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Concedido el premio Europa Nostra de restauración a la Fundación Santillana

Las obras en Santa María de Bugedo, de Burgos, reciben la misma distinción

Las restauraciones de la sede de la Fundación Santillana, en Santillana del Mar (Cantabria), y del monasterio de Santa María de Bugedo, en la provincia de Burgos, han sido premiadas por la Federación Internacional de Asociaciones para la Defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Europa, Europa Nostra, que también ha concedido diplomas a otras veinte obras de restauración de, entre otros países occidentales, República Federal de Alemania, Gran Bretaña, Suiza, Italia, Francia y Suecia. Los premios Europa Nostra se crearon en 1978 y pretenden estimular la conservación de la herencia arquitectónica europea, agrupando desde 1963 a sociedades culturales de veintidós países.

España, uno de los países occidentales más ricos en patrimonio artístico, recibe este año dos diplomas de Europa Nostra por sendas restauraciones arquitectónicas, igualándose en número con otras naciones de mayor tradición cultural. El primero, para Santillana del Mar, un pueblo en el que, según Lafuente Ferrari, "la arquitectura se hace geografía", premia la labor de una fundación privada del mismo nombre, que inició su actividad en la primavera del año pasado. El otro diploma va a parar a manos, también, de una iniciativa particular, pues el monasterio burgalés de Santa María de Bugedo, que estaba prácticamente en ruinas, fue comprado hace unos cinco años por el abogado madrileño Rafael Pérez Escolar, que lo ha reconstruido a su costa aunque bajo la supervisión de la Dirección General de Bellas Artes.La Fundación Santillana, cuyo consejo está formado por Jesús de Polanco, como presidente, Ricardo Díez Hochleitner y Francisco Pérez González, como vicepresidentes, y los vocales Juan Antonio Cortés de Ponte, Emiliano Martínez Rodriguez y Adolfo Valero Cascante, tiene dos campos de actividad, educativa y cultural, y tres niveles de actuación, regional, nacional e internacional, en especial Hispanoamérica. Para ello, los promotores adquirieron unos edificios que amenazaban ruina en la plaza mayor de Santillana del Mar, a 32 kilómetros de Santander y a 9 de Torrelavega.

"La restauración de estos edificios es ya una obra cultural", declaró el director general de Bellas Artes, Javier Tusell, el día en que la nueva fundacion cultural abría sus puertas con siete exposiciones que resumían el arte del siglo. Efectivamente, en las salas de la sede fundacional, de casi 2.000 metros cuadrados de extensión, se presentaban obras de Picasso, Miró, María Blanchard, todos los componentes de la Escuela de Altamira, etcétera, además de una amplia muestra conmemorativa de los centenarios de Juan Ramón Jiménez y Eugenio D'Ors, y otra sobre el Marqués de Santillana.

Algunas de estas exposiciones han pasado, posteriormente, a otros museos naciaonales, promoviendo, en todo caso, el resurgimiento cultural de Santillana del Mar, de acuerdo con el deseo de los promotores y del pregón inaugural, que llevaba este título para subrayar el hecho de que la villa del Marqués de las Serranillas volvía a ser un museo vivo, creador de cultura.

Dirigida por los arquitectos torrelaveguenses José Luis Castillo y Eduardo Fernández Abascal, la sede de la Fundación Santillana ocupa la antigua y gótica Torre de Don Borja y edificios anejos, en los que hay una mezcla de estilos arquitectónicos. El conjunto, prácticamente en ruinas, fue comprado a principios de este siglo por el conde de Güell, empezado ya el auge cultural de Santi.llana del Mar, sobre la que ya habían escrito Unamuno, Sartre, Ortega, Galdós, Alarcón, etcétera, para regalárselo, restaurado, a la Infanta Doña Paz, hermana de Alfonso XII. Heredados por la nieta de Doña Paz, Mercedes de Baviera y Borbón, princesa de Bragation, es a estos a quienes le compraron los edificios, que nuevamente amenazaban ruina, sus actuales propietarios.

En cuanto al otro premio de Europa Nostra, se trata de un monumento histórico artístico desde el año 1933, situado en la comarca de Juarros, a unos 25 kilómetros de Burgos. Es un monasterio cisterciense que, sin ser tan grandioso como el de Huelgas, tiene el inconfundible estilo de los discípulos de San Bernardo.

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