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La liberación del doctor Iglesias

El doctor Iglesias fue liberado en buen estado de salud, aunque sufre una fuerte afonía

El doctor Iglesias Puga, que sufre una fuerte afonía, según resulta de un análisis médico que le fue realizado en la mañana de ayer, fue liberado en buen estado de salud, aunque está muy afónico. No fue excesivamente amable el trato que recibió por parte de los secuestradores. Estos no le dirigieron la palabra en ningún momento durante los diecinueve días que duró su secuestro. No pudo ducharse ni una sola vez y se encontraba completamente incomunicado. No pudo escuchar la radio ni ver la televisión, y tampoco le fueron facilitados periódicos.Sólo uno de esos diecinueve días le prestaron, momentáneamente, dos diarios para que copiara, de su puño y letra, en un papel algunos de sus párrafos que, posteriormente, intentarían hacer llegar a la familia como prueba de que el secuestrado se encontraba vivo. En ningún momento, los secuestradores le comunicaron que eran miembros de ETA.

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La angustia que sufrió el doctor Iglesias durante esos diecinueve días se tornó en euforia una vez que fue liberado. No paró de hablar ni un sólo minuto, comentaba Domingo Martorell, quien le trasladó en su coche particular desde Trasmoz hasta las dependencias de la Dirección de Seguridad del Estado, donde le esperaban su hijo Carlos, el ministro del Interior, Juan José Rosón; el director de la Seguridad del Estado, Francisco Laína; el director general de la Policía, José Luis Fernández Dopico, y el jefe del Mando Unico para la lucha contra el terrorismo, Manuel Ballesteros.

El doctor Iglesias, que demostró encontrarse en buen estado de salud y lleno de vitalidad a pesar de las circunstancias propias de su internamiento, dice que recorría cerca de diez kilómetros diarios andando en la pequeña habitación donde se encontraba secuestrado. Hacía gimnasia sueca y alrededor de cien flexiones diarias. Anecdótico fue que tuvo que darles dinero a sus secuestradores para que le compraran algunas camisas, ya que no le proporcionaban ningún tipo de ropa. La comida que tomaba parece que era mala y escasa, según él mismo ha comentado.

No paró de hablar hasta Madrid

En el momento de su liberación apenas podía hablar y sólo pudo articular un tímido "gracias". Medio llorando, fue trasladado a la centralita de teléfonos del pueblo, acompañado por Domingo Martorell, donde habló con el ministro del Interior, a quien le indicó que avisara rápidamente a su familia, y le informó de su estado. Posteriormente, él y Martorell iniciaron el viaje hacia Madrid, alrededor de las 3.30 horas de la madrugada. "Es un castizo y me contó numerosas anécdotas de su vida. No paró de hablar en todo el viaje", comentaba Martorell a este periódico.

Una vez en la Dirección de la Seguridad del Estado, el doctor Iglesias no pudo dejar de bromear y de exteriorizar su alegría. Hizo una pequeña demostración de las flexiones que realizaba en su habitación a los responsables de la Seguridad del Estado. Cuando le presentaron a Francisco Laína, el doctor sólo pudo responder: "¡Coño!: ¿Es usted el duro del 23 de febrero? Pues, entonces, tengo que darle dos veces las gracias".

En la tarde de ayer el doctor Iglesias recibió muy brevemente a los informadores. Solo se permitió hacer una pregunta, que fué sobre su estado, y a ella respondió: "Ya ven como estoy, totalmente afónico, prácticamente no puedo hablar. Unicamente quiero dar las gracias a la Policía por como se ha portado conmigo. Estoy vivo gracias a la Policía".

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