Preocupación en Galapagar por el mal estado de un colegio que alberga a 720 niños
Aproximadamente 720 niños y sus familiares observan con preocupación las grietas y combamientos de techos aparecidos en el colegio San Gregorio, en Galapagar, que han motivado la instalación de puntales de sujeción en algunas paredes y en una de las columnas de carga. Técnicos de la Delegación Provincial de Educación aseguraron a los padres de alumnos que no había peligro de hundimiento, pero, sin embargo, aún no se han efectuado las pruebas de carga solicitas por aquéllos, únicas que garantizarían plenamente la no existencia de riesgo.El colegio se edificó dentro del plan de construcciones urgentes que llevó a cabo el Ministerio de Educación entre los años 1972 y 1974, colegios que ya han dado lugar a varios incidentes de importancia. El más grave de ellos fue el derrumbamiento de una valla en un centro de Leganés, que ocasionó la muerte de un niño y heridas graves a otro.
En estas circunstancias, al apercibirse de las grietas y el combamiento del suelo del primer piso, que sirve de techo a la planta baja, la asociación de padres de alumnos pidió al arquitecto municipal que realizara una inspección, de la que salió la decisión de apuntalar algunas zonas del colegio. La asociación convocó una asamblea el 5 de noviembre, en la que se acordó proponer el cierre del centro, aunque el director del mismo, expuso más tarde que tal decisión sólo podía tomarla el delegado provincial, Jaime García.
Este prometió a una comisión de padres que, si existía peligro de derrumbamiento, se procedería al cierre. El informe de los técnicos de la Delegación, sin embargo, fue negativo, y vino a decir, según manifestaron representantes de la asociación a este periódico, que en todos los centros de dicha promoción se habían presentado ese tipo de anomalías, como dando a entender que era algo normal, por lo habitual.
Las dos inspecciones, municipal y de la Delegación, fueron puramente oculares, además de contradictorias, y no han disipado la preocupación de alumnos y familiares. Así, los días 9 y 10 de noviembre apenas asistieron a clase unos diez niños, de un total de 720, pero la inasistencia es una situación que no puede mantenerse de forma indefinida. Así las cosas, en posteriores asambleas y reuniones del consejo de dirección del colegio se propuso conceder un plazo de quince días a la Delegación para que se realicen las pruebas de carga y poder saber, a ciencia cierta, si el peligro de derrumbamiento es real o no.
Al margen de dilucidar esta cuestión, prioritaria, la asociación ha denunciado en repetidas ocasiones las condiciones antihigiénicas y la falta de calefacción adecuada que deben soportar los alumnos.
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