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El puritanismo moral consigue sus primeros éxitos en EE UU tras las victoria de Reagan

Un año después de que la Administración Reagan llegara a la Casa Blanca, el proyecto de implantar una nueva moral en la sociedad americana, sustentado por numerosos grupos que apoyaron la elección del presidente, entre ellos la mayoría moral y /a nueva derecha, está consiguiendo sus primeros objetivos. Un grupo de senadores ha presentado un proyecto de ley, the chastity bill (la ley sobre la castidad) que ya ha sido aprobado y que tan sólo está pendiente de autorización de fondos gubernamentales para llevarlo a efecto.

«No, Tommy; no quiero hacerlo», dice por teléfono una jovencita. El monólogo televisivo sigue así: «Sabes que te quiero, pero eso no quiero hacerlo de ningún modo... (pausa) No me importa que todo el mundo lo haga. No tengo por qué darte una razón. Es mi decisión personal». Una voz en off dice seguidamente: «Si te es difícil decir no, háblalo con tus padres y escribe a la campaña Decir no, ofreciendo una dirección y un teléfono».Este anuncio de televisión, de treinta segundos, defendiendo la virginidad de las jóvenes, puede verse regularmente en varias de las cadenas de TV de Nueva York. Ha sido producido por el Bureau of Community Health Services (Oficina de Servicios Comunitarios de la Salud) con fondos destinados a la planificación familiar. La campaña de televisión Say no (decir no) es sólo la parte más visible de un proyecto general para controlar y reprimir la sexualidad de los jóvenes.

Apoyado por una serie de grupos conservadores de la sociedad americana con representaciones en el Congreso y en el Senado, que han vuelto a enarbolar la bandera del puritanismo tras la última victoria republicana.

Precocidad sexual

Este esfuerzo se ha visto plasmado en el proyecto de ley Chastity Bill, patrocinado por los senadores de la nueva derecha Jeremiah Denton (por Alabama) y Orrin Hatch (por Utah), y que ha sido también apoyado desde la otra parte del hemiciclo del Senado por el demócrata Edward Kennedy, quien, según una fuente parlamentaria, «necesita colocarse a ambos lados del problema cara a su próxima campaña presidencial».«Se trata de un programa para ayudar a las jóvenes, antes de que tengan que acudir a la contracepción o al aborto», explica un miembro del subcomité de Vejez, familia y servicios humanos del Senado, en apoyo de la ley. «El propósito de la misma», añade, «es disminuir la relación sexual entre los jóvenes, no sólo para evitar los embarazos, sino para preservar la salud y la moral de nuestra juventud. Hay que frenar de algún modo la precocidad sexual que cada días es más alarmante en nuestro país».

El portavoz del Senado es muy probable que conozca los resultados del Cosmo report, un libro que es best-seller en estos momentos en Estados Unidos, escrito por la periodista Linda Wolfe. En él se recogen los resultados de una encuesta a 106.000 mujeres norteamericanas sobre sus relaciones sexuales, realizada para la revista femenina Cosmopolitan, que es leída por dos millones y medio de personas. Esta investigación abarca un espectro bastante mayor que el Informe Hite, que sólo estudió el comportamiento de 3.000 mujeres.

Según el Cosmo report, el 21% de las jóvenes tuvieron su primera relación sexual antes de los quince años, el 69% la tuvieron entre los dieciséis y los veinte años, y un 9%, entre los veintiuno y los veinticinco años.

La historia de cómo la chastity bill ha llegado a ser ley comenzó el año pasado, cuando un grupo de senadores propuso la reforma de un programa ya existente de ayuda a los jóvenes, que coordinaba un burocrático laberinto de servicios para la adolescencia, llamado el teenage pregnancy program (programa de embarazo de las jóvenes). Este programa suministraba una serie de servicios -ayuda sanitaria y de alimentación, orientación de estudios, preparación para la maternidad y establecimientos de asilo- a las jóvenes embarazadas, mediante una red de agencias estatales y de organizaciones privadas. Tras una fuerte presión, de los senadores de la mayoría moral y de la nueva derecha, el programa fue modificado, introduciendo una serie de directrices, como el compromiso moral de los padres en la conducta de sus hijos, la necesidad de una educación que valore la castidad y la disuasión del aborto como una opción para las jóvenes.

El contenido de la nueva ley sobre la castidad se puede resumir en estas cuatro metas básicas: disuadir e intentar evitar las relaciones sexuales entre los menores no emancipados (diecinueve años o más jóvenes), estimular a las jóvenes embarazadas para que no aborten y den sus niños para la adopción, afirmar la autoridad de los padres sobre la sexualidad de los jóvenes y, finalmente, intentar impregnar el sistema de salud pública con esta nueva moral.

La futura efectividad de la ley es puesta en duda por sociólogos y personas dedicadas a la juventud. Jeanninne Rosoff, presidenta de una organización de estudio e investigación juvenil en Nueva York, afirma: «Dudo que esta ley pueda ser implantada y seguida en grandes áreas urbanas».

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