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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El derecho a la sexualidad

Vivimos en una sociedad dominada por dos grandes potencias que nos están llevando a la moderna guerra nuclear, a la bomba de neutrones y a un largo etcétera, en la cual el individuo está pasando a un segundo término, llegando a distintas escalas dentro de él mismo.Por tanto, esto nos lleva a la aproximación de una percepción superficial donde se crean escalas dentro del ser humano como es lo exterior o, mejor dicho, la fachada, por ejemplo, la belleza, la estética, lo bonito. Dentro de esto entran los sectores marginados, que entre los cuales estamos los llamados minusválidos, que padecemos una anormalidad dentro de nuestro sistema físico, bien a nivel cerebral, bien a nivel muscular o un largo etcétera. Dentro de todo esto están nuestros -sentimientos como personas, queriendo superar todas estas barreras, que te están hundiendo.

Viendo una realidad candente que yo como minusválido no tengo derecho a vivir normalmente, los sentimientos y deseos que tengo en un momento dado, como cualquier individuo en su relación de pareja, para mí, es decir, para el minusválido, está prohibido o apartado "el derecho a realizarse sexualmente".

Realizarse implica tener acceso a sentir que tu soledad está compartida con otra persona, huyendo del individualismo, que esta sociedad como tal nos quiere marcar, y que nosotros, como cualquier ser humano, rechazamos.

El sentirse enamorado, para el minusválido, tiene como consecuencia inmediata el no poder realizar otros factores, ya que esto le lleva a una obsesión profunda que no le deja cumplir otros aspectos tan importantes o más dentro de su vida, como son el trabajo, los estudios o la convivencia normal con sus amigos, ya que está muy metido en el problema sentimental hacia una persona concreta.

Tú, que ahora mismo estás leyendo el periódico y motivado por estas líneas dentro de un poco, tal vez recibirás una llamada telefónica de tu compañera o compañero -no quiero identificar en estos momentos si eres chica o chico- y te dirá:

-¡Hola! ¿Cómo te encuentras?

Y tú te emocionarás de alegría y empezaréis a charlar, quedaréis esa tarde para ir al cine o veros con los amigos, o simplemente para estar juntos, para vivir esos deseos que tenéis los dos y para otras muchas cosas más.

Esto el minusválido no lo ha sentido, y su soledad es mucho más profunda que la de cualquier otra persona, ya que llega un momento necesario para este ser humano el tener esta relación. Tal vez para mí, como persona minusválida que soy y con una cierta edad cumplida, sea demasiado tarde vivir lo que en la adolescencia sintió cualquier otro joven.

La persona minusválida, aparte de tener estas dificultades que se han especificado más arriba, unos más y otros menos, podemos llegar a realizar dichos factores; pero su anulación, como ya os habéis dado cuenta, está en el problema de la pareja. Viendo una anulación clara y latente en este sentido, que llega un momento en el que te importa poco cualquier otra cosa.

Hay algunos momentos en esta vida que te motiva algo, que luchas con todas tus fuerzas para que se realicen y, por tanto, vas saliendo adelante. Muchos minusválidos, con una disminución, han logrado, o vamos logrando, hacer los estudios básicos: BUP o incluso acceder a la universidad.

Pero esto es un tipo de materialismo que más o menos se termina cumpliendo. Y la pregunta está "en si nosotros podemos vivir esa integración que implica el día de mañana formar la relación que necesita toda persona". Es decir, tener un puesto de trabajo y vivir en definitiva como lo que uno desea, llegando a encontrar la felicidad. Pero yo, ahora mismo, se me empieza a plantear la gran incógnita de que si nosotros tenemos derecho a acceso a todo lo planteado.

Esto en la utopía podríamos decir que porque no lo podemos vivir, pero está la gran realidad expuesta al principio, en la que podríamos decir que primero llega a la base terrestre.

En consecuencia, el ser anormalizado no es capaz de formar parte del maratón que tiene origen en la tormenta, quedándose desgarrado entre la atmósfera sin saber dónde está su puesto o, mejor dicho, sabiendo que él podría formar parte de esas gotas que integran la tormenta, pero que se le aparta porque superficialmente está flaquísima e incluso ni se le ve en esta partida, llegando a quedar en la soledad que le han impuesto por no cumplir el prototipo definido y exigido en la inscripción.

Consecuencia de todo esto, y analizando lo expuesto, se podría o podríamos llegar a la conclusión que nosotros, minusválidos, tenemos un relativo acceso a lo que se necesita para sentirse, no digamos plenamente realizados, porque eso nadie lo consigue, pero sí realizados y a gusto contigo mismo.

Manuel Andrés López es orientador sociocultural.

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