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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Hacia una nueva sociedad

El autor, miembro de Acción Democrática, expone las causas que han llegado a la concepción de su grupo político. Opone razones de fondo a las críticas sobre su oportunidad electoral y manifiesta la necesidad de trascender la dicotomía entre la izquierda y la derecha española actuales para consolidar en un nuevo proyecto de integración la escena democrática.

Quienes hemos vivido toda nuestra vida en un régimen autocrático como el pasado, habíamos depositado todas nuestras esperanzas en que, a su término, España pudiera constituirse, al fin, en un Estado democrático de derecho, obviamente conscientes de que su implantación no sería fácil, ni menos aún su posterior desarrollo.Pues bien, gracias al realismo y al elevado grado de conciencia ciudadana demostrados por el pueblo español, nuestro país ha logrado el tránsito de un sistema político autoritario a otro de características esencialmente democráticas. Y es así mismo de justicia recordar ahora que esa transición no hubiera sido posible sin la asunción, por la mayor parte de las fuerzas políticas que se abrogaban la representación del pueblo español, de la estrategia del consensus, inédita en la historia de nuestro país.

Así, partiendo del supuesto de la existencia de una coincidencia objetiva entre las necesidades democratizadoras de la derecha y las aspiraciones en el mismo sentido de la izquierda, en una coyuntura como la definida por el período transcurrido entre el nombramiento de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno hasta la aprobación de la Constitución, se pudo hablar del momento constituyente, definido este concepto como integrador y por ello, en cierto grado, como interclasista.

Pero este hecho, cierto en cuanto se refería a una expectativa de cambio político hacia la instauración de un Estado social y democrático de derecho -como ha quedado definido en el artículo 12 del texto constitucional-, puede perder ese carácter en el futuro inmediato si las motivaciones que ayer hicieron confluir tácticamente a la derecha y a la izquierda, para traspasar el umbral del régimen democrático, no cuentan en adelante con un sistema de partidos políticos que favorezca y haga viable esa convergencia de intereses, no necesariamente coincidentes, en las sucesivas transformaciones democráticas.

Opiniones diversas sobre el texto constitucional

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Por el momento, con la aprobación de la Constitución, se dio, por finalizada áquella etapa quedefinía "las reglas del juego" democrático. Pero, si los intereses canalizados políticamente fueran en alguna medida divergentes -como podría deducirse analizando, ciertos planteamientos estratégicos de la derecha y de la izquierda-, ¿nos encontraríamos con una contradicción insalvable entre las expectativas que abre el texto constitucional como proyecto de futuro y las posturas políticas ya consolidadas?

No necesariamente, responderían algunos, aunque matizarían: no obstante, el proceso habrá de ser lento, puesto que dicho texto tal vez signifique para la derecha un elemento de contención, en tanto la izquierda lo estime impulsor.

Sin embargo, otros consideramos insuficiente hacer de este problema real una cuestión de tiempo. Antes al contrario, creemos que se impone como necesario -y, añadiríamos, urgente- avanzar en el análisis de un nuevo proyecto de sociedad para cuyo logro será igualmente preciso articular una nueva estrategia político-social capaz de transformar "el espacio del juego" de modo que ese ensanchamiento de la democracia sea factible.

No se aspira, por tanto, a conformar en abstracto un modelo de régimen político democrático, sino de ampliar la capacidad integradora, tanto social como política, del que actualmente disponemos, al objeto de que en la dinámica política de cada día deje de hacer acto de presencia cíclicamente el espectro del pasado como elemento de presión en la conformación de la sociedad española del futuro.

Ahora bien, el análisis de este proyecto implica, por sí mismo, la búsqueda de la racionalidad aquí y ahora, si no deseamos -como es claro que la sociedad española no desea- la reproducción de aquellos antagonismos irreconciliables que han jalonado nuestra historia. Antagonismos que es preciso sustituir definitivamente por una intencionalidad solidaria, esto es, porque ninguna de las fuerzas políticas y sociales en presencia considere su propia razón de ser como la única posible. Se tratará, en definitiva, de propiciar un proceso dialéctico ininterrumpido capaz de trascender, en algún modo, la dicotomía derechas-izquierdas en cierta medida existente, o lo que es igual: hallar una nueva resultante de intereses, en mayor o menor grado divergentes, capaz de promover un proceso dinámico "hacia una nueva sociedad" y no estático "desde la sociedad actual".

Un programa político renovador

Y es en la búsqueda de ese objetivo en la que se enmarca la propia búsqueda de identidad de quienes, mediante la constitución de un nuevo partido político de signo socialdemócrata, Acción Democrática, nos proponemos llevar adelante un programa político de renovación, progreso y esperanza que pueda convertir a España en una nación dinámica e innovadora, capaz de servirse del conocimiento y la razón para lograr avanzar hacia una sociedad igualitaria, libre, solidaria y justa.

Decir, pues, como dicen no Pocas voces interesadas provenientes de algún partido político de la derecha, que nuestro intento es en vano porque no existe espacio político para quienes unimos nuestro esfuerzo a ese proyecto -aduciendo exclusivamente razones de tipo electoralista-, constituye simplemente la negación de un proyecto de reflexión colectiva surgido al amparo de ese derecho originario sobre el que se sustenta toda articulación política cuando ésta se apoya realmente en supuestos democráticos, y que no es otro que el derecho a participar -como miembros de la sociedad española- en la conformación de ese nuevo proyecto de sociedad diseñado constitucionalmente.

E intentar desorientar a la opinión pública, indicando que nuestro proyecto coincide con el suyo y que, por tanto, no se comprende fuera de la fuerza política que ellos representan, es ignorar que no pretendemos discutir sus afirmaciones, sino únicamente responderles, parafraseando a André Gide, que "no nos basta leer que las arenas de las playas son suaves; queremos que nuestros pies desnudos lo sientan...".

secretario general de la Asociación de Acción Democrática de Madrid.

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