Cárceles de Nanclares y El Puerto: el modelo de máxima seguridad
Las autoridades, penitenciarias o no, y las informaciones de Prensa están contraponiendo la cárcel de máxima seguridad de Nanclares de la Oca a las de El Puerto de Santa María y Herrera de la Mancha y a las cárceles en general con presos políticos vascos sitas fuera de Euskadi. Y plantean, en la contraposición, un juego discriminatorio y político de finalidades claramente extrapenitenciarias.La prisión de Nanclares de la Oca, única con presos políticos sita en Euskal Herría, ha sido estrenada en el ámbito de las fiestas navideñas. La promoción que hacen de su imagen recuerda la propaganda turística de un hotel de varias estrellas. Pudiera ser la cárcel de alta seguridad modelo o cárcel-escaparate para su exhibición en el extranjero. Una de esas obras, pretenciosas y engañabobos, para la propaganda, en el franquismo.
Pero como señalaba igualmente Eva Forest, en un magnífico artículo desde Euskadi, la prisión de Nanclares constituye además y fundamentalmente un suplemento de castigo, un castigo añadido especial para los moradores de las otras cárceles. Ante el preso, que vive su propia destrucción día a día en un régimen de castigo y de anulación insoportables, principalmente en El Puerto y Herrera, pero en las demás cárceles también, mantienen permanentemente y airean la imagen dorada de Nanclares de la Oca. Completan el castigo con la tentación simultánea, actualizando el viejo suplicio ordenado por los fácticos del Olimpo contra el rebelde que quiso ayudar a los hombres. Me refiero al suplicio de Tántalo.
Cabe pensar en una utilización maniquea de ambos modelos, complementarios más que contrapuestos, de máxima seguridad, a saber: la jaula de oro -que, aunque de oro, sigue siendo jaula- para los terroristas buenos, y el cepo de fieras para los terroristas malos. Pero la realidad no concuerda y la contradicción se evidencia, porque en bastantes ocasiones han salido en libertad, definitiva o provisional, con fianza o sin ella, presos que acababan de ingresar apenas en el penal de El Puerto de Santa María (luego, según el Estado, no eran tan malos).
Objetos o instrumentos
El juego es, desde luego, maniqueo. Y los presos, aunque no juegan, son sin embargo las víctimas o paganos. Víctimas inocentes, porque la causa, objetivo y desarrollo del juego no tiene nada que ver con el propio preso individual. Los presos son simples objetos o instrumentos, como fichas o cartas inanimadas en una partida macabra, que la banca acumula o baraja o coloca a su conveniencia, para obligarle al contrincante a desistir.
La Prensa informa que el modelo de Nanclares se destina a los presos acusados de pertenecer a organizaciones armadas que han dejado las armas, mientras que la prisión de El Puerto de Santa María se destina a los presos relacionados por la acusación, en la Audiencia Nacional, con actividades de ETA Militar (la tristemente célebre Herrera de la Mancha viene siendo utilizada, en cuanto se refiere a presos políticos, para los acusados de actividades relacionadas con GRAPO y PCEr). De este modo, lo que cuenta a la hora de decidir el destino del preso no es su circunstancia personal y subjetiva, sino la circunstancia de la organización con cuyas actividades le relacione el atestado policial o la acusación sumarial. No importa lo que el preso haya podido hacer -un condenado por hechos de trascendencia puede estar en Nanclares, mientras que otro acusado por hechos de menor entidad estará en El Puerto de Santa María-. Sólo importa la ideología de la organización (que la organización haya dado o no el adiós a las armas). Doble castigo a quienes la acusación relacione con actividades de una organización, y premio (triste y engañoso premio) a quienes relacione con la otra.
Mientras los traslados a Nanclares están en marcha, la cordada de presos, en su mayoría preventivos, de un pueblo que cabalga el Pirineo, continúa camino del penal de El Puerto, sito en pleno descampado, rodeado de alambrada, en el confín lejano de la Península Ibérica, frontera, con el estrecho de por medio, al continente africano.
La institución mueve su ficha y pasa la alternativa -la mejora o el empeoramiento de la situación de los presos- a la organización ilegal. Jaque con presos.
Concluyo: la filosofía que inspira en España el modelo de máxima seguridad replantea pública y quizá escandalosamente (el escándalo depende de la sensibilidad de la opinión) los objetivos y fines de la institución penitenciaria, pues en dicho modelo el preso, que pierde la consideración personal de sujeto de un procedimiento judicial y penitenciario, es seleccionado para uno y otro régimen-modelo, y en consecuencia discriminado, en base, al parecer, a su utilidad como medio para presionar a organizaciones políticas, en un marco de relaciones y confrontación ajeno al que las leyes atribuyen, hasta la fecha, a la actuación penitenciaria.
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