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Hoy, elecciones generales en Santo Domingo

Un exegeta del dictador Trujillo

Joaquín Balaguer, de 75 años, doctor en Derecho y graduado en Economía Política por la Sorbona, inició su carrera bajo la dictadura de Trujillo, de quien fue un ferviente exegeta. Esto le valió varios ministerios y la vicepresidencia del país. Después de la invasión norteamericana de 1965 ganó las elecciones del año siguiente y repitió su triunfo en dos ocasiones, hasta completar doce años en la presidencia.A los logros de estos años dedicó su última intervención preelectoral. Hizo un recuento de pantanos inaugurados, viviendas construidas y parques abiertos. Apeló a la memoria. de los dominicanos para que antes de votar "recapaciten si viven mejor ahora".

Admitió que en cualquier caso no se puede esperar una inmediata restauración de la economía en las actuales circunstancias de caos internacional, pero prometió iniciar el camino hacia la rehabilitación. Todo esto, sin explicar el cómo ni el cuándo.

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En su permanente revival dijo también que en 1966 había encontrado las arcas del Estado vacías y que unos meses más tarde ya estaba recaudando entre setecientos y mil millones de dólares anuales, pese a haber encontrado un país en ruina por la reciente guerra civil y "los estragos dejados por una invasión extranjera" (a la que apoyó en su día).

Hoy, como entonces, consideró que tendrá que acometer la tarea de gobierno con los mismos objetivos: "Someter a la oposición del PRD y a los empresarios de la violencia organizada".

En línea con la tradición caudillista americana, se declaró como un hombre no perteneciente a ningún partido, carente de cualquier compromiso que no sea con su pueblo.

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Con sus ojos vacilantes ante las cámaras de televisión admitió que se presentaba a sus compatriotas con mi "visión irremisiblemente mermada". Este era el primer reconocimiento público de su casi total ceguera, que él trata de minimizar diciendo que no va a ir al Palacio Nacional a insertar agujas ni a hacer ejercicios de tiro al blanco. Resultó patética la enumeración que hizo de jefes de Estado a los que sus achaques físicos no habían impedido ejercer el poder.

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