Los nervios terminaron por imponerse
Las dudas tomaron carta de ciudadanía entre los inversores particulares a partir de la segunda sesión de la pasada semana. Esta fue, sin duda, la nota característica del comportamiento bursátil a lo largo de la tanda semanal, donde las bajas, breves pero extendidas, acabaron por definir el panorama los inversores.La realidad es que en las salas de contratación daba la impresión de que los operadores a corto plazo pretendían forzar una baja para tranquilizar sus ánimos, ya que, tras las previsiones que se avanzaban en casi todos los medios sobre la posible evolución negativa de los mercados bursátiles en los primeros meses de 1982, este período casi ininterrumpido de mejoras ha sorprendido incluso a los más curtidos operadores.
En cualquier caso, los nervios, y si hubiese que calificar la semana habría que emplear algún sinónimo de este vocablo, acabaron por dominar los mercados bursátiles nacionales, y en las sesiones de cierre del ciclo, las bajas a la práctica totalidad de los valores que se contrataban.
Estas bajas fueron repercutidas en los índices diarios que manifestaron una suave tendencia declinante que, en definitiva, no hacía sino poner de relieve la indecisión que cundía en los parqués, donde los inversores institucionales continúan sin presionar con sus ofertas, mientras que los operadores a corto insistían en ofrecer todos aquellos títulos que contaban con plusvalías acumuladas de cierta consideración.
El otro hecho que se confirmó fue la elevación a la categoría de estrellas del mercado de valores tales como Hidroeléctrica del Cantábrico, o Explosivos. En el primer caso, las ventas comenzaron a dejar sentir su peso a partir de la reunión del jueves. Lo normal es que sólo se trate de un respiro que se concede al valor tras el impresionante salto que ha protagonizado en las últimas reuniones. Los rumores sobre magníficos desdobles siguen aún en el ambiente, y aunque quizá las primeras operaciones en este sentido que realice puedan desencantar a algunos, lo cierto es que, aparentemente, el valor apunta condiciones, como se suele decir a veces de los toreros.
En el caso de Explosivos, los rumores sobre una posible reordenación de su activo, y la posibilidad de que en un futuro no demasiado lejano se anuncie una reducción sustancial en las cargas financieras de la empresa, como consecuencia de la materialización de una serie de participaciones y antiguas inversiones, crearon a principios de la semana una serie de expectativas alcistas, que fueron aprovechadas por buena parte de los ojeadores bursátiles.
Sin embargo, estos mismos, que se habían incorporado con retraso en relación con aquellos inversores institucionales que se supone, tienen una información de primera mano sobre el futuro de Explosivos, comenzaron a intentar vender el jueves, llegándose en la sesión del viernes a situaciones próximas al paroxismo. Lo cierto es que si nos atenemos al volumen nominal de operacíones contratadas el último día de la semana, más de 615 millones de pesetas, lo que claramente pone de manifiesto que efectivamente hay ganas de vender, pero que también existe un buen número de tomadores de Explosivos.
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