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El Sinai, restituido

( ... ) Aparte la colosal pérdida estratégica y la de los miles de millones de dólares invertidos en la península, así como la de sus recursos petroleros a lo largo de la costa del mar Rojo y de otras riquezas naturales, lo doloroso para los israelíes es el precedente que sientan al aceptar la retirada -aunque sea derivada de un tratado de paz- cuando nunca quisieron plegarse a la resolución 242 de la ONU, que los apremiaba a abandonar los territorios conquistados en junio de 1967. La retirada no se lleva a cabo sin circunspección porque, en efecto, permanece en las mentes de todos sus ciudadanos la duda de si la paz se mantendrá una vez que Mubarak se haya reconciliado con sus hermanos árabes o una vez que éste haya desaparecido de la escena política.Los israelíes que durante la visita de Sadat a Jerusalén hicieron examen de conciencia y decidieron prestarle toda su confianza aceptan el retorno a las fronteras internacionales con buena voluntad y con la esperanza de que la paz se mantenga.

Entre ellos y los celadores del Gadol Eretz Israel -la Gran Tierra de Israel-, concepto bíblico del que, aunque parezca paradójico, es inspirador el propio primer ministro Menájem Beguin, se ha producido un profundo desgarrón cuya imagen han sido las histéricas escenas de la evacuación por la fuerza del poblado de Yamit. Se puede suponer que los ultrarreligiosos se vengarán de esta humillación en Judea y Samaria -como Beguin llama a la Cisjordania- y levantarán obstáculos infranqueables para la negociacíón con los palestúllos, que, al fin y al cabo, constituye el meollo de todo el conflicto desde la fundación del Estado judío en 1948. Sin negociación con los palestinos, el problema de la existencia de Israel seguirá latente. ( ... )

24 de abril

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