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Reportaje:

Es urgente una política científica capaz de desarrollar la investigación oncológica

Es enormemente urgente el establecimiento de una política científica seria y capaz de desarrollar la investigación en materia de cáncer en nuestro país. Una investigación que en la actualidad cuenta, en sólo escasos centros, con el amparo de la Administración, la cual va en algunas ocasiones por detrás de asociaciones privadas en lo que se refiere al capítulo de subvenciones para la lucha contra esta enfermedad, considerada como una de las tres causas de mortalidad más importantes en España, junto con las enfermedades cardiovasculares y los accidentes de tráfico.

«Alrededor de 92.000 nuevos enfermos de cáncer se producen cada año en España, falleciendo también cada año aproximadamente 50..000 personas por este motivo. Esto representa una muerte causada por cáncer cada diez minutos y medio, a pesar de que lleguen a curarse más de un tercio de los enfermos». Quien proporciona estos datos es el doctor Isidro Valladares, jefe del departamento de Biología y Bioquímica del Instituto Nacional de Oncología, centro en donde se realizan, fundamentalmente, los estudios que sobre el cáncer están llevando a cabo organismos dependientes del Ministerio de Sanidad. «Estos datos quieren decir, entre otras cosas, que se necesita la asistencia médica para el tercio que se cura, y, naturalmente, para aliviar el mal y prolongar la vida de los dos tercios restantes. Para ello es urgente una subvención específica que haga hincapié en la investigación en materia oncológica, de la cual no disponemos hasta la fecha, puesto que nuestra dotación económica se reduce y depende de lo que podamos arañar de los restos de los presupuestos y de la buena voluntad de los dirigentes. No obstante, tenemos esperanzas de que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) dedique para los próximos tres años alrededor de sesenta millones de pesetas,En la actualidad, según el doctor Francisco Chavarría, director gerente de la Fundación Científica de la Asociación Española contra el Cáncer, el departamento que dirige Isidro Valladares recibe una dotación económica de algo más de un millón de pesetas por parte del Ministerio; 200.000 pesetas anuales, del CSIC, y tres millones, de la fundación que dirige.

El programa de desarrollo de la lucha contra el cáncer se hace imprescindible no sólo por lo que pueda suponer de ayuda a las personas que padecen esta enfermedad, lo cual es en sí mismo importante, sino también por el enorme coste social de la misma. «El enfermo de cáncer», dice el doctor Chavarría, «es ante todo una persona que sufre, pero también es un trabajador a cualquier nivel, lo cual acarrea unas consecuencias de tipo laboral que en Estados Unidos, por poner un ejemplo en donde se han hecho estadísticas, suponen pérdidas valoradas en miles de millones de dólares».

Pero para evitar estas pérdidas humanas y económicas, un programa que desarrolle la lucha contra el cáncer no puede olvidar -aparte, naturalmente, la curación- un aspecto tan importante como es el de la prevención oncológica. «El cáncer va aumentando», apunta el doctor Valladares, «y se supone que en el año 2.000 habrá un 50% más de cancerosos que en la actualidad. Si aplicáramos todas las medidas preventivas que hoy día se podrían aplicar, el número de cancerosos en el mundo para el siglo que viene sería menor en números absolutos que en el presente, habida cuenta de que la prevención oncológica eliminaría del orden del 50% de los cánceres». Lo que ocurre es que estas medidas de prevención, para ser eficaces, tendrían que estar precedidas de un cambio en el espíritu de los legisladores y en los hábitos de la población, ya que «la prevención oncológica va desde una drástica reducción de los residuos industriales», continúa el doctor Valladares, «para la cual es necesario garantizar una auténtica higiene industrial, hasta la adecuada educación sanitaria de la población que destierre hábitos como el de fumar y el de beber alcohol».

Esto lleva a manifestar que en las sociedades industriales hay un mayor número de condiciones inductoras de la enfermedad. Sin embargo, aunque cierto, es también un dato relativo si tenemos en cuenta que en sociedades subdesarrolladas también se producen cánceres debidos, entre otras causas, a que las condiciones de almacenamiento de los alimentos no son las deseables, produciéndose por la humedad tipos de hongos que elaboran micotoxinas, las cuales a la postre pueden resultar cancerígenas, como es el caso de las aflatoxinas. «La relatividad de la afirmación de que en las sociedades industriales existe un riesgo mayor de padecer cáncer», dice el doctor Valladares, «puede ilustrarse con el ejemplo del cáncer de vejiga, el cual, en los países avanzados, es producido en su mayor parte por residuos industriales derivados de la anilina, constituyendo un cáncer que podríamos llamar profesional y que se presenta en edad adulta. Sin embargo, en un país como Egipto es frecuente que lo contraigan incluso niños, y la causa es un parásito muy frecuente en los ríos».

