Punto muerto en la negociación del rescate de Lipperheide
La falta de una prueba irrefutable de que José Lipperheide, secuestrado por ETAm hace diecisiete días, está vivo, exigida a través de intermediarios por la familia, parece mantener en un punto muerto la negociación del rescate que se les ha solicitado para la liberación de aquél. Pese a que en este sentido se ha empezado a especular con una cifra entre los quinientos y mil millones de pesetas, se tiene la impresión de que la cantidad reclamada es sensiblemente inferior.José Antonio Lipperheide, hijo del secuestrado, mantenía ayer una casi absoluta reserva sobre el tema, limitándose únicamente a afirmar que "la familia no tiene noticias de la cuantía del rescate, que creemos se nos va a pedir. No sabemos de ninguna cifra concreta. Sé que una cosa es la publicidad y la información, y otra, los intereses de la familia", declaró. "Yo no quiero, en un momento tan delicado, dar detalles que puedan perjudicar las gestiones destinadas a liberar a mi padre".
Sin embargo, nadie duda a estas alturas -y la creciente discreción sobre el tema que observa José Antonio Lipperheide lo confirma- que la familia conoce ya hace días la cifra que ETAm le exige como rescate. Sin embargo, y en ello puede radicar la prolongación del secuestro, parece que la familia no está dispuesta a entrar en la negociación concreta en torno al pago de esa cifra concreta o de una posible rebaja sobre la misma, hasta tanto ETAm no les haga llegar una prueba palpable de que el secuestrado está vivo.
"Esa prueba, que aún no ha llegado y la hemos pedido", declaró José Antonio Lipperheide, "puede llegar o bien por medio de la respuesta que sólo mi padre puede dar a una pregunta nuestra o bien a través de una foto en la que sostenga entre sus manos un periódico del día".
"Yo no me arriesgo", añade en este sentido, "a negociar nada sin conocer la mercancía. Me parece lo lógico. Nos parece peligroso negociar contra nada. En estas circunstancias especiales, nosotros tenemos la obligación moral de desconfiar de todo, de no cometer errores y de asegurar la vida de nuestro padre".
Manifestó José Antonio Lipperheide su impresión de que el secuestro de su padre puede ser largo. "Nuestra impresión es que los secuestradores no tienen prisa y tienen a nuestro padre en sitio seguro". El hecho de que la policía hubiera conocido la exist,encia del secuestro hora y tres cuartos después de producirse, y de que la organización ETAm tardó 35 horas en reivindicarlo, acaso para dar tiempo al comando a llegar a sitio seguro, avalaría esta teoría.
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