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Tribuna
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"Gadafi hizo todo lo que pudo para ponernos clavos bajo las ruedas"

"Gadafi siempre dió su promesa pero nunca la mantuvo", afirma el asesinado presidente egipcio Anuar el Sadat en un capítulo de sus Memorias dedicado al líder de la revolución libia. "La experiencia", añade, "me ha hecho desconfiar de todo lo que dice". Sadat recuerda que Gadafi no le entregó ni el petróleo ni los repuestos de aviones prometidos durante la guerra de octubre de 1973. En un segundo capítulo sobre las relaciones egipcio-soviéticas Sadat saca la amarga conclusión de que él y los dirigentes del Kremlin pertenecen a dos mundo diferentes.

Recordaré siempre los acontecimientos que siguieron al alto el fuego en la guerra de octubre de 1973. Hilal, el ministro de Petróleo egipcio, vino a mí y me dijo: "Todas nuestras reservas de petróleo no durarán más de quince díasLa noticia era un desastre nacional. No habíamos llegado todavía a un acuerdo sobre la retirada de las tropas israelíes; había muchas posibilidades de que la situación explotase y volviéramos a la lucha.

No esperaba nada bueno de nuestro llamado aliado y hermano Muamar Gadafi; mis anteriores experiencias con él me hacían desconfiar de todas sus palabras.

Había prometido enviarnos repuestos para nuestros aviones Mirage, pero nunca llegaron. Una y otra vez empeñó su palabra, pero jamás la cumplió. Afortunadamente no había puesto muchas esperanzas en esas promesas.

Aviones Mirage

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Sabía que la fábrica Dassault, que fabrica los aviones Mirage en Francia, no entregaba repuestos al momento. Había que esperar lo menos seis meses.

Eso fue en agosto, dos meses antes de la guerra, y en plena estación de vacaciones en Europa, cuando las fábricas están cerradas y las oficinas sin gente.

Envié un representante a Francia para que iniciara las negociaciones. Les dije que estábamos dispuestos a gastar un millón de libras esterlinas por encima del precio de coste de las piezas de repuesto. ¿Qué supone un millón de libras contempladas desde un destino como el nuestro? El representante partió para París y comenzaron las negociaciones.

Hombre de confianza

Más adelante, el 4 de octubre de 1973, sucedió que el hombre de confianza de Gadafi, Abdel Salam Jaloud, vino a El Cario.

Le llamé y le dije: "Abdel Salam, acorta tus vacaciones en Egipto, regresa a tu país y dile lo siguiente a Muamar: Se está aproximando la hora de la batalla. No voy a especificar la fecha exacta, pero basta con que sepas que la batalla es inminente. Lo que le pido a Libia es esto:

1. En caso de que Israel bombardease el puerto de Alejandría, se utilizaría el puerto libio de Tobruk como punto de desembarco de los aprovisionamientos para su posterior transporte a Egipto por tierra.

2. Necesitamos cuatro millones de toneladas de petróleo de Libia durante año y medio.

3. Necesitamos piezas de repuesto para los Mirage".

Ya habíamos tomado las medidas necesarias para allanar el camino para la primera petición. Unos camiones habían hecho un viaje de ¡da y vuelta a Tobruk para calcular la distancia y el tiempo necesario para transportar los aprovisionamientos.

El motivo de la segunda petición era que, mientras nos preparábamos para la guerra, era vital cerrar los campos de petróleo Morgan, en el golfo de Suez, ya que resultaban vulnerables a la artillería israelí. Esto significaba que no podríamos autoabastecernos en petróleo.

Esto me trae una anécdota a la cabeza. Sabía que, si cerrábamos los campos Morgan y apagábamos la llama, confirmaríamos nuestras intenciones a los israelíes.

De manera que, para no alertarles, di instrucciones a Hilal, el ministro de Petróleo, de que no apagara la llama más que media hora antes del comienzo de la batalla.

Una anécdota

Hilal me contestó: "Para poder cumplir tus instrucciones debemos tener en cuenta dos alternativas, ante la eventualidad de que los israelíes bombardeen los campos.

La primera es estar dispuestos a sacrificar las vidas de los obreros; la segunda es que, a fin de salvarles la vida, les evacuemos de la zona de peligro antes del comienzo de la batalla".

Le dije a Hilal: "No sacrifiques la vida de un solo obrero, egipcio o extranjero. Pon en práctica tu plan para poder proteger sus vidas. Pero asegúrate de que el campo esté cerrado y la llama apagada media hora antes de la hora cero".

Hasta hoy, todo el mundo desconoce la historia de cómo el ingeniero Hilal, por propia iniciativa, voló por encima de los campos de petróleo un momento antes del inicio de la guerra, como si estuviera realizando un vuelo normal de inspección.

Ningún peligro

Su plan se cumplió a la perfección; ningún obrero se vio expuesto a ningún tipo de peligro.

Y esto me vuelve a llevar a nuestra petición a Gadafi. Había supuesto que aceptaría abastecernos de petróleo durante un año, ya que estaba preparando a mi pueblo para una larga batalla.

En realidad, insistí en aumentar el plazo porque sabía perfectamente que Israel no podría aguantar un conflicto prolongado.

Gadafi acababa de nacionalizar la British Petroleum (BP), la compañía británica de petróleo, la única que tenía campos cerca de la frontera egipcia, con una producción de diez millones de toneladis anuales, que eran enviadas hasta Tobruk para su transporte por barco al extranjero. Le pedí a Gadafi que apartara cuatro millones de toneladas de ese petróleo y que nos lo enviara vía Tobruk.

Ya había tomado precauciones para conseguir piezas de repuesto para los veinticinco aviones Mirage, pero estos aviones gastaban las piezas con una rapidez increíble.

Sin una gran reserva de repuestos no servirían de nada en una guerra. Por eso volví a repetir mi solicitud a Abdel Salam Jalloud, que acortó sus vacaciones y regresó a Trípoli con mi mensaje a Gadafi.

Me contestaron desde Trípoli, y me dijeron: "Estáte tranquilo, hemos aprobado tus tres peticiones".

La batalla comenzó dos días más tarde. Pasó el primer día, y luego el segundo. Entonces recibimos una llamada de Gadafi pidiéndonos que abriéramos la emisora La Voz de los Arabes para que él diera un discurso en apoyo de Egipto y de sus fuerzas armadas.

Acepté, y Gadafi dio un discurso infame, llenándonos de insultos, presagiando nuestra derrota y la victoria de Israel.

Promesas incumplidas

Deseoso de vernos derrotados, Gadafi hizo todo lo que pudo para ponernos clavos bajo las ruedas. Jamás cumplió sus promesas. Enviamos barcos que había prometido devolvernos llenos de petróleo. Tras sólo tres envíos cambió de idea. Para mi sorpresa, los barcos volvieron tan vacíos como habían salido.

Afortunadamente no bombardearon el puerto de Alejandría; en caso contrario, Gadafi se hubiera negado a dejarnos emplear Tobruk. Jamás nos envió los repuestos para los Mirage que había prometido.

Siempre dio su promesa, pero nunca la mantuvo. Estas experiencias me han hecho desconfiar de todo lo que dice.

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