_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La LAU y el rectorado de la Universidad de Barcelona

El catedrático de la Universidad de Barcelona autor de este artículo replica a Antoni M. Badía, rector de dicha Universidad, que escribía en estas páginas hace unos días sobre los problemas que provocaba el estancamiento de la LAU. Esto dicho, las circunstancias electorales que acompañaron la elección del rector, hace ahora siete meses, con muy escasa participación estudiantil y una serie de problemas internos que se han sucedido bajo su mandato hacen sostener a Federico Gaeta que no solamente ha de atribuirse a la demora de la LAU los males que, en su opinión, padece la Universidad de Barcelona.

Me avergüenza sobremanera el estilo sibilino de escribir diciendo que «se rubrica el empeño (del equipo Badía) mediante una amplia mayoría de participantes» (referencia al artículo de A. Badía «El estancamiento de la LAU»). El lector de buena fe creerá, sin duda, que participante es lo mismo que representante... Demostraremos que no es así. El Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), por falta de una ley marco «que realmente es absolutamente indispensable», autoriza a las universidades a efectuar sus elecciones rectorales como les plazca -salvo ciertos permisos de última hora que no siempre tienen el debido rigor. En nuestro caso se aprobó el llamado claustro tripartito (el no va más de la democracia, según el equipo Badía): votan todos los numerarios (450), y se eligen otros dos tercios con igual número de compromisarios PNN y estudiantes. El estamento estudiantil se abstuvo en más de un 80%. Llegaron quejas al Ministerio, pero el MEC se dejó imponer la política del hecho consumado, limitándose a recomendar la reducción proporcional del número de compromisarios estudiantiles (de 450 a 90). La recomendación fue desatendida y se consumó el gran fraude electoral. Queda explicado, pues, que el participante estudiantil no era representante! para los lectores poco habituados a descifrar mensajes de la sibilas. Esta situación está agravada además por el hecho de que los pocos votantes estudiantiles son casi exclusivamente disciplinados mozalbetes del PSUC -lo que ha dado un poder desaforado y arbitrario a un partido minoritario en la universidad-, aunque, eso sí, es el mejor organizado y el único relativamente disciplinado, pues los demás solemos ir por libre, como ahora se dice.Las pretensiones de atribuir a la «Universidad de Barcelona, por medio de sus órganos más representativos», cualquier decisión que provenga de un equipo elegido en condiciones tan obviamente totalitarias y antidemocráficas carecen absolutamente de fundamento ético y político. No son más que alegatos de golpistas pésimamente disimulados: si se tiene en cuenta además que hay reincidencias (la primera elección se efectuó también con voto estudiantil fraudulento), la in dignación de los que vivimos este proceso resulta irreprimible; permítaseme decir que conozco bien el problema, ya que tuve la satisfacción de impugnar el claustro ¡legal del 5 de mayo. Dejemos, pues, como simples opiniones del señor Badía y sus amigos las afirmaciones que hacen -nadie puede poner en duda su derecho a exponerlas en esta tribuna, pero precisamente por ser libre los demás que no comulgamos con ciertas ruedas de molino y que no nos sentimos representados en absoluto no debemos permitir que se atribuya una representación que no tiene.

Me parece bien la universidad entendida como un servicio público y democrático; precisamente por ello no debe dejarse ningún tipo de autonomía a los manipuladores estudiantiles para contratar, adscribir y controlar el profesorado.

Esos famosos proyectos de la LAU se han ido sucediendo como consecuencia de los forcejeos entre los distintos partidos políticos y los de las distintas familias del gubernamental. Me congratulo de que el señor Badía y su equipo hayan fraeasado en sus esfuerzos por conseguir ciertos resultados que apetecían, pero son suyos, no de la Universidad de Barcelona, a la que no se ha consultado previamente en más de 45 años. Un colaborador del señor Badía, el vicerrector adjunto, señor Torrent (PNN), expuso en este mismo periódico, a principios de verano, su opinión de que mientras las negociaciones por la LAU, por parte del PSOE, las llevaba el señor Solana, todo iba a las mil maravillas, pero ¡ay!, cuando pasó al señor Peces-Barba todo cambió. No sé si la «diafanidad, grado de firmeza y efectividad» que echa de menos el señor Badía tienen algo que ver con las opiniones de su colaborador, aunque suele afirmar a menudo que sus decisiones son todas colegiadas (y supongo que por aclamación jubilosa), pero son sus opiniones ... ; yo, particularmente, estoy mucho más satisfecho con el último proyecto que con los anteriores, y temo que pueda echarse todo atrás nuevamente.

Mientras tanto, muchos en esta universidad tenemos que padecer el estancamiento del equipo electoral, bastante peor que el de la LAU (¡que ya es decir!). Después de prometer a los profesores no numerarios que el bloqueo indefinido y a ultranza de las oposiciones iba a resolver muchos de sus problemas, ahora se encuentran que los colaboradores más cercanos al doctor Badía han opositado o to están haciendo, mientras que los que creyeron honradamente ep las promesas de los manipuladores estudiantiles se encuentran sin saber qué hacer, injustamente engañados. Personalmente, no me gustaron nunca las oposiciones. Los métodos de selección del profesorado universitario que se aplican en los países más adelantados son todos mejores que nuestras oposiciones, pero lo que no se puede hacer es suprimirlas sin sustituirlas por algo mejor. El tremendo vacío que ha tratado de imponer el equipo Badía con promesas demagógicasa los PNN (a sabiendas de que no se podían cumplir), la mezcla indigna que se ha hecho de estas promesas con el nacionalismo catalán y con otros ingredientes que culminaron en el grotesco y totalmente inadmisible minuto de silencio en homenaje a un terrorista irlandés es infinitarriente peor que todos los defectos de los distintos proyectos de la LAU. Peor que la violencia estructural es cambiar el acelerador por la marcha atrás. El auge del penenismo equivale a suramericanizar nuestra universidad; si eso triunfase, nuestro sistema universitario sería casi idéntico al de América del Sur.

Pretender atribuir todos los males a la demora de la LAU es una nube de humo que no puede engañar a nadie. Pese a todo estoy de acuerdo con Badía en que hace falta esa ley; por defectuosa que sea, es mejor que no tener nada y por lo menos se podrían evitar legalmente calamidades a4a universidad como la de este famoso equipo.

Federico Gaeta es catedrático de Geometría de la Universidad de Barcelona.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_