El estrés, un factor de riesgo

Hay, no obstante lo anterior, una causa del cáncer propia de los grandes núcleos urbanos y descubierta a la luz de las investigaciones sobre los factores psíquicos del cáncer; esta causa es el estrés, que, según el doctor Chavarría: «Es un factor de riesgo enormemente importante, y en cancerología experimental se ha demostrado suficientemente, haciendo estudios con ratas a las que se les han injertado células tumorales, y acto seguido se ha sometido a un grupo de estas ratas a una situación de estrés. Las observaciones posteriores han concluido que en las ratas sometidas a estrés, el cáncer ha prendido con mayor facilidad y se ha desarrollado con mayor rapidez».

En esta misma categoría de inductores de carcinogenia y no de causas directas se encuentran también -según el doctor Chavarría- los factores genéticos. «Es preciso decir, para salir al paso de tanta mala información, que el cáncer no es hereditario. Cierto que pueden darse casos del mismo tipo de cáncer en una familia (es corriente cuando se trata de cáncer de próstata y de mama), pero lo único que nos lleva a pensar es que se transmite el riesgo, no la enfermedad, la cual prenderá según las condiciones en que se mueva». Otro tipo de condicionamientos que tienen que ver con el cáncer y que en la actualidad están suficientemente estudiados dentro de la geocancerología son la climatología y geografía, de tal manera que puede hablarse, en base a estos factores, de un cáncer que en determinada zona del mundo es más común que en otras. En España también padecemos ese tipo de cáncer cuyas principales causas son de orden geográfico y climatológico. «Creo que estamos en condiciones de decir», manifiesta el doctor Chavarría, «que, comparados con otros países, tenemos un tipo de cáncer que da en nuestro país índices francamente altos, que es el cáncer de piel, el cual depende en gran medida de la intensidad y duración de las radiaciones ultravioletas del sol, muy grandes en relación con la cantidad de melanina que las células de nuestra piel son capaces de producir. Aquí, la meseta castellana y el pirineo de Huesca y de Lérida se encuentran a la cabeza de casos de cáncer de piel, debido a los cielos limpios y a que el filtro atmosférico es poco eficaz. Menos mal que este cáncer, en concreto, con un diagnóstico certero, se cura prácticamente en el ciento por ciento de los casos».

Las expectativas de curación de la mayoría de los cánceres parecen marchar, afortunadamente, por delante del desarrollo de la enfermedad. Esto es debido a que al perfeccionamiento de las técnicas de tratamiento clásicas (cirugía y radioterapia), hay que añadirle los avances en métodos relativamente recientes, tales como la quimioterapia, que actualmente está dotándose de una serie de protocolos (dosis de combinaciones de quimioterápicos que se aplican a cada uno de los cánceres), consiguiendo una virtual curación de muchos tipos de cáncer que antes eran mortales al ciento por ciento. La inmunoterapia es otra corriente de investigación para luchar contra el cáncer, la cual va dirigida a corregir los fallos inmunológicos que tenga el organismo mediante una inmunoterapia activa específica. «A este efecto», afirma el doctor Valladares, «de lo que se trata es de aislar verdaderamente y de forma activa algunas proteínas que existen únicamente en las células cancerosas e introducirlas en el cuerpo para que éste monte sus propias defensas en contra de la célula cancerosa».

Tanto el doctor Valladares como el doctor Chavarría se muestran esperanzados cuando se les pregunta sobre la posible definitiva curación de esta enfermedad. «En el año 1971 », cuenta el doctor Valladares, «me hicieron la pregunta de para cuándo la curación del cáncer. Yo contesté que para dentro de diez o quince años. Yo diría ahora, si se me permite alargar el plazo, que dentro de diez años, y, en todo caso, dentro del siglo creo que realmente se podrá curar el cáncer».

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