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"Moriremos para que otros vivan", rezan las pancartas de los judíos de Yamit

A las tres de la madrugada de ayer, en Yamit, pequeños grupos de activistas judíos discuten apasionadamente del derecho al suicidio, del honor de la patria y del sacrificio, informa Jacques Pinto, enviado especial de la agencia AFP, uno de los pocos periodistas que hai conseguido permanecer en el Sinaí aún ocupado.

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El primer ministro israelí, Menájem Beguin, afirmó el martes que la cobertura informativa de la retirada de Israel del Sinaí había sido restringida para "evitar derramamientos de sangre".A tan sólo dos metros del coro, en un refugio antiaéreo, están encerrados entre diez y cuarenta discípulos -nadie lo sabe con exactitud- del rabino Meir Kahana, jefe del movimiento de extrema derecha Llga de Defensa Judía, dispuestos a inmolarse si se les intenta sacar de allí a la fuerza.

El rabino Kahana llegó ayer a Tel Aviv, procedente de Nueva York, dónde un helicóptero del Ejército hebreo le recogió inmediatamente para transportarle a Yamit no sin que antes se entrevistase con el jefe de las fuerzas armadas israelíes en el sector sur.

"Diré a Beguln", dijo Kahana, "que Dios Eterno prohibe derramar la sangre y que tiene que paralizar la evacuación".

Beguin prometló en la mañana de ayer a los padres de los extremistas, originarios en su mayoría de Estados Unidos, que no dará una órden de expulslón de Yamit antes de que Kahana haya podido dialogar con sus discípulos que hasta ahora se han negado a conversar con otros rabinos.

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En Yamit se asegura que los candidatos al suicidio, cuyo jefe es un tal Yehouda, son más numerosos de lo que se cree. Al margen de los extremistas atrincherados en el bunker, una mujer se ha encerrado también en unos servicios y afirma tener la intención de inmolarse.

En la puerta del bunker, una pancarta de cartón ha sido colocada por los partidarios del rabino ultranacionalista. En ella se puede leer: "Estamos dispuestos a morir y a luchar por esta tierra que nos ha sido dada por Dios. Nadie tiene el derecho de venderla. Nadie tiene el derecho de regalarla. De aquí no saldremos vivos. Vamos a morir para que otros puedan vivir". Los que han escrito esto tienen entre diecisiete y veintitrés años.

Uno de ellos entregó una copia de una carta manuscrita dirigida a Beguin. En ella, tras recordar el genocidio nazi del pueblo judío, conmemorado el martes en Israel, afirman: "La historia se acordará de usted, no ya por su heroísmo de antaño, sino por el holocausto que está a punto de cometer".

El ejmplo de Massada

Con esta frase, los militantes ultranacionalistas recuerdan lo ocurrido en el año 70 antes de Jesucristo en la ciudad de Massada, cuando novecientos guerreros judíos, que defendían una fortaleza situada al lado del mar Muerto, prefirieron suicidarse antes que rendirse a los romanos.

El catedrático Israel Eldad, compañero de lucha del ministro de Asuntos Exteriores, Yitzhak Shamir, cuando éste militaba en el grupo terrorista judío Stern, grita, por su parte, en el centro de Yamit: "Un puñado de jóvenes va a escribir una de las más bellas páginas de la historia de Israel. Si Massada era un final, Yamit sólo es un principio".

Otros testigos de la resistencia extremista difunden todo tipo de rumores: "El Ejército va a arrasar la ciudad con un bombardeo aéreo o "el Ejército va a cavar una inmensa fosa debajo de la urbe para que se la trague la arena". Todos vaticinan que "se derramará la sangre".

Un grupo de jóvenes, cuentan otros testigos, ha desaparecido con víveres en las dunas del desierto, donde intentarán esconderse hasta que se les encuentre.

Hacia las cuatro de la miñana, Yamit es, sin embargo, una ciudad desierta. Hasta los más radicales han acabado por dormirse. Es la hora escogida por los soldados para, en grupos de cuatro o seis, alzarse hasta los tejados de las casas. Media hora más tarde, sus siluetas se vislumbran con claridad sobre el cielo del desierto. Han tomado Yamit.

El cuerno con el que se llama a la oración suena de madrugada en Yamit. Alguien grita: "¡A las armas!". Pero nadie se mueve. Los resistentes prefieren esperar la llegada del rabino Meir Kahana.

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