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Persiste el desacuerdo interno en la CEE

Soledad Gallego-Díaz

Los ministros de Asuntos Exteriores y de Finanzas de los diez, reunidos por separado en Luxemburgo, intentaron ayer, una vez más, ponerse de acuerdo en los dos problemas más graves con los que se enfrenta la Comunidad Económica Europea: la reforma interna de la CEE y la posición común de Europa frente a la política monetaria desarrollada por Estados Unidos. La decisión respecto a la postura común de los europeos en la próxima cumbre de países ricos, que se celebrará en Versalles (Francia) el próximo mes de junio, quedó pospuesta hasta el 17 de mayo, en la que los diez volverán a reunirse.

La solución del problema británico -es decir, la aportación de Londres al presupuesto financiero de la CEE- será estudiada de nuevo hoy en una sesión de trabajo a la que se espera que asista, al menos durante un paro de horas, el titular británico de Asuntos Exteriores, Francis Pym, retenido en Londres a causa de la crisis de las Malvinas.El ministro belga, Leo Tindemans, que actúa de presidente de turno del Consejo comunitario, ha anunciado ya que si no detecta inmediatamente una auténtica voluntad política de llegar a un acuerdo levantará la sesión y anulará la convocatoria del Consejo de Ministros de Agricultura, que debe reunirse en el gran ducado mañana miércoles, para debatir el aumento de los precios agrícolas'.

El problema más urgente con el que se enfrenta la CEE es, precisamente, el aumento de los precios agrícolas, que debía estar en vigor desde el pasado 1 de abril y que ha sido bloqueado sistemáticamente hasta ahora por Londres, con la exigencia de un acuerdo previo para su propio problema financiero. Todos los demás problemas, como la regulación del mercado del vino que exigía Francia o la nueva reglamentación para productos mediterráneos que pedía Italia, quedaron prácticamente resueltos en el pasado Consejo de Agricultura, celebrado en Bruselas pocos días después de que se iniciara la crisis de las Malvinas. En aquella ocasión, la República Federal de Alemania (RFA) no quiso presionar a Londres ni favorecer la impresión de que estaba. aislado en el seno de la CEE y pidió que se pospusieran todos los acuerdos hasta la siguiente convocatoria.

Fuentes oficiosas próximas a la delegación británica señalaron ayer que Francis Pym desearía arrancar hoy de sus colegas europeos un paso que le permita, ante la opinión pública de su país, autorizar un aumento de los precios agrícolas para la campaña que acaba de empezar. El paso sería un acuerdo de principio, en el que, sin entrar en detalles, los diez se comprometieran a solucionar el conflicto del presupuesto británico durante un período de cinco, años. Después, los ministros estudiarían las cifras exactas de: la reducción de que se beneficiarían los ingleses durante ese período.

Las primeras impresiones recogidas en los pasillos del Centro Europeo de Kitrberg indican que ni Francia ni Italia, ni tan siquiera Bonn, desean acuerdos parciales que comprometan la solución futura del problema británico sin entrar al mismo tiempo en el problema más espinoso de las cifras. París ha recordado repetidas veces que, en 1980, Londres recibió de la CEE más dinero del que había ingresado en las arcas comunitarias, debido a un fallo de cálculo de la Comisión Europea. Para evitar nuevos errores y para obligar al mismo tiempo al Reino Unido a modificar su política comercial, adaptándola a los tratados de la CEE, Francia sigue exigiendo una compensación regresiva.

Los diez celebraron ayer una nueva sesión de negociación con Portugal, al que hicieron entrega de un documento sobre unión aduanera en el que se fija una posición comunitaria dura. El documento fue retenido en la sesión anterior por Francia que consideraba que el desarme arancelario, que debe realizar tras la adhesión Portugal, podía ser diferente en el caso del comercio con los diez y con países terceros con los que la CEE tiene acuerdos preferenciales.

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