Respuestas a García de Enterría
La carta del señor García de Enterría de 18 de marzo de' 1982 es un modelo de la mentalidad catedrática que gobierna sin descanso nuestra sufrida universidad. Tanto es así, que una argumentación a la contra ofrecerá el modelo de universidad deseable. Vamos, pues, a seguir su hilo de Ariadna para comenzar diciendo que el editorial de EL PAIS me ha satisfecho por completo: sistematizado, verídico y riguroso. Porque el sustrato fundamental es una auténtica lucha de clases: los catedráticos han tenido todo el poder y ven que se les iba a terminar en parte; los demás, que iban a equilibrar muy parcialmente la balanza. Por tanto, lucha de clases descarnada.El problema de los PNN es complejo, naturalmente. Pero ¿quién los ha seleccionado y puesto en la situación actual? Hasta el día de hoy ni uno solo de los penenes ha llegado a la universidad sin el informe previo y selectivo de un catedrático.
Cierto que los catedráticos pretenden hacer ciencia y formar científicos. Pero también lo pretenden los demás, aunque el señor García de Enterría no lo crea. Y por otra parte, si los catedráticos forman científicos, ¿cómo es que el resto de profesores no lo son, habida cuenta que todos han pasado por sus manos magistrales? He ahí un misterio que convendría desvelar públicamente. Y es hermoso el reconocimiento que el citado señor hace de sus maestros. Lo triste para los PNN actuales es que no puedan decir lo mismo de los que han sido sus formadores, la generación del señor García de Enterría.
Luego viene el paternalismo con "los que trabajan conmigo" y el ejemplo moral-predicador del eximio profesor extranjero que le pidió sabio consejo: bastante tonto y vago debía ser el citado extranjero para ignorar nuestra situación universitaria y la que puede derivarse de la LAU.
Mire usted: aquí la cosa está muy clara. Nos han acostumbrado tanto a funcionar por categorías administrativas y burocráticas, que la carta del señor García de Enterría es un ejemplo sangrante de ello; siendo un profesional cualificado, cuando se trata de razonar acerca de la universidad sólo se le ocurren sermones de catecismo, ejemplos piadosos y desprecio de los que no son de su casta, únicos, al parecer, que tienen ideales y tradición.
Sepa, en fin, el autor de la desdichada misiva que "el amor por el país" y la "fidelidad a nosotros mismos" no es exclusivo de los catedráticos, como parece dar a entender en el último párrafo. Todos los ciudadanos españoles y, dentro de ellos, los que trabajamos en la universidad somos buenos patriotas y muy fieles a nosotros mismos. Sólo que esta doble y hermosa situación no nos ciega al extremo de negarla para los demás, ni siquiera para, los catedráticos./
catedrático de instituto y de escuelas universitarias y profesor adjunto de universidad.
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