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A pesar de la abundancia de alimentos, 50 millones de personas mueren de hambre al año

Manos Unidas es la organización privada española que promociona la campaña mundial contra el hambre. La de este año nace bajo el lema de La esperanza, y para prestar su ayuda ha venido a Madrid, en nombre de la FAO, Alberto Peña, chileno, coordinador internacional de la Campana Mundial contra el Hambre.«No queremos caridad, sino la solidaridad que nace desde la justicia», aclara Alberto Peña, quien añade: «Esta campaña debe contribuir a que los países industriaflzados asuman su responsabilidad respecto a los países del Tercer Mundo. Se trata de profundizar en el diálogo Norte-Sur, pero no unilateralmente. Los del Norte tienen que esforzarse en escuchar las voces que vienen del Sur».

«Manos Unidas es una de las muchas organizaciones privadas del mundo que apoyan las campañas de lucha contra el hambre que organiza la FAO. El papel de estas organizaciones en los países del Norte es doble: por un lado, concienciar a la opinión pública de la tragedia del hambre en el mundo, analizando sus causas y llamando a la propia responsabilidad, y por otro, recabar dinero para financiar proyectos en el Tercer Mundo». Manos Unidas reunió en la campaña del año pasado 520 millones de pesetas de la generosidad de los ciudadanos, «y el Estado no contribuyó en nada», añaden, «a pesar de que es la única organización española de lucha contra el hambre». En los países del Sur, sin embargo, este tipo de organizaciones mantienen el contacto directo con las organizaciones de base, al tiempo que canalizan los fondos que les llegan desde los países que apoyan la campaña contra el hambre.

Siempre que se habla de hambre subyace la sospecha de que hay recursos disponibles para dar de comer a todo el mundo, pero que problemas estructurales e intereses políticos prefieren destruir alimentos a que la humanidad coma. Sin ir más lejos, el Departamento americano de Agricultura publicó en el pasado diciembre un informe donde se venía a decir que la humanidad está a punto de producir suficientes víveres para toda la humanidad. Ahora bien, según los datos de la FAO, 450 míllones de personas están infraalimentadas, cincuenta millones mueren de hambre cada año, y 45.000 niños, cada día.

Para Alberto Peña, la explicación hay que buscarla en la estructura mundial del mercado de alimentos, en manos de los países ricos, que imponen además a los países pobres una especialización en su producción que no se corresponde con las necesidades reales. «El fondo del problema sólo se resolverá con una transformación estructural, pero estas campañas sirven para presionar en ese sentido, al tiempo que se solucionan muchos problemas concretos».

España está por debajo de la media europea en la sensibilidad por este tipo de problemas. En Suecia, Alemania Occidental, Bélgica o Francia existen carteras ministeriales de relaciones con el Tercer Mundo. «Pero en España», dice Pilar Villar, presidenta de Manos Unidas, «a lo más que llegamos es a una sensibilización política con los países del Tercer Mundo, sin que los políticos tomen conciencia de lo urgente que es la solidaridad material en estos temas».

La organización española, pionera en la lucha contra el hambre, espe a superar en la campaña que se inaugura oficialmente el próximo martes los 520 millones recaudados el pasado año. «Con ese dinero financiamos doscientos proyectos en distintos países y tenemos otros seiscientos a la espera». Una espera que no puede demorarse mucho, porque los problemas son generalmente urgentes. «Ahora bien», puntualiza Alberto Peña, «los proyectos suelen tardar dos años en poder financiarse».

Entre las acciones subvencionadas por la organización española está la campaña de alfabetización en Nicaragua, cooperativas agrícolas en la India o construcción de escuelas en Burundi.

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