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Irritación generalizada en Bonn contra el reajuste gubernamental de Schmidt

Tras varias semanas de rumores y continuo tira y afloja, el canciller federal alemán, el socialdemócrata Helmut Schmidt, consiguió al fin renovar su Gabinete, donde cambió a tres ministros de su propio partido (SPD) y dos secretarios de Estado en el equipo de la Cancillería Federal.

Lo que estaba previsto como una renovación del Gobierno Federal, para dar nuevos impulsos a la política, se ha convertido en algo que hasta los mismos socialdemócratas califican de chapuza. En vez de sacar a relucir nueva energía, Schmidt dio las últimas semanas una sensación absoluta de indecisión e impotencia política.Hasta en las filas del SPD se criticó abiertamente el método seguido para renovar el Gobierno. Willy Brandt, dijo que la renovación duraba demasiado tiempo.

La ministra de Salud, Familia y Juventud, Antje Huber, se hartó del juego y presentó la dimisión hace ya dos semanas, cansada de ver su nombre en las listas de posibles cesados. El ministro de Hacienda, Hans Matthoefer, está demasiado enfermo para una cartera tan complicada y ha pasado a ocupar la menos problemática del Ministerio Federal de Correos. También cesó el fracasado ministro de Trabajo, Herbert Ehrenberg, aunque estuvo a punto de librarse por presiones de los sindicatos. Para nuevo ministro de Hacienda el canciller escogió al secretario de Estado en la Cancillería Federal, Manfred Lahnstein.

Al escoger para un ministerio clásico, como el de Hacienda, a Lahristein, un hombre que no es diputado, Schmidt reconoce indirectamente que en todo el grupo parlamentario del SPD no hay nadie capacitado para el puesto. Esto es una afrenta a los diputados en tiempos de crisis económica, cuando el ministro de Hacienda necesita un fuerte apoyo en el Parlamento. Para el Ministerio de Trabajo, Schrnidt escogió al diputado Heinz Westphal, largos años diputado y experto en presupuestos. El Ministerio de Salud, Familia y Juventud pasará a manos de otra ministra, la diputada y hasta hoy secretaria de Estado del Ministerio de Trabajo, Anke Fuchs.

La falta de imaginación y recursos del canciller quedó más claramente de manifiesto en la renovación de su equipo en la Cancillería. En sustitución del secretario de,Estado en la Cancillería, Gunter Huonker, viene su antecesor, Hans-Juergen Wischnewski. El desafortunado por tavoz del Gobierno, Kurt Becker, ha sido también sustituido por su antecesor en el mismo cargo, Klaus Boelling, que deja su puesto de representante de Bonn en Berlín Este.

La forma en el cese de Becker, con una ausencia total de delicadeza y buen gusto, ha despertado las críticas de los más curtidos corazones de Bonn.

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