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Reportaje:Andalucía, provincia a provincia / 2

Sevilla, la cuna del socialismo renovado

En Sevilla, durante los años sesenta, se estableció una industria metalúrgica y aceitera que hizo concebir grandes esperanzas y dotó de cierta prosperidad económica a la provincia. La construcción, verdadero boom de aquella década, empleó abundante mano de obra y movilizó un alto porcentaje de empresas auxiliares. Sin embargo, la crisis de 1.975 desbarató la mayoría de los proyectos. Sevilla está pagando ahora, con una inflación preocupante, una tasa alta de parados y una tensión social casi constante en el campo -sólo mitigada por los fondos del empleo comunitario-, la ausencia de planificación y de solidez en las empresas creadas en plena euforia de lo que se llamó la "década prodigiosa". En esta situación, esta provincia, que es la cuna del nuevo socialismo español -sus principales líderes nacionales son sevillanos o proceden políticamente de la escuela sevillana nacida en torno a Felipe González- aborda la cita electoral del 23 de mayo. La fuerza del socialismo andaluz cuenta en esta ocasión con la ventaja añadida de la ausencia de Manuel Clavero Arévalo en las filas de Unión de Centro Democrático.

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La provincia, en cifras

El poder político de esta provincia está bastante escorado hacia la izquierda, de acuerdo con la voluntad ciudadana expresada en las urnas. La representación popular en el Congreso de los Diputados la ostentan, desde 1979, cuatro parlamentarios del PSOE, cuatro de UCD (en realidad tres, tras la defección de Manuel Clavero), dos comunistas y dos del Partido Socialista de Andalucía. Con respecto a 1977, socialistas y centristas perdieron muchos votos -49.000 y 32.000- respectivamente y un escaño cada uno, justamente los dos que lograron los nacionalistas. La parcela senatorial se la reparten los partidos mayoritarios (tres, PSOE; uno, UCD), sin que las parciales, celebradas en noviembre de 1980, para cubrir la vacante dejada por Fernández Viagas, alterase este equilibrio. AP ha permanecido como grupo extraparlamentario en las dos ocasiones.Gracias al pacto de la izquierda y su puntual extensión en la provincia al PSA y al extinto PTA, el PSOE detenta en sus manos 37 alcaldías y el PCA, veintisiete, en tanto que UCD ha quedado reducida a diecinueve, a pesar de haber obtenido en las urnas más concejales (446) que los socialistas (402). El resto de las presidencias de ayuntamientos se lo reparten, a mucha distancia, PSA, PTA, la candidatura unitaria de trabajadores y los independientes. Coalición Democrática sólo pudo hacerse con una alcaldía, la de Olivares.

Socialista es también el presidente de la Diputación merced a la aplicación del pacto PSOE-PCE. Los ucedistas, con trece diputados frente a nueve del PSOE, seis, del PCA; uno, PSA, y uno, PTA, fueron apeados también del mando de esta Corporación por mor de un pacto que ahora es utilizado como arma arrojadiza por la propia UCD y los empresarios. Dentro de esta acreditada tendencia a la izquierda, la provincia aparece muy equilibrada desde el punto de vista geográfico; solamente cabe hablar de dos feudos comarcales rotundamente establecidos: el del PSOE en la sierra norte y el de UCD en el Al-Jarafe, este último con más de veinte pueblos. La capital y su entorno siguen la tendencia global a la izquierda, pero muestra también la presencia de un abultado electorado de centroderecha, y hay que tener en cuenta que aquí se concentra la mitad de la población provincial.

El poder político de la izquierda en Sevilla se encuentra acentuado por una caractieiÍstica singular: esta ciudad ha sido la cuna de los grandes lideres del socialismo renovado. El origen andaluz, sevillano concretamente, de Felipe González, Alfonso Guerra y Luis Yañez contará en la campaña, de igual manera que contó el nacimiento de Manuel Fraga en Villalba, (Lugo), cuando se celebraron, el pasado octubre, las elecciones regionales al Parlamento de Galicia.

Hay que indicar que en Sevilla capital el pacto municipal tuvo características muy especiales. Aunque en buena lógica aritmética, al PSA le correspondía la alcaldía de Granada, este partido exigió la de Sevilla, donde el PSOE le aventajaba en votos, como condición indispensable para secundar el pacto. De esta manera, los nacionalistas lograron dirigir la capital más populosa de Andalucía, haciendo pasar a los socialistas un mal trago político, que ha salido a relucir muchas veces en estos tres años de gobierno municipal.

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Alianzas distintas para Uruñuela

El alcalde de la ciudad, Luis Uruñuela, ha sido consecuente con la idea de que el acuerdo sólo tenía por objeto repartirse el poder en el Ayuntamiento y ha practicado una política bastante autónoma, enfrentándose al PSOE y al PCA y alineándose con UCD en temas tan relevantes para Sevilla como el macro plan urbanístico del polígono Aeropuerto o los centros de planificación familiar. A través de la Diputación, que dominan, los socialistas del puño y la rosa han dado algún que otro palmetazo en la mano abierta que simboliza al PSA. Gozando de finanzas saneadas y con un papel político mucho más cómodo, el presidente de la Diputación, Manuel del Valle, ha podido desplegar iniciativas culturales rentables, adelantándose al Ayuntamiento en la concesión de su medalla de oro al ilustre Ramón Carande y robándole protagonismo en el Festival Internacional de Cine de Sevilla que, en gran medida, se basa en la imagen atractiva de la capital en todo el mundo. Precisamente, la Diputación ofrece un ejemplo insólito de no aplicación del pacto de la izquierda.

