Calvo Sotelo anunciará en Londres la próxima apertura de la frontera de Gibraltar
El presidente del Gobierno español, Leopoldo Calvo Sotelo, anunciará, en el curso de su próxima visita a Londres, la fecha de la apertura de la frontera de Gibraltar con el fin de posibilitar el comienzo de las negociaciones entre España y el Reino Unido sobre el futuro, de la Roca. Fuentes dignas de crédito han informado a EL PAIS que la apertura de la verja entre La Línea y Gibraltar y el fin de las restricciones impuestas por España en 1969, para forzar una negociación sobre el Peñón, se producirán a lo largo de 1982, posiblemente en el mes de abril, coincidiendo con la celebración de la Semana Santa.
A cambio de esta concesión española, las autoridades británicas están dispuestas a conceder a España los derechos mínimos de reciprocidad para los súbditos españoles estipulados en la Declaración de Lisboa, hecha pública en abril de 1980, al término de las conversaciones celebradas por el secretario del Foreign. Office británico, lord Carrington, y el entonces ministro español de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja.La Declaración de Lisboa ha constituido el caballo de batalla en el último año y medio entre funcionarios de los dos Gobiernos, cada uno de los cuales hacía una interpretación distinta de los términos acordados. Así, mientras los británicos manifestaban repetidamente su insistencia ante lo que calificaban de incumplimiento por parte de España de la apertura de la verja, fijada en un principio para. el día 1 de junio de 1980, los españoles replicaban recordando la reciprocidad de derechos para los ciudadanos españoles.
Los derechos de España
Aparentemente, estos derechos mínimos que asegura España para sus súbditos tan - pronto como quede restablecida la comunicación entre el Campo de Gibraltar y el Peñón son la posibilidad de pernoctar, el derecho a buscar un puesto de trabajo y el derecho de sindicación, si este puesto de trabajo se encuentra.
El derecho a pernoctar en Gibraltar ha sido considerado por España como requisito imprescindible para acceder a la apertura de la verja, ya que en ningún momento se quería volver a la situación colonial de 1969, en la que los súbditos españoles tenían que abandonar el Peñón tan pronto anochecía.
Según las fuentes informantes, Calvo Sotelo comunicará a la primera ministra británica, Margaret Thatcher, la decisión española en el curso de la entrevista de dos horas que mantendrá el próximo viernes en el número 10 de Downing Street con la mandataria inglesa, poco después de su llegada a Londres, procedente de Bruselas. A la entrevista, que será seguida de un almuerzo en la residencia oficial de los jefes del Ejecutivo británico, asistirán los ministros de Asuntos Exteriores de los dos países, José Pedro Pérez-Llorca y lord Carrington. Posteriormente, el acuerdo será plasmado en una declaración conjunta, que será anunciada en conferencia de Prensa por Calvo Sotelo.
En círculos políticos y diplomáticos se pone de relieve que, con ser importante el primer paso que se propone dar el Gobierno de Madrid, lo verdaderamente trascendente es que el anuncio español permitirá poner en marcha por vez primera, tal y como se estipulaba en la Declaración de Lisboa, una negociación oficial entre los dos países sobre el futuro de Gibraltar, en la que se discutan todos los temas relativos a la Roca, incluido el de la soberanía. De acuerdo con la mencionada declaración, el proceso negociador hispano-británico será iniciado por los ministros de Asuntos Exteriores de los dos países el mismo día en que se produzca la apertura de la verja y el restablecimiento de las comunicaciones.
En dichos círculos se pone de relieve la importancia que tiene para el contexto actual de la España democrática que la presencia británica en Gibraltar esté negociada, y no impuesta como producto de una ocupación militar, como ha ocurrido hasta ahora. En resumen, se trata, con imaginación por ambas partes y dentro de la nueva óptica, de una España integrada en la Comunidad Económica Europea y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, de sustituir el anacrónico Tratado de Utrecht por un nuevo acuerdo enmarcado dentro del contexto de la seguridad de la Europa meridional y del Mediterráneo como corresponde a dos países aliados, en el que se contemple la restitución última del territorio a España.
Parece que este punto de vista de círcúlos políticos y diplomáticos españoles es compartido igualmente por el equipo político que rodea al secretario del Foreign Office, lord Carrington, dentro de un planteamiento general de la Administración actual británica, q ue desde su ascensión al poder, tras las elecciones generales de mayo de 1979, se propuso la liquidación de los contenciosos coloniales pendientes, de los que Rodesia constituía el máximo exponente.
En el caso de Gibraltar, los británicos han dado más de un paso para tratar de conciliar sus intereses y la defensa de los gibraltareños con las tesis españolas. Prueba de ello en los últimos años han sido el memorándum Hattersley, que excluía la independencia y la integración de Gibraltar en el Reino Unido, abriendo el camino a un entendimiento de los gibraltarefios con, España, y la propia Declaración de Lisboa.
A estos dos pasos hay que afiadir la decisión anunciada por el G obierno británico el pasado noviembre del cierre de los astilleros militares del Peñón en 1983, lo que supondrá un duro golpe para la economía del Peñón, que verá desaparecer cerca de 2.000 puestos de trabajo en un lugar donde precisamente esos puestos de trabajo no abundan
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