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ElA define su postura sobre la Constitución

La firma por parte de la comisión mixta que negocia las bases políticas de la convergencia entre el Partido Comunista de Euskadi (EPK) y ElA de un documento en el que por primera vez se habla de la «firme defensa del proceso democrático constitucional frente a los intentos involucionistas» ha provocado la salida a la luz de las desconfianzas con que un sector de ElA contempla el proceso. La dirección del partido de Mario Onaindía, que considera injustificadas esas desconfianzas, precisó el viernes su posición al respecto.El mencionado sector crítico, cuyas posiciones resultaron minoritarias en el congreso que ElA celebró en junio pasado, se caracteriza no tanto por su oposición a la línea de convergencia como por su insistencia en subrayar el carácter de continuidad del nuevo partido respecto al pasado de EIA.

Esta última organización, nacida del desdoblamiento de ETA Político-militar en su séptima asamblea, ocupó entre 1976 y 1978 un espacio no muy diferente al que posteriormente ha cubierto Herri Batasuna. Sin embargo, a raíz de la participación de su diputado Juan María Bandrés en el Consejo General Vasco, durante la fase preautonómica, y de la posterior aceptación del Estatuto de Guernica, ElA fue evolucionando hacia posturas más próximas a la tradición del socialismo democrático que a la del abertzalismo radical del que procedía.

Este proceso culminó en el tercer congreso, celebrado hace cinco meses, en cuyas resoluciones se renuncia expresamente a la estrategia insurreccional del doble poder y, tras proclamar que la democracia será «método, medio y fin», se plantea como objetivo prioritario la defensa de las libertades e instituciones democráticas.

Este giro no implicó, de todas formas, una reconsideración de las razones que iniciaron a ElA, en 1978, a propugnar el voto negativo a la Constitución. Frente a quienes, desde el abertzalismo radical, acusaban a EIA de incoherencia por aceptar un estatuto que se inscribía en los límites establecidos por una Constitución que había rechazado, sus dirigentes han explicado que era precisamente el rechazo mayoritario de la Constitución en Euskadi lo que había posibilitado negociar un buen Estatuto de Autonomía.

Tras el 23-F, sin embargo, los pronunciamientos de ElA han tendido, por una parte, a dar más importancia a la dimensión estatal, y no sólo vasca, de la política a desarrollar, y por otra, a subrayar, frente a las amenazas golpistas, el papel de la izquierda en la defensa de las instituciones democráticas. Esta actitud tuvo ocasión de expresarse, por ejemplo, en la participación, prácticamente en solitario, de Euskadiko Ezquerra en la manifestación del 27 de febrero contra el golpismo y en algunas de las tesis aprobadas en el tercer congreso.

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Democracia frente a involucionismo

En ese sentido, la mención a la Constitución, incluida en el texto de la comisión mixta, no constituye, a juicio de la dirección de EIA -en respuesta a los sectores críticos de su propio partido-, sino la plasmación por escrito «de lo que ya se estaba haciendo desde que se aprobó el estatuto y desde que se presentó la amenaza golpista, formulándose más o menos explícitamente».Ello no significa, sin embargo, una aceptación retrospectiva de la Constitución como tal, «utilizada ideológicamente por algunos partidos de izquierda para combatir formulaciones también de izquierda que no aparecen formuladas en la misma», sino estrictamente la «defensa del proceso democrático constitucional frente a los intentos involucionistas».

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