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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La toma del Rastro

EL DESPLIEGUE policial para la toma del Rastro ordenado por el jefe superior de policía de Madrid, Gabriel García Gallego, habría quedado reducido a la condición de un episodio grotesco si no fuera por los perjuicios ocasionados, a varios centenares de ciudadanos -que pagan esos impuestos que permiten cobrar a fin de mes -a todos los funcionarios del Estado, incluídos los miembros de los cuerpos de seguridad- y por las serias implicaciones de carácter anticonstitucional e ilegal que presentan la decisión adoptada en las alturas y la forma de darle cumplimiento a ras de tierra. El rostro de la arbitrariedad y la irresponsabilidad gubernativas, que sustituyen la custodia del orden público por la imposición del desorden según criterios particulares y privados, hizo su aparición nuevamente en la mañana de un primaveral domingo madrileño para intimidar, detener y encarcelar a quinientas personas y convertir una de las zonas más populares de la capital en objetivo de una redada tan intolerable como absurda.La conjetura de que el Rastro es una terminal de distribución al por mayor de drogas duras y drogas blandas y una especie de lugar de encuentro de peligrosos delincuentes internacionales ha quedado ridiculizada por el tartarinesco inventario -23 navajas, 115 gramos de hachís, 10 dosis de LSD y 5 papelinas de heroína- de la aparatosa invasión de esa isla de asfalto. Entretanto, armas mucho más peligrosas que las navajas siguen escondidas en depósitos que la policía no descubre y las redes de importación y venta de heroína, protegidas por obscuros poderes, siguen funcionando en una práctica impunidad. No hay peor manera de ocultar las propias deficiencias que simular eficacia mediante espectaculares maniobras de diversión condenadas de antemano al fracaso. Pero incluso aunque el botín incautado hubiera sido mayor y el Rastro fuera frecuentado por un número mayor de traficantes y camorristas, la redada ordenada por García Gallego incurre en graves sospechas de ilegalidad. El artículo 17 de la Constitución establece que "toda persona tiene derecho a la libertad y la seguridad", que "nadie puede ser privado de su libertad sino en los casos y en la forma previstos por la ley", que cualquier persona detenida "debe ser informada de forma inmediata, y de modo comprensible, de sus derechos y de las razones de su detención" y que "se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias policiales". La detención indiscriminada y violenta de 526 personas, sin más criterio orientador para la sospecha que el desaliño indumentario o la juventud, muestra que el prontuario del ministro del Interior para denunciar como posible terrorista a cualquier muchacho descorbatado y de aire poco convencional ha tenido tal éxito entre los funcionarios de su departamento que esas presunciones de culpabilidad pueden extenderse, para beneficio indirecto de los establecimientos especializados en la moda de vestir hortera, e cualquier otra actividad delictiva.

El Rastro es, desde hace muchísimos años, como cualquier guía turística puede acreditar, un lugar habitual de paseo dominical para miles de madrileños, con frecuencia acompañados por su prole, que no buscan drogas sino gangas y que no conocen más delincuentes o traficantes que los actores de las películas. Sin duda, en ese hormiguero humano no faltarán drogotas y navajeros y, por el cálculo de probabilidades, también estarán representadas las mas diversas formas, imaginables de desviación social. De seguir ese mismo criterio estadístico y aleatorio, sin embargo, mucho tememos que la estrategia contra el vicio y la delincuencia del jefe superior de Policía elija como escenario de sus futuros desembarcos la Gran Vía madrileña, de preferencia un sábado por la noche a la salida de los cines, el Parque del Retiro o las verbenas de primavera, tal como ya hizo anoche, sin duda en un ensayo general premonitorio. Algunas fuentes oficiosas de la Dirección de la Seguridad del Estado han filtrado que la toma del Rastro es una medida misteriosamente conectada con el Campeonato Mundial, cuyo primer partido en la capital se jugará el 28 de junio. Brindamos al señor García Gallego, en el supuesto de que para esas fechas continúe desempeñando un cargo del que debería ser de inmediato cesado, la brillante idea de que vaya preparando, para tal ocasión, una gigantesca redada destinada a detener, a las puertas del Bernabéu o del Manzanares, a cientos, a miles o a decenas de, miles de jóvenes y gente mal trajeada como sospechosos de casi todos los delitos tipificados en el Código Penal. Así como el mejor procedimiento para curar las jaquecas es cortar a los paciente la cabeza, la forma más rápida de acabar con la delincuencia sería meter entre rejas a todos los que presenten el mas leve indicio corporal o indumentario de propensión al crimen o al vicio.

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