El submarino de Paco
Paco Ordóñez quería fabricarse un partido y le están fabricando un submarino. Aquí, al que inventa un submarino, le hunden con él. Y si no, véase el submarino Peral y el señor Peral propiamente dicho. Unamuno tenía razón que le sobraba cuando lo dijo:-¡Que inventen ellos!
Ellos eran Calvo-Sotelo y su sanedrín, claro, porque don Miguel era clarividente y los veía venir. Aquí es que no se puede inventar nada. Yo, un suponer, me he inventado a Victoria Vera, y ya me están diciendo que por qué no la hundí (como un submarino), llamándola choricilla, por la tele, macarrilla y operada. Este es el país taurino que pide «más caballos» cuando todavía están retirando los epigastrios del anterior, corneado por el corrialón goyesco y regoyes co bajo esa bombilla de Picasso/Solana que encienden en los toros cuando se hace tarde. En Es paña somos el país de «la mujer, el torero y el toro», como tituló don Alberto Insúa, y el personal le quiere ver el epigastrio a la mujer, al torero, al toro o, cuando menos, al caballo matalón del picador. El epigastrio que le ha pedido ahora don Leopoldo a Landelino Lavilla, que está en el palco presidencial de Las Ventas, es el de Pacordóñez, que tiene nombre de torero antiguo. Paco se ha inventado a Carmela García Moreno como uno mismo se tiene inventadas tantas jais. Me llama Luis del Olmo desde su radio:
-Umbral, la palabra más preciosa del castellano.
-Anabelén.
Ni a don Isaac Peral le hemos perdonado que se inventase el submarino ni a Fernández Ordóñez que haya inventado un partido, o sea que no le dan la papela, porque siempre le faltan pólizas y la estanquera ha salido a por picadura. De estanquera, en el entremés parlamentario, le ha tocado a Lavilla Alsina. A Peral le dio una calle el Ayuntamiento de Madrid, cuando lo que él quería era su submarino. ¿Cómo iba a meterse con una calle llena de tiendas y de perros debajo del agua para hacer las cien mil leguas de Julio Verne? A Fernández Ordóñez no le han puesto calle, pero le están diciendo, más o menos, que tiene toda la calle para correr. Esto es lo que hace un Gobierno que gira del centrismo al liberalismo, según el presidente. Liberalismo es torpedear partidos que pudieran navegar plácidamente sobre la Constitución, y que así tienen que andar entre las dos aguas del Grupo Mixto, los pactos o lo que sea. Y con Peral, lo mismo que con Cajal. Estaba el gran Adolfo Marsillach filmando su papel de Ramón y Cajal en la TVE, y en esto que llega una derecho-habiente del sabio:
- ¡Nada, nada, muy mal! A él, de viejo, no le temblaban las manos, aunque ese cómico se lo crea.
Querido Paco Ordóñez: no se te ocurra hacer otra vez de Ramón y Cajal, porque te confunden con Isaac Peral y en lugar de un partido te adjudican un submarino. En este Glorioso Liberamiento Nacional (liberalismo) que han inaugurado el presidente y mi amigo Lamo, la socialdemocracia sólo puede ser un submarino, y Carrillo una alcantarilla. No puede negarse que Calvo-Sotelo ha ampliado el espectro político de Suárez. UCD es ya una playa que se viste de amargura (suena Lucho Gatica en el piano de la Moncloa) porque Herrero de Miñón tiene que zarpar a surcar otros mares de locura donde su vida puede naufragar.
Hache de Miñón y los bucaneros de Dios parten de UCD en galeones, carabelas y veleros bergantines, a cristianizar los Mundiales. Pero la socialdemocracia sólo puede ser un submarino amarillo, como el de los Beatles. Don Isaac Peral, que era el quinto beatle, hoy se habría hecho socialdemócrata. Y Cajal y Unamuno, y Marsillach si no estuviera tan maquillado. Parten para las cien mil leguas de Verne y no pasan del Ateneo. Son una socialdemocracia vigilada.
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