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El presunto homicida de los marqueses de Urquijo será operado en breve de un tumor junto a la arteria aorta

Rafael Escobedo Alday, de veintiséis años, quien se encontraba internado en la cárcel de Carabanchel, bajo la acusación de ser el presunto autor de la muerte de los marqueses de Urquijo, será intervenido quirúrgicamente de un tumor de gran tamaño alojado entre la arteria aorta y el pulmón izquierdo en las próximas semanas. Su traslado desde el hospital penitenciario del centro de detención de hombres de Madrid hasta el Gran Hospital se produjo hace unos días y fue conocido ayer.

Su dolencia fue detectada por los médicos hace aproximadamente un mes y se desconoce su naturaleza, que aún no ha sido calificada de benigna o maligna. En principio, la necesidad de la operación parece incuestionable: a salvo de algún posible cambio, a la vista de los análisis aún pendientes, le sería practicada el próximo día 15 de enero.Los indicios del tumor fueron descubiertos hace unas cuatro semanas por los médicos del hospital penitenciario de Carabanchel, donde Rafael Escobedo había sido ingresado, para un reconocimiento. Ante ello, se decidió su posterior traslado al Gran Hospital, mejor dotado para el tratamiento de la enfermedad.

Rafael Escobedo llegó al Gran Hospital hace unos, siete días. Allí, sometido a una fuerte vigilancia policial, comparte su habitación con una segunda persona, a la espera de que concluyan las pruebas y análisis y los especialistas puedan extirparle el tumor. Hay, al parecer, una circunstancia que dificulta mucho el trabajo de los médicos o, más exactamente, la calificación precisa de la naturaleza del tumor: "su situación.

Según parece, ocupa el espacio comprendido entre la arteria aorta y uno de los pulmones, el izquierdo, lo que hasta ahora ha impedido que pueda serle practicada una biopsia. En todo caso, la necesidad de la intervención quirúrgica no se pone en duda. Hasta el próximo día quince los médicos prepararían convenientemente al enfermo -instalado en la cama número.22 del sector dos, planta cuatro del Gran Hospital-, y tratarían de fijar con exactitud la estrategia más adecuada en el quirófano.

Compás de espera en el caso de los marqueses de Urquijo

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Por ahora, el caso del asesinato de los marqueses de Urquijo está en suspenso o, mejor dicho, a la espera de que la Audiencia Provincial se pronuncie sobre el recurso de apelación presentado por José María Estampa Braun, abogado defensor de Rafael Escobedo. Un recurso de reforma había sido presentado previamente al juez titular del juzgado de instrucción número 14, Luis Román Puerta, designado juez especial. En él se pedía que se dejara sin efecto el auto de procesamiento de Rafael Escobedo. El juez especial denegó esta petición; entonces, el abogado defensor recurrió a la Audiencia Provincial. El desarrollo del sumario está pendiente, pues, de la decisión de este organismo.

Según fuentes dignas de crédito, el juez especial ha remitido a la policía en el que se pide la investigación de ciertos extremos del caso que aún no están definitivamente claros. Cualquiera que sean sus nuevas perspectivas, ha sufrido ya varios vuelcos. El 1 de agosto de 1980, de madrugada, Juan de la Sierra y Torres y su esposa María Lourdes de Urquijo y Morenés eran asesinados a balazos.

Los investigadores descartaron casi inmediatamente la primera hipótesis: el hecho no había sido perpetrado por pequeños delincuentes ni por las bandas juveniles que en aquel momento actuaban en la periferia de Madrid.

Todas las trazas apuntaban hacia un crimen premeditado. La persona o personas que habían participado en él conocían muy bien la distribución interior del chalé del Camino Viejo de Húmera, 27, en que los marqueses fueron sorprendidos cuando dormían.

Para llegar hasta las habitaciones de sus víctimas, los asesinos habían roto primero uno de los cristales que protegen la piscina cubierta, en la parte posterior de la vivienda, y luego, habían abierto un agujero en una puerta, con ayuda de un soplete, para accionar el pestillo que les daria franquicia a la casa.

El hallazgo policial de un casquillo de bala del calibre 22 -es decir, del mismo calibre que el proyectill que acabó con la vida de los marqueses- en una finca de la familia Escobedo llevó a la detención de uno de los sospechosos: Rafael Escobedo, marido de Miriam de la Sierra, hija de los marqueses.

Poco después, el detenido se confesó autor del hecho. Sin embargo, unos meses más tarde, se desdecía de sus primeras declaraciones y se autoproclamaba inocente.

El caso de los marqueses de Urquijo entraba así en una nueva fase que aún no ha concluido.

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