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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De la juventud de Halffter a la madurez de Hindemith

El programa de la Sinfónica de RTVE, encomendado al director florentino Elio Boncompagni, estaba bien proyectado: Bocetos, de Halffter; Cuatro temperamentos, de Hindemith, y Escocesa, de Mendelssohn. Con la sustitución de la última obra por la Cuarta, de Chaikovski, la selección mantuvo, y hasta acreció, su brillantez, pero, sin duda, perdió interés. Que no en vano, la Sinfonía en fa menor, del autor de la Patética, se escucha con harta frecuencia.Boncompagni imprimió a la partitura chaikovskiana un espíritu de gran vitalidadd, subrayando tanto acierto instrumental como contiene, que le valió largas ovaciones. La formación de RTVE respondió con presteza y flexibilidad para adaptarse, sin titubeos, a las ideas y a la manera interpretativa del maestro visitante.

Obras de Ernesto Halffter, Paul Hindemith y Ckaikovski

Orquesta Sinfónica de R TVE. Director: Elio Boncompagni. Solista: Joaquín AchúcarroTeatro Real. 23 de enero

Joaquín Achúcarro, el pianista bilbaíno que días atrás triunfó plenamente en su recital Debussy-Ravel, hizo de los cuatro temperamentos hindemithianos una verdadera creación, tanto por el dominio técnico como por la acertada capacidad de contraste entre los tiempos de esta cuasi sinfonía, dominados cada uno de ellos por un carácter o humor: melancólico, sanguíneo, flemático y también colérico.

Al mismo tiempo, la construcción de la obra parte de un tema -rico en posibilidades transformativas- del que se derivan cuatro variaciones. Lograr un piano percutido, en buena parte de la obra, y al mismo tiempo bello de sonoridad; conciliar los principios clasicistas con los románticos; abordar un virtuosismo tan sui géneris como el de Hindemith, no es cosa fácil. Achúcarro logró resultados espléndidos y se hizo aplaudir con entusiasmo, asistido por una orquesta que tocó con gran calidad y un maestro más atento al ajuste del esquema que al de los detalles.

Para comenzar, volvimos a escuchar los Bocetos sinfónicos, de Ernesto Halffter, obra de extremada juventud, pues nacieron para cuarteto, pasaron a la orquesta en 1923 y fueron revisados dos años después. Recuerdo algún texto de Halffter, hacia 1927, en el que todavía se plantea la posibilidad de retoques. Lo que no ha de extrañar si se tiene en cuenta que, por aquellos años, el compositor madrileño ha entrado en contacto de aprendizaje con Falla y Ravel. La versión de Boncompagni resultó correcta y expresiva, y el autor recogió directamente del público largos aplausos para estas páginas de medio siglo atrás, premonitorias de un talento que no ha cesado de manifestarse. Bien recientes están las canciones de Altisidora, no escuchadas todavía en Madrid, pero recibidas entusiásticamente en Cádiz.

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