervor adquisitivo de algún machadiano anónimo o ilustre. Un millón de pesetas, oiga, que en tiempos del poeta eran como unos veinte millones. Alamos de la ribera, liras de la primavera, como quien dice. Y don Antonio Machado, último gran poeta del XIX y poeta cívico del porvenir, de "la España que no pudo ser", don Antonio Machado, mientras tanto, viviendo de cafés de recuelo, pasados por la media negra de una bruja de Goya, y del sueldo del Ministerio, que no acababa de llegar. Palacio, buen amigo, por Soria andará ya la nieve pura. Algo así. Qué más da. Poesía es hacer "de la prosa, otra cosa". Política es hacer de un alto poeta el zapatero remen dón de la poesía, en el portal de España, según foto postrera que tiene en su casa Paco Ordóñez. Nuestra gran derecha considera, sin mala intención (como John Wayne a propósito de los indios) que el mejor poeta es un poeta muerto. Gana lectores y sube de precio.
A don Antonio Machado -no sé, vamos, digo yo-, quizá no le hubieran dejado entrar en la Sala Durán, o quizá sí, que es Sala liberal y por tal la tengo. Pero está lo de su "torpe aliño indumentario". Una frase demasiado bien aliñada como para ser verdad. Machado se disfrazaba de pobre, por pudor, para ocultar que era auténticamente pobre. Y todavía la otra noche, por la teletonta , cuatro ilustres periodistas le preguntaban a Cela, con resabio pillo, impropio de todos ellos, si se había "puesto las botas escribiendo". Aquí pueden ganar dinero la folklórica, la meretriz, el prestamista con casa abierta en la calle de Alcalá, pero que gane dinero el escritor es cosa que cabrea mucho al personal. (Que no gane dinero es cosa que sólo cabrea a su familia.)
Campo, campo, campo: entre, los olivos, los cortijos blancos. Y Escuredo proclamándose socialdemócrata. Falso que nuestrajet sea inculta. Nuestra jet/society, nuestra haigh/haigh es culta con un siglo de retraso. Lástima que el escritor no sepa esperar tanto y se muera antes, porque, al final, cobrar se cobra.
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