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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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España y la nueva tecnología

Desde que la Revolución Industrial abriera un abismo entre los países que se incorporaron a ella y fueron llamados los industrializados, y aquellos que se quedaron a un nivel de desarrollo inferior, el paréntesis abierto ha sido suficientemente superado por la revolución tecnológica, denominada por Alvin Toffler "Tercera Ola", y que está creando un nuevo modelo de vida y, por supuesto, ha modificado estructuralmente los tradicionales esquemas de la sociedad industrializada.La nueva tecnología, apoyada fundamentalmente en los desarrollos de la electrónica, ha permitido que países como Japón, con deficiencias graves de expansión por su ubicación geográfica, experimentaran una evolución espectacular, saliendo de un nivel tercermundista, en que se encontró después de la segunda guerra mundial, incrementando su renta per cápita, que en 1945 era de veinte dólares, hasta los 12.000 que en 1980 presentaba dicho país, quedando tan sólo desbordado por Suiza y Kuwait, que le aventajan en este índice.

El proceso de reconversión industrial que efectuó Japón fue amparado por ese proceso de sustitución de componentes mecánicos por electrónicos altarriente competitivos, pues su coste se reducía considerablemente, aumentando en el aspecto técnico su precisión y fiabilidad

La falta de innovación y, en algunos casos, por qué no decirlo, de creatividad científica, ha hecho que los llamados países industrializados cada vez lo sean menos, pero también es reseñable la situación de grave peligro en que se encuentran los países del Tercer Mundo, en caso de que las economías más avanzadas del mundo occidental no efectúen la debida transferencia de capital y de tecnología que éstos necesitan para evitar que la nueva revolución electrónica convierta a los países pobres en más pobres y con menores posibilidades de escapar de esa situación de precariedad, en la que se encuentran.

Estabilizar la situación mundial

Sería necesario integrar el efecto del progreso tecnológico en la economía mundial, con el fin de contribuir a estabilizar la situación internacional, que requiere efectos correctores con carácter urgente. Por tanto, países avanzados tecnológicamente deberían contribuir a que los altos beneficios obtenidos por contar con una industria modernizada sean invertidos en proyectos avanzados en aquellos países donde la inversión es débil y donde los avances tecnologicos no han asentado raíces.

Los 60.000 robots extendidos por todo el mundo, incorporados a las fábricas, es un síntoma vivo de la situación actual. Según datos del Business Week, el reparto mundial de estos robots se encuentra del siguiente modo: 6.000, en Alemania Federal;. 3.200, en Estados Unidos; 600, en Suecia; 300, en Francia; 180, en el Reino Unido, y un centenar o menos, en otros seis países. El resto, es decir, 47.000, se encuentran en Japón.

Estos datos son autoexplicativos e indican la proporción existente entre países incorporados a esta industria, basada en el microprocesador y la electrónica, y aquellos que todavía no han despegado. Es un síntoma altamente significativo cómo se van a permutar los puestos en el escalafón mundial de los países industrializados a un plazo medio.

En nuestro país, la escasa aportación de capital por parte del Estado para desarrollar nuevas tecnologías nos sitúa en una clara posición de dependencia exterior de quien ostente en el momento la bandera del progreso científico. Es desalentador observar cómo repetidas veces el dinero aportado por el contribuyente es mal aprovechado, con el fin de salvar sectores industriales, que se encuentran abocados a desaparecer por falta de adecuación o de reindustrialización. No se obtiene un modelo de planificación coherente que permita estudiar con verdadero detenimiento cuál es el precio que un país puede ser capaz de pagar a corto plazo para encontrarse en un futuro medio a un nivel tecnológico avanzado, o al menos en los mínimos tolerables.

En electrónica e informática, el tiempo perdido se puede calcular en una función geométrica, pues es tan grave perder un mes en este terreno que a la vuelta de tan sólo unos días, ese mes puede haberse convertido de hecho en un año, y cada mes perdido se va incrementando mediante esa fórmula matemática.

Los perjuicios que a nuestro país le puede significar el no incorporarse a lo que ya son últimos vagones del tren de¡ progreso tecnológico pueden influir decisivamente en que España supere o no la barrera de los países tecnológicamente desarrollados, pues no sólo estamos en condiciones de dejarIo pasar, sino que podemos quedarnos relegados en una posición irrecuperable, de incalculables resultados para nuestra convaleciente economía.

La necesidad de llevar, como en tantos otros terrenos, a un verdiadero debate público, sobre la inriperiosa necesidad de coordinar a todas las partes implicadas en el cambio hacia una sociedad informatizada, debe necesariamente efectuarse con un auténtico conocimiento por parte de la población de las ventajas, inconvenientes y costo social que puede o no llevir consigo el nuevo proceso de actualización tecnológica. Nuestros vecinos de los Pirineos ya lo han realizado, y en estos momentos forrria una cuestión de Estado, que la nueva Administración francesa tia asumido plenamente.

Una tarea de Estado

Por parte de nuestros dirigentes es necesario que éstos lleguen al compromiso y convencimiento de que el cambio que impone esta nueva revolución es tarea de Estado, y no tan sólo una anécdota más, explicando y desmitificanclo ante el país el tópico de "información es poder". Esto tan sólo será posible mediante la adopción de medidas que permitan un acceso de todos los poderes públicos a aquella información que se encuentre recogida en las bases de datos, aumentando el control que sobre su uso puedan hacer unilateralmente ciertos sectores, en clara labor de lo que podíamos llamar piratería de la información".

Por el lado contrario, el ciudiadano debe tener garantizado el secreto como individuo, y sólo así éste aportará información ele modo consciente, libre y convencido.

La tecnología y la informática, como más firme exponente de ésta, configurarán el canal por el que la comunidad mundial deberá circular en los próximos años; nuestro país no puede caminar de espaldas a ella; evitemos la precipitación, pero no perdamos un tiempo que tal vez no tiene prórroga.

José Joaquín Flechoso es secretario general de la Sociedad Española de Informática Médica y miembro de la comisión de Industria del PSOE.

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