Sobre Doñana
He leído en EL PAÍS del 26 de diciembre de 1981 el estupendo artículo del señor Borja Cardelús En Doñana crece el silencio.
El escrito trata el tema del colapso de ese ecosistenia con bastante profundidad; pero a pesar de que lo que allí pasa supone una catástrofe nacional, al gran público le resbala por parecerle insignificante cuando ve este territorio en un mapa.
No comprenden que lo que pasa en Doñana pasa en los extensos pinares de las explotaciones comunales sorianas, o en los grandes robledales de Extremadura o, simplemente, en Gallocanta, Tablas de Daimiel o todas las estribaciones de las sierras y zonas montañosas próximas a las grandes urbes. En cientos de áreas de nuestra geograria, que nuestra civilización, nuestra ordenación social, nuestra sociedad de consumo están haciendo desaparecer.
Y esto sólo lo puede impedir, o mejor dicho: sólo lo puede arreglar en parte la acción de la Prensa en general (la independiente lo hará mucho mejor, claro), concienciando al pueblo todo, y por un tiempo indefinido y desde hoy. Dejando de lado otros temas, y más que ninguno el politiqueo, lo que dicen o dejan de decir los inútiles de los políticos y capitostes, y arremetiendo contra todos los intereses bastardos, ruines y sin escrúpulos que se pongan delante de los de supervivencia de todos los seres humanos que viven en España. Esta España que en gran parte ya es una estepa y que si no estalla una revolución verde a escala nacional, las generaciones futuras (que decía el inepto de Lamo de Espinosa) no encontrarán en la tierra que nacieron más que algunos oasis de verdor y agua en las montañas, y el resto será tan desierto como los de Arabia o Etiopía, por ejemplo./
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