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El hundimiento comunista hace peligrar la estabilidad gubernamental en Francia

Nada se puede hacer en Francia con los comunistas, pero tampoco sin ellos. El insoluble dilema que ha caracterizado la vida política francesa contemporánea, enmascarado por la victoria presidencial, en mayo último, del presidente François Mitterrand, ha vuelto a ser de actualidad por el resultado de las cantonales del domingo pasado. La confirmación del hundimiento del Partido Comunista francés (PCF) amenaza seriamente la estabilidad gubernamental en un paisaje político que no se ha modificado lo bastante para que Mitterrand piense en otra coalición.

Si el hecho sobresaliente del resultado de Ias cantonales lo constituye el que la mayoría parlamentario. y gobernante se ha revelado minoritaria en el país, aunque sólo sea por unas décimas, el elemento más inquietante para la coalición gubernamental lo representa el nuevo fracaso de los comunistas.En primer lugar, para el propío PCF, que ya no puede seguir creyeiido en los tranquilizantes que se autoadministra para explicar sus sucesivos tropezones. Como el verano pasado, cuando bajó cinco puntos en las presidenciales y legislativas, ahora la dirección comunista intenta convencer a la opinión pública de que la culpa es de los otros: la propaganda de la derecha, el comportamiento anticomunista de la Prensa y, en última instincia, del Gobierno, que no ha reformado más y más deprisa.

Para el resto de los franceses, las causas del declive del PCF son de otro orden: "La lucha de clases responde cada día menos a las aspiraciones de los franceses, incluso por parte de los más desfavorecidos", según el editorialista del diario Le Matin, prosocialista. Pesan la experiencia de las sociedades socialistas, las intervenciones de los soviéticos en Afganistán y, en Polonia, la decepción de los obreros tras diez meses de participación sin el poder sin resultados tangibles.

En cualquier caso, el PCF perdió una parte importante de su electorado en mayo último como consecuencia de su política sectaria antisocialista. Y ahora, pegado a Mitterrand y dando prueba de una impecable solidaridad gubernamental (y sindical, con su central, la CGT), no ha podido evitar la saiigría de votos.

Este problema del PCF repercute directamente en la coalición gubernamental. En primer lugar, en términos aritméticos, ya que a medio plazo los comunistas y los socialistas no sumarán una mayoría de Gobierno. Según prueban estas elecciones caiitonales, los votos perdidos por los comunistas no van a los socialistas. En segundo lugar, la alianza comunistas-socialistas se hará más conflictiva a medida que el PCF pierda representatividad, ya que su única salida será la radicalización del poder, que provocará desde su plataforma sindical, la CGT, la central más potente del país.

Actualmente, los socialistas representan el 29,71%; los comunistas de Georges Marchais, el 15,9%; los neogaullistas de Jacques Chirac, el 17,9%, y los centristas que agrupó el ex presidente Valéry Giscard d'Estaing en la UDF, el 18,64%.. Es decir, el Partido Socialista (PS) ha ganado terreno con dos puntos más, pero no ha compensado los siete perdidos por el PCF.

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