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Cinco presos se fugan de la cárcel de Carabanchel tras serrar los barrotes y desmontar el cristal antibalas del locutorio

Cinco internos de la cárcel madrileña de Carabanchel lograron evadirse ayer, mezclados entre los familiares que visitaban la prisión, entre las 12,40 horas y las 13,15, hora esta última en que se dio la señal de alarma y se cerraron todas las puertas del recinto penitenciario. Fue esta circunstancia la que permitió que un sexto recluso, que asimismo trataba de fugarse, fuera detenido en la verja de salida. Se trata, al parecer, de tres internos calificados como anarquistas y dos presos comunes, identificados como Miguel Angel Rodríguez Benito, Miguel Angel Pérez Martín, José Antonio Téllez Ruiz, Antonio Sánchez Moreno y Luciano Alvarez Julián. Ayer no pudo obtenerse confirmación oficial de la filiación de los huidos.

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La fuga, según relató a EL PAIS el funcionario encargado de las salidas de los familiares que acuden a visitar a los presos, Jesús Vidal, se produjo de la siguiente manera: a las 12,40 horas de ayer, una vez concluido el primer turno de visitas de los familiares, uno de éstos, al serle requerida la documentación por los funcionarios de la salida, presentó su carné de conducir, en lugar del de identidad, como es preceptivo. Este hecho alarmó a Jesús Vidal: "Tuve una corazonada", cuenta, "y le pregunté que dónde tenía su DNI. Al contestar me que lo había dejado 'por ahí dentro', refiriéndose al interior del edificio carcelario, inmediatamente me di cuenta de que estaba pasando algo raro". No obstante, mientras interrogaban a este hombre y se ponían en contacto con la dirección de Carabanchel, las puertas de salida continuaron abiertas, y todo aquel que presentó su DNI pudo abandonar el re cinto con normalidad. Hasta que descubrieron que las explicaciones dadas, por la persona que sólo disponía del carné de conducir eran incoherentes no se dio la señal de alarma, hecho este que se produjo a las 13,15 horas. En el intervalo de 35 minutos transcurrido entre tanto debieron escaparse los cinco presos mencionados. A partir de la señal de alarma se formó de inmediato a los reclusos, se cerraron todas las puertas y verjas de la prisión y se retuvo a los familiares que aún continuaban en el recinto. En el recuento de urgencia realizado entonces faltaban seis reclusos, todos ellos pertenecientes a la tercera galería, lugar en el que están ingresados los reincidentes. Al registrar e identificar minuciosa mente a los familiares que esperaban en el patio que separa el edificio de la cárcel y la calle se encontró a uno de los internos, Manuel González Polidura, con la documentación preparada para salir camuflado entre los visitantes. De esta manera se evitó la fuga de un sexto recluso que había planeado su huida con los cinco restantes.Cuatro minutos para serrar los barrotes

El método empleado para la evasión fue la rotura de los cristales del locutorio que separan a los familiares del preso, a los que previamente se había desprovisto de la reja de hierro que los protege mediante una lima. Una vez conocida la fuga, se reconstruyeron los hechos en la prisión para calibrar el tiempo empleado por los evadidos. Según informó el citado funcionario Jesús Vida], que se encontraba visiblemente afectado, con una buena lima se tarda exacta mente cuatro minutos en romper el barrote de hierro que cubre el cristal del locutorio, y una vez roto este cristal, que los evadidos hicieron arrancando los junquillos con la ayuda de los familiares, se necesitan cinco minutos para que el cuerpo humano pueda atravesar ese hueco.

Se da la circunstancia de que ayer, aprovechando el puente de San José, se habían trasladado a Madrid cinco autocares con familiares de los presos vascos recluidos en Carabanchel. Actualmente se encuentran en la prisión madrileña 180, entre presuntos miembros de ETA Militar y ETA Político-militar. A raíz de los incidentes de la fuga, se suspendieron de inmediato todas las comunicaciones y se procedió al registro de todas las personas que se encontraban en el interior de la prisión.

Pese a las protestas de los visitantes, tanto de los familiares de los vascos como de los restantes, no se permitió la entrada de ninguna persona al interior de la cárcel. Una mujer joven que quería ver a su marido, delincuente común internado en el centro, comentó a este periódico qiie se iba a su casa a buscar ropa de abrigo para pasar la noche en la puerta de la cárcel.

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Alrededor de las seis de la tarde de ayer, la salida de una ambulancia del hospital penitenciario (situado a muy pocos metros de la cárcel) armó un pequeño alboroto entre los familiares que se resistían a marcharse. Según se informó a este periódico, la ambulancia trasladaba a un hospital del centro de la ciudad, probablemente el situado en la calle de: Diego de León, a un preso que se había clavado una pieza de hierro en el estómago.

A las siete de la tarde, la situación estaba controlada, y las nueve furgonetas de la Guardia Civil que se hallaban estacionadas alrededor del recinto penitenciario desde que se tuvo noticia de los hechos, abandonaron el lugar.

A esa misma hora, los familiares de los presos vascos -que viajaban en cinco autocares- se dirigieron al Juzgado de Guardia para presentar una denuncia por el tiempo que habían sido retenidos en la prisión, alrededor de cuatro horas, y por lo que algunos consideraban trato vejatorio por parte de las fuerzas del orden.

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