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Mitterrand proclama en Jerusalén el derecho de los palestinos a un Estado independiente

El presidente francés, François Mitterrand, proclamó ayer ante el Parlamento israelí, en Jerusalén, el derecho de los palestinos a fundar un Estado, y el de Israel a ser reconocido como tal por la OLP y el mundo árabe. El primer ministro de Israel, Menájem Beguin, denunció, acto seguido, la creación de un Estado palestino. Esta cuestión, nudo central del conflicto árabe-israelí y de las conversaciones de Mitterrand con las autoridades de Israel, continúa bloqueada tras el viaje histórico del presidente galo que finalizará hoy.

En el Kneset (Parlamento israelí), Mitterrand pronunció ayer el discurso político más importante de este primer viaje de un jefe de Estado europeo al Estado hebreo.Escuchado atentamente por los diputados y por todo el mundo árabe, así como por los países occidentales, el presidente francés expuso su política en Oriente Próximo abordando explícitamente lo que constituye el problema central del conflicto árabe-israelí: la cuestión palestina y la existencia de Israel.

Mitterrand afirmó "el irreductible derecho a la existencia de Israel y de los pueblos que le rodean". Refiriéndose directamente a los palestinos afirmó: "Al pueblo palestino, como a los otros pueblos, fuere cual fuere su origen, le corresponde decidir por él mismo sobre su suerte con una sola condición: que inscriban sus derechos en el contexto del respeto del derecho de los demás". Se dirigió directamente a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) para apostrofar: "¿Cómo la OLP, que habla en nombre de los combatientes, puede esperar sentarse a la mesa de negociaciones mientras niegue lo principal a Israel, el derecho a existir y los medios para su seguridad?'.

Aún se dirigió más claramente a los palestinos cuando explicó que el diálogo supone que cada cual pueda poner en práctica sus derechos, y esto para los palestinos, en un momento dado, "puede significar un Estado". Al abordar la cuestión de las fronteras posibles del Estado palestino, dijo que "todo es negociable".

El ministro francés de Relaciones Exteriores, Claude Cheysson, estimó la semana pasada que los territorios árabes ocupados por Israel (Gaza y Cisjordania) formarían parte del Estado palestino.

Mitterrand pronunció las palabras prohibidas en Israel: Palestina, Estado, patria palestina, OLP. Y el primer ministro, Beguin, en el mismo Parlamento, saltó como un resorte para denunciar la creación de ese Estado palestino, "cuyo único objetivo consistiría en destruir Israel" (en la carta de la OLP, una especie de programa de sus reivindicacíones, aún figura ese objetivo de la destrucción del Estado israelí).

Sobre esta cuestión central del problema de Oriente Próximo, el viaje de Mitterrand se estima que no ha ejercido influencia alguna en el sentido de una solución pacífica. Nadie lo esperaba de antemano. Se valoran la claridad y la franqueza empleadas para enunciar los principios del derecho, y en las esferas oficiales galas quiere creerse que el impacto psicológico de hoy dará sus frutos un día.

De momento, la filosofía de Mitterrand sobre el tema es acogida críticamente por el mundo árabe, por los duros, como Siria, y también por la OLP. En nombre de los israelíes ya habló Beguin, y el jefe de la oposición, el laboralista Shimon Peres, amigo personal e ideológico del presidente galo, no fue cruel con este último, pero se pronunció por la "solución jordana" del problema palestino.

Al final de su periplo por el Estado hebreo cabe reseñar, en todo caso, que franceses e israelíes han manifestado sus deseos de reanudar unas relaciones bilaterales que hagan olvidar el ostracismo practicado con Israel por los predecesores de Mitterrand durante los últimos tres lustros. El presidente francés y el primer ministro israelí han estudiado también la posibilidad de reanudar la cooperación militar. En este terreno, el futuro tampoco será fácil a causa de la colaboración nuclear franco-iraquí.

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