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Carlos Barral considera la querella contra él "un juicio a la imaginación"

"Se quiere juzgar el derecho a la imaginación", manifestó el escritor barcelonés Carlos Barral a este periódicos al ser consultado sobre la querella por injurias presentada contra él en Oviedo por Francisco Gracia Guillén, editor de Labor, quien ha invocado el artículo cuarto de la Ley de Protección de Derechos Fundamentales (véase EL PAIS del pasado viernes).

El querellante demanda, además de las penas legales, una indemnización de veinticinco millones de pesetas por la supuesta vejación de que ha sido objeto en un relato publicado por Barral en el número ocho de la revista Los cuadernos del Norte, editada por la Caja de Ahorros de Asturias.

El juzgado número 4 de Oviedo abrió el sumario correspondiente ante la denuncia presentada por Francisco Gracia.

El citado relato es un fragmento de un futuro libro de memorias que Carlos Barral titulará Prueba de artista y que todavía no está a punto de ser impreso. "Por tanto, el escándalo publicitario es prematuro y yo no lo he buscado", afirmó Barral en sus declaraciones. "Es cierto", agregó, "que en el artículo hay un retrato rencoroso de Gracia que un personaje de ficción hace al narrador". El personaje de ficción, que escribe en primera persona, recibe las confidencias de Carlos Barral y entre ellas aparece "el retrato rencoroso" relacionado con el pasado editorial de Gracia. "Es un retrato cruel, hecho por un despechado, pero no hay material legal de delito porque en el libro todo es ficción", dijo Barral, quien reconoce que el episodio del intento de absorción de Barral Editores por Labor existió, pero que en el libro la historia es contada como si no fuera cierta.

Su novela es en realidad una creación literaria en la que aparecen personajes reales, afirma Gerardo Turiel, abogado del escritor barcelonés. Esta querella es semejante, en opinión de Barral, a una que presentara el canónigo de La regenta contra Clarín.

Por el contrario, Francisco Gracia estima que al artículo de Los Cuadernos, del Norte sólo le falta poner una fotografía suya para saber quién es el injuriado. "Todos los demás datos", añadió, "son suficientemente explícitos". Gracia se da por aludido cuando el autor habla de un personaje con este mismo apellido. "Desde el principio de su misión", escribe el autor del artículo, "Gracia consideró un deber burocrático la absorción total de la pequeña Barral Editores, en la que sus dueños habían puesto dinero de juguete por frívolas razones personales".

Agrega el autor que la alternativa de ese deber era aniquilar "la editorial artesana, por razones de estricta lógica wittgensteiniana" ya que no había podido permitirse el lujo de simpatizar con una editorial de combate cultural ni con el mismo Barral.

Francisco Gracia se limitó a comentar a este corresponsal que Labor tuvo y tiene una participación en Barral Editores y que en su día existieron unos planes que luego evolucionaron de forma distinta a la prevista. "De todas formas", concluyó, "usted que ha leído el artículo en el que el personaje real o de ficción reconoce su animadversión contra mí. Ahora sólo falta esperar que los jueces digan la última palabra".

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