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Crítica:HUMOR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Que si quieres Bigote Arrocet, Catalina

Dentro de la madrileña sala de fiestas Pirandello, en el cálido hueco dejado libre por Susana Estrada, se presentó, en la madrugada del pasado martes, el humorista televisivo Bigote Arrocet. El actor Fernando Sancho le da la bendición inaugural, al tiempo que les asegura a los espectadores que se hallan en presencia de un artista muy humano. Y, verdaderamente, si errar es propio de humanos, como sostiene Paulino Garagorri y tan sólo Carrillo se atreve a desmentir, nadie podrá poner en duda la inmensa humanidad cervuna del ultrapopular cómico chileno. Porque su espectáculo es una auténtica pesadilla, a la luz de la cual uno ya alcanza a comprender el sentido retráctil de aquella copla de Juanita Reina: "Cierro por la noche postigo y ventana,/ no quiero que nadie me ronde la asera,/ que ningún flamenco me cante la nana/ ni por seguiriya ni cartagenera".La nana bronca de Bigote Arrocet comienza con acento mexicano, allá, en el rancho grande, con ingenio de lana y cuero. Es muy aplaudido y carcajeado cuanto dice: "Este músico es más tonto que el que se mató en defensa propia". Estimulado, Bigote evoca las puntuaciones eurovisivas, da lengüetazos de radionovela para las galopadas, interpreta Granada a base de los accidentes veniales de una gramola. Y se caliente en el terreno de la audacia posjoyceana: "Yo me río de Janeiro".

Como agradecimiento a su ámbito natural, Arrocet reconstruye las hazañas del programa 300 millones, saca a cantar a Pepe Umbral (ganador en Benidorm), y él le replica con la voz de Francisco. Muchos aplausos. El cómico se lanza a resucitar a Elvis Presley. Más aplausos: Fradejas, Bertín Osborne, Raúl Sender.

En la cima del autoestímulo, el humorista se atreve con el tango, con la borrachera, con las aventuras de su abuelo catalán cuando llegó a Chile. Entre canción y canción, entre parodia y parodia, Bigote se desparrama en ocurrencias de tartaja mental, tópicos referenciales y ordinarieces gansas. Su humor, como él señala del primerizo Julio Iglesias, es más soso que chupar un clavo. Da lo mismo que haga de Cantinflas, de El Puma o de Lucho Gatica. Da lo mismo que vaya de niño vicioso o comprensivo policía. Da lo mismo, porque lo suyo es visceral y se impone a las diversas máscaras.

Puede el lector preguntarse por las razones de dar noticia de un espectáculo donde no se halla ni el menor asidero salvador. La razón es que hay figuras de la televisión sumamente cargantes que luego, al actuar en directo, dan sorpresas gratas. Pues bien, ya queda claro cuanto aguarda al término de esta aventura. Bigote Arrocet tiene el don de poseer una voz flexible, adaptable a mil personajes. El problema es que son personajes en busca de un autor.

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