Distinta actitud del papa Wojtyla frente a los jesuitas y al Opus
La medida de Juan Pablo II por considerar al Opus Dei corno una multinacional religiosa, dependiente del prelado personal que será su presidente general, Alvaro del Portillo, y con gran autonomía respecto de obispos diocesanos conferencias epíscopales, contras con la imposición por vía de autoridad de Paolo Dezza al frente de Compañía de Jesús.Una de las ideas más constantes en la biografia de Karol Wojtyla es la de que las instituciones religiosos están en crisis y que la solución consiste en reducir el clásico derecho de exención de los religiosos de fiscalizar desde las respectivas diócesis las actividades de las rnismas. Lo decía en 1974 en la preparación del Sínodo de los obispos cuando antiestatutariarnente se empeñaba en que la vida religiosa debía ser el tema del mismo.
La misma tónica se advierte en su escrito al cardenal Tardin cuando éste, por mandato de Jua XXIII, pedía el parecer de los obispos sobre temas y conveniencia de un nuevo concilio. El entonces cardenal de Cracovia estaba convencido de que no había que hacer muchas concesiones al pluralismo dentro de la Iglesia.
No parece extraño afirmar que esta preocupación haya tenido que ver con el parón al proyecto de Pedro Arrupe de convocar una congregación general y a la imposición de un hombre de su confianza al frente de los jesuitas para preparar convenientemente la susodicha Congregación.
Lo que salta a la vista es que el Papa polaco no ha usado el mismo rasero con el Opus y la Compañía de Jesús. El semanario The Table hablaba recientemente de un Pedro Arrupe semiparalizado, casi sin habla, pero que puede oir y ver "y lo que ve y oye debe causarle intenso dolor". La revista de Ios jesuitas Razón y Fe trata de explicarse, en el número de noviembre pasado, el por qué y cómo de la prevención del Papa a las órdenes religiosas. La explicación que medios eclesiásticos dan de esta doble medida tiene que ver con el distinto signo de la actividad del Opus y de la Compañía de Jesús.
El Opus Dei es una sociedad uniforme, disciplinada, conservadora en usos y costumbres. Los jesuitas han perdido su original monolitísmo y buena parte de ello mantienen posiciones y se encuentran en lugares que preocupan a Juan Pablo II.
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