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Matanzas de mujeres y niños en El Salvador denunciadas por los supervivientes

Supervivientes de la aldea de San Benito, unos setenta kilómetros al sur de San Salvador, por la carretera del litoral, han denunciado matanzas de civiles que ocurrieron en las cercanías de este poblado entre el 19 y el 25 de enero. En esas mismas fechas, el Ejército salvadoreño desplegaba por la zona, cercana al volcán San Vicente, varios miles de soldados en dos operaciones antiguerrilleras consecutivas.

Según los pobladores locales, 126 personas, en su mayoría mujeres y niños, habrían sido ametralladas o degolladas en Campanario (75), San Benito (16) y Puente Pita (35).Periodistas de distintos medios llegaron a contar el domingo hasta 31 cráneos humanos sólo en Campanario, aunque por la gran cantidad de huesos dispersos calcularon que el número de víctimas en este lugar podría llegar a 55.

La comisión de Prensa de las fuerzas armadas estaba elaborando ayer una nota en relación con estos sucesos, en la que se calificaba la denuncia hecha por los campesinos como un montaje para desprestigiar al Ejército. Según esta versión, los cementerios habrían sido preparados a lo largo de meses. La Embajada de Washington carecía, por su parte, de información propia, pero anunció que iba a investigar lo sucedido.

El acceso a estos pequeños poblados está a la altura del kilómetro 67 de la carretera del litoral. Se entra a través de un camino de tierra que cruza una hacienda algodonera abandonada desde hace dos años. Desde una pequeña caseta de adobe, que debió ser vivienda de una familia campesina, varios civiles armados con pistolas, revólveres y alguna escopeta, vigilan los campos llanos para avisar de cualquier presencia extraña.

No son combatientes regulares de la guerrilla. Pertenecen a las líneas de apoyo de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), una de las cinco organizaciones armadas encuadradas en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Aparte de las armas que saltan a la vista, no más de media docena, casi todos llevan al hombro una mochila en la que no debe haber precisamente alimentos.

Todo incendiado

A quince minutos de camino desde el punto de vigía está San Benito, unas diez casas típicas de campesinos: paredes de adobe y sólo dos piezas de unos 35 metros cuadrados. Todas las viviendas están incendiadas o semidestruidas. En el porche de una de ellas deambulan unos quince campesinos, entre ellos diez mujeres y niños.Evaristo, un joven de unos veintiocho años, cuenta así la historia: "En cuanto supimos de la llegada del Ejército nos fuimos para los cerritos a escondernos. La familia Santamaria, que vivía en el cantón Los Lotes, prefirió quedarse en su casa, porque decían que otras veces habían llegado los soldados y no les habían hecho ningún daño. Eran nueve de familia. El padre, Matilde, la madre, Mercedes, sus hijos y nietos. También entraron en casa de Juana Evora, que tenía una niña, Fides, de ocho años. A las mujeres y a los niños los trajeron hasta San Benito, y aquí los ametrallaron. Eran doce. A los cuatro hombres los botaron en el campo. Los cuerpos los tiraron en esos dos pozos. Por ahí se ven aún rastros de sangre".

Cada uno de los pozos debe tener una profundidad mínima de unos veinte metros. El fondo es sólo una boca negra. Con ayuda de unos espejos que introducen la luz del sol apenas se llega a vislumbrar una única calavera y algunos bultos negros indefinibles.

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