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Raimon: "A veces me da miedo reflexionar"

El cantante presenta hoy en Barcelona 10 álbumes con toda su producción

Narcís Serra, alcalde de Barcelona; el escritor Joan Fuster y Raimon presentarán el álbum Raimon, totes les cançóns (Raimon, lodas las canciones), conjunto de diez discos de larga duración que recogen toda la obra de Raimon: 102 canciones, producto de veinte años de trabajo. Con los discos se edita también un libro con textos inéditos de Fuster, Salvador Espriu y Enric Gispert, así como una serie de fotografías que evocan la historia del cantautor y varios documentos gubernativos referentes a prohibiciones y censuras.Raimon, nacido en Játiva (Valencia) en 1940, es uno de los cantantes más importantes de la canción catalana de todos los tiempos, con gran acogida popular, a pesar de los vetos que han dificultado la difusión de sus canciones. Además de los propios, ha musicado poemas de autores clásicos, como Ausias March y Joan Timoneda, entre otros, y contemporáneos, como Salvador Espríu, especialmente, y Joan Oliver (Pere Quart).

Los diez discos del álbum se agrupan temáticamente; cinco con letra y música del autor, dos con textos de Salvador Espríu, uno de poemas de Ausias March, otro de poetas de los siglos XV y XVI, y el último recoge testimonios de distintas grabaciones en directo. Los arreglos musicales han corrido a cargo de Antoni Ros Marbá y Manel Camp y han intervenido un total de cincuenta músicos en la grabación. Contiene también siete temas totalmente inéditos.

Pregunta. Tras bastante tiempo de apenas actuar en público se presenta ahora su obra completa. ¿Forma parte de la operación nostalgia?

Respuesta. No, en absoluto. Y conste que no valoro si esa operación es positiva o negativa; sólo que esto es algo distinto. Es un proyecto que concebí en 1975 y que no había podido realizar. Lo que pretendo es ordenar mi trabajo de veinte años; ordenarme. Hasta septiembre del año pasado no tuve oportunidad de hacerlo; ahora he podido.

P. Y ya hecho, ¿cómo ve el resultado?

R. Los que hemos colaborado en la obra la vemos ahora con una cierta satisfacción, aunque somos conscientes de que quien va a Juzgar es el público. Es una obra muy pensada, no es una improvisación, y supone, antes de su realización, un largo tiempo de reflexión.

P. Esa es precisamente una característica especial suya; no es sólo un cantautor; también reflexiona sobre su obra, lo que a la vez repercute en ella. Es en ese sentido que Fuster dice que es usted un «intelectual».

R. Sí; hay una tensión constante entre creación y reflexión, pero ese es un campo difícil; me da miedo, a veces, reflexionar. Lo hago. Sobre el oficio, sobre la sociedad, pero nunca he pensado de dónde surge mi deseo de cantar, que tiene un origen, seguro; si no, yo no cantaría; pero no sé cuál es.

P. Un deseo enmascarado durante algún tiempo, porque usted iba para historiador.

R. No tan enmascarado. Es cierto que yo estudié Historia y que cuando estudiante no pensaba en una carrera musical; pensaba en hacer una tesis doctoral y luego la cátedra. En fin, esas cosas; pero ya de pequeño tocaba en la banda de Játiva la flauta, y luego, en la universidad, cuando Miquel Dole, el catedrático de Latín, me enseñó a leer a Ausias March, yo lo veía con música.

P. Un Ausias March que finalmente musicaría y cantaría con gran éxito.

R. Sí. Y me sorprende y me halaga cuando encuentro a alguien que no parece haber leído a March, pero que recita versos enteros suyos. Y es que la canción, por sus canales de distribución, es un instrumento de comunicación impresionante.

P. Medio de comunicación que, sin embargo, ha merecido pocos estudios.

R. Así es.

"Se puede trabajar muy bien sobre el lenguaje popular"

P. ¿Cuáles cree que son los motivos de que esto ocurra?R. A mí me parece que hay dos motivos. En primer lugar, el tocadiscos es muy joven. En Europa, posterior a la segunda guerra mundial, y vinculado al electrodoméstico. Luego está el hecho de que la canción ha sido situada por los sociólogos en el ámbito del ocio. Así, una canción es un fenómeno cultural menos importante que, por ejemplo, un libro de filosofía. A cambio es un vehículo de comunicación más inmediato que el libro. Y si quisiéramos podríamos añadir la contradicción que afecta al arte en general y a la canción en particular, al funcionar en un esquema del mercado capitalista, desde los problemas técnicos de la grabación hasta el minutaje que impone, etcétera.

P. Más el problema del lenguaje...

R. Exacto, pero ese es un problema más general que afecta a cada arte en una forma distinta.

P. Pero en su caso hay algo sintomático: usted es capaz de hacer poemas y llegar a la gente con citas no ya de Brecht, sino de Wittgenstein.

R. Sí; yo utilizo a Wittgenstein a veces, con citas literales, integrándolo en mi propio discurso, a mi manera, pero es que Wittgenstein está lleno de imágenes y no sólo en las Investigaciones, sino en el mismo Tractatus, que es una obra casi elliotiana. Además, Wittgenstein es un autor muy interesante, especialmente si se le pone en conexión con Gramsci. Se puede trabajar muy bien sobre el lenguaje popular.

P. ¿Y cómo sienta a quien trabaja tan a fondo los temas el que luego el público se incline quizá por una canción menos elaborada?

R. Lo comprendo. Me he hecho a la idea de que el público es el otro, de que coge de mí aquello con lo que conecta, que no siempre es lo que yo había previsto, sino que tiene que ver quizá con nuestras urgencias colectivas.

P. ¿Cuáles son para el Raimon historiador y ciudadano esas urgencias?

R. Normalizar la situación, política y culturalmente. Eso es algo de lo que ya no se pueden encargar sólo los políticos, como algunos dicen, porque, entre otras cosas, la normalidad supone que la democracia sea algo más que depositar un voto en una urna; lo estamos viendo cada día.

P. Para la normalización política no sé cuánto falta; para la cultura parece faltar mucho, dado el nulo apoyo de las instituciones.

R. Eso es algo que no debe desanimarnos. La cultura, y especialmente la cultura popular, no la han hecho nunca, ni aquí ni en ninguna parte, las instituciones, que tienden generalmente a la derecha, y la cultura, en cambio, tiende a la izquierda, pero a pesar de eso hay que hacerlo, hay que normalizar la situación cultural y el primer paso, en Cataluña, es, sin duda alguna, la normalización lingüística.

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