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Juicio al 23 de febrero

( ... ) Ya ha empezado el juego de las interferencias en la transmisión al gran público del juicio al 23-F. Ayer, aniversario del golpe, procesados y defensores organizaron un plante inopinado. El pretexto es simple: un reportaje en un diario madrileño. Se esperaba que la placidez inicial de la vista sufriera rupturas frecuentes, sacudidas emocionales, pero no se creía que la defensa iba a jugar tan fuerte desde el principio. Podría decirse, rizando el rizo de las suposiciones, que, si el 23-F se dirigió contra la clase política, su primer aniversario se ha lanzado contra la Prensa. El toque de advertencia, envuelto con todo lujo de interpretaciones reglamentarias, se traduce en la expulsión de dos informadores de la sala del juicio. La libertad de expresión se ha visto alicortada por las normas procedimentales de una jurisdicción especial. Durante unas horas, el mensaje verdadero del juicio al 23-F quedó ayer suspendido.El mensaje es claro: se está juzgando a los supuestos protagonistas de la génesis, realización y desenlace de un golpe militar desarticulado a las dieciocho horas de haberse promovido. Es un juicio, por supuesto, dramático, en el que se mezclan amistades deshechas y fidelidades sostenidas. Milans del Bosch y Armada, por ejemplo, se conocen desde los tiempos de la División Azul, a la que ambos pertenecieron. Y ahora mantienen, sobre el campo de unas declaraciones contradictorias y enfrentadas, un distanciamiento más que evidente; en torno a Milans del Bosch y a Tejero se mueven los hombres pertenecientes a sus respectivas áreas de responsabilidad con espíritu solidario.

24 de febrero

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