Desde el punto de vista productivo, la economía sevillana aparece desequilibrada, con una inflación exagerada del sector servicios y una agricultura a la que aún no se le ha sacado toda su potencialidad (813 fincasde más de trescientas hectáreas disponen de la mitad de las tierras labradas). El boom económico se vivió entre 1960 y 1974 sobre la base de la industria metalúrgica y todo lo que surgió a su alrededor, la expansión de industrias tradicionales, como el aceite y la aceituna de mesa donde entró abundante capital extranjero, y la construcción.

El modelo quebró al llegar la crisis internacional sin que se hubiese racionalizado el mercado ni promovido una industria agroalimentaria sólida, que era la más adecuada a las condiciones de la provincia. El mercado de la edificación quedó saturado, se demostró la inmediatez de muchas inversiones especulativas y quedó al descubierto un sector servicios tercermundista. El comercio sufrió las consecuencias de un auténtico aluvión de hipermercados. Todo se vino abajo menos el paro, que subió espectacularmente. En marzo de 1982, afectaba a 106.851 trabajadores, de los que nada menos que 23.316 pertenecían a la construcción y 22.488 eran jóvenes en busca de su primer empleo.

El poder económico real se vincula en Sevilla a capitales procedentes del sector agrario -donde el principio de subsidiariedad se está aplicando en beneficio de los grandes intereses-, pero que se han implicado en negocios financieros e industriales, sin olvidar la fuerza de los constructores y comerciantes a gran escala. Apellidos como los Benjumea, Ibarra, Pablo Romero, Rojas y otros, siguen teniendo un peso específico .en la economía sevillana. Los Bancos de Sevilla y Andalucía constituyen importantes centros de decisión a este nivel.

Algunos destacados protagonistas de la vida empresarial figuran como candidatos en las lisias de centro y derecha. El número tres de Alianza Popular es el presidente de la Cámara Agraria Provin.cial, José Jerónimo Enrile. La candidatura de UCD la encabeza José M. Muñiz, vicepresidente ejecutivo de a Sociedad para el Desarrollo Industrial de Andalucía (Sodian) y hombre vinculado al mundo empresarial. También están entre los primeros candidatos centristas el ex presidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos, Javier López de la Puerta, gran especialista en el campo andaluz y a quien los jornaleros del SOC.Ie ocuparon una finca años atrás, y el terrateniente Leopoldo de la Maza, conde, alcalde de Morón y presidente de la Unión de Criadores de Toros del Mediodía y Portugal, así como Jaime de Pablo Romero, director general adjunto de la Caja de Ahorros San Fernando. Es de resaltar que otro terrateniente, Ignacio Vázquez, va en la lista del Partido Comunista de Andalucía.

La patronal organizada está, en general, alineada con la Confederación de Empresarios de Andalucía, cuyo vicepresidente es el sevillano Juan Salas, uno de los líderes patronales más beligerantes contra el PSOE. Igual ocurre en el sector agrario, donde la asociación de agricultores y ganaderos (CNAG) domina muy por encima de la COAG. La derecha es también hegemónica en las cámaras agrarias, cuyo presidente provincial es el ya citado Enríle, que en carta reciente a las cámaras locales anunciaba su viaje electoral a cada pueblo y anunciaba: "En estas visitas espero vuestra colaboración hasta donde os sea posible, como siempre, teniendo en cuenta que sólo me guía y me guiará el interés de los agricultores y ganaderos".

Otro hombre de AP, el número uno de su lista, recibió el apoyo indirecto de una cofradía, la de los estudiantes, que acordó por unanimidad concederle su medalla de óro poco después de que dimitiese como hermano mayor precisamente para acudir a la arena electoral. Pero aparte de este caso tangencial, las hermandades, poderosas en esta ciudad y hegemonizadas por la derecha, se han mantenido al margen de la lucha política. Por su parte, la Iglesia -institución, con el cardenal Bueno Monreal al frente- ha sido muy cuidadosa oficialmente, remitiéndose a su pastoral del 17 de abril.

Muchos religiosos y religiosas han participado, por otro lado, en la campaña de los centros privados de enseñanza dirigida también contra los partidos progresistas. También es perceptible la inclinación conservadora de la Prensa local.

En otro orden de cosas, Sevilla fue tradicionalmente la abanderada del sentimiento autonomista, difundida a partir de la actuación sevillana del malagueño Blas Infante por el grupo de intelectuales que daría lugar al PSA.

Llegó a pensarse en ciertos ambientes que el andalucismo era un invento sevillano.

La situación cambió, no obstante, en el referéndum del 20 de octubre de 1981, cuando se aprobó el Estatuto.

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