El estreno "normal" y el "oficial"
«Estrenar», dice el diccionario, es, «tratándose de espectáculos públicos, representarlos por primera vez». María Moliner es más explícita: «Representar por primera vez una obra de teatro u otro espectáculo». Los teatros de Madrid -no todos, claro- llevan un tiempo tratando de alterar lógica e idioma: el « estreno » puede hacerse muchas representaciones después de la primera. Aunque la virginidad no sea más que una y remendarla, en nuestros clásicos, es una especie de fraude. Al estreno que conviene enseñar se le llama «estreno oficial».Se da muchas veces una razón casi supersticiosa. En los estrenos lo pasan muy mal los que trabajan. Wenceslao Fernández Flórez dedicó todo un libro -El país de papel- a relatar lo mal que lo pasan los autores y los actores en la noche del estreno. Como el granadero de Napoleón, temblaban de miedo, pero estaban en su puesto. Tratan algunos, ahora, de enmascarar el «estreno» con unas representaciones anteriores con «público normal», para que cuando llegue el «oficial» se haya pasado el primer susto. Consiguen, en realidad, pasar dos sustos: el «nornial» y el «oficial». Además, tienen un tiempo de retoque, de cambio, de variación. Así, cuando lleguen los críticos -dentro del medio se suele llamar al falso estreno posterior «estreno para la crítica»- podrán ver algo mejor. O no. Generalmente ven lo mismo, malo o bueno.
Entre tanto se ha cometido, aunque sea involuntariamente, un fraude. Se han abierto las taquillas para esas representaciones previas, y se anuncian ya como « estreno »; y se les da solemnidad. Sale el autor, cuando lo hay, a saludar: puede él, o el director, pronunciar unas palabras de gratitud. El público «normal» se cree que ha ido a un estreno. En realidad ha asistido, pagando el precio pleno, a unas representaciones que son «peores», o inconclusas, o casi ensayos, con respecto al «oficial». En este tiempo de adulteraciones, esto es una adulteración.
Hay otra forma de adulteración: cuando la obra se estrena brevemente en provincias para probarla antes de traerla a Madrid. Se ha hecho siempre, se hace en muchos países, pero no se trata de engañar a nadie. Ahora se suelen encubrir esas pruebas como un «intento de descentralización »: se presentan como haciendo honor a la población que puede ver la obra «antes que en Madrid». Es una realidad, pero si se me permite la contradicción, una realidad ficticia.
No todo el mundo está aceptando esta convención del. estreno «oficial». Hay críticos que van a la primera representación pública. Entienden que el trabajo periodístico consiste en informar de cualquier hecho público en el momento en que se produzca.
Babelia